La carrera espacial ha pasado de estar en las novelas, a ser algo totalmente palpable. La competición entre compañías por conquistar el espacio se encuentra en un punto crítico y los máximos responsables de las empresas quieren demostrar que sus creaciones realmente funcionan. El primero en hacerlo es Richard Branson, el fundador de Virgin Galactic, que se subirá al VSS Unity y despegará en la tarde (de España) de este domingo.
Por delante, tan solo unos minutos de apacible vuelo turístico desde donde experimentar un cierto grado de ingravidez y observar la Tierra y el espacio a través de las ventanas de la nave. El turismo espacial está más cerca que nunca y Virgin Galactic es una de las mejores posicionadas a nivel mundial. Cuenta con todos los permisos necesarios de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos y tan solo le quedan por completar una serie de vuelos de pruebas para comenzar a lanzar turistas.
El siguiente en subirse a una de sus naves será Jeff Bezos, el conocido fundador de Amazon también creó en el año 2000 la compañía espacial Blue Origin. Lo hará, si todo va según lo previsto, el próximo 20 de julio junto a su hermano, la primera instructora de vuelo de Estados Unidos y un pasajero extra que ha pagado cerca de 30 millones de dólares por volar en esta primera empresa.
El vuelo de Branson
"Siempre he sido un soñador. Mi madre me enseñó a no rendirme nunca y alcanzar las estrellas. El 11 de julio es momento de convertir ese sueño en realidad a bordo del próximo vuelo espacial de Virgin Galactic". Ese fue el mensaje que publicó Branson en su perfil de Twitter el pasado 2 de julio, tan solo 9 días antes del despegue programado para este domingo.
El Unity 22, como se ha nombrado al vuelo siguiendo el orden de lanzamiento, despegará de las instalaciones que la compañía ha construido en el desierto de Nuevo México. El Spaceport America se ha convertido en el centro de operaciones de Virgin Galactic para los asuntos de lanzamientos espaciales y será el lugar de despegue y aterrizaje de la misión.
El esquema de lanzamiento de Virgin Galactic nada tiene que ver con el clásico cohete coronado por una cápsula, como si recogen las propuestas de Blue Origin y SpaceX. Los ingenieros de la compañía de Branson diseñaron y fabricaron una aeronave nodriza -o lanzadera- llamada VMS Eve, capaz de acoplar la VSS Unity. La integración de ambas naves es un proceso delicado que requiere la participación de equipo muy especializado durante varias horas hasta conseguir que todo quede unificado.
El plan de vuelo consiste en el despegue del conjunto VMS Eve y VSS Unity empleando tan solo los motores de la primera. Ambas naves ascenderán hasta una altitud prefijada (suelen ser unos 13.400 metros) por los técnicos de vuelo y, en el momento justo, la VSS Unity se desacoplará de la VMS Eve y emprenderán vuelos por separado.
Tras unos segundos de planeo, la VSS Unity pondrá a pleno rendimiento su único motor para ascender -durante unos minutos- hasta superar los 80 kilómetros de altura. Esa altitud es la frontera marcada por la NASA y la Fuerza Aérea de Estados Unidos entre la atmósfera y el espacio. Aunque la convención internacional la sitúa en los 100 kilómetros, en la famosa Línea Kármán.
Polémicas sobre altitudes a un lado, se estima que el vuelo en solitario del Unity tenga una duración aproximada de 20 minutos. Aterrizando desde donde despegó, pero por sus propios medios como si de un avión tradicional se tratara.
En el último vuelo de pruebas realizado por Virgin Galactic en mayo, la altitud máxima alcanzada fue de 89.200 metros tras ascender a una velocidad algo superior a 3 veces la velocidad del sonido (Mach 3 o 3.700 kilómetros por hora. La principal diferencia del vuelo de este domingo respecto al de mayo es que ahora volarán un total de 6 personas.
La tripulación estará compuesta por 2 pilotos situados en la cabina de mandos y 4 en la zona trasera 'turística', donde viajará Richard Branson. La VSS Unity tiene espacio para albergar 6 pasajeros en la zona posterior al avión, por lo que quedarán un par de huecos libres en este lanzamiento. Aunque "es el primero en llevar la tripulación al completo", según anunció la compañía.
Tras la última campaña de vuelos de pruebas que presumiblemente se realizarán a lo largo de este verano, Virgin Galactic entrará en la última fase antes de comenzar a realizar vuelos turísticos comerciales. Se espera que sea 2022 el año en el que, por fin, la compañía opere de forma regular. Según los últimos datos, más de 600 personas ya han comprado su boleto para este viaje suborbital de solo unos minutos a razón de 250.000 dólares cada uno.
Por el momento, la venta de más billetes no está disponible y los últimos rumores indican que se abrirá la venta nuevamente el próximo año. Eso sí, será sensiblemente más caro situándose cerca de los 500.000 dólares el viaje, aunque está todavía por confirmar oficialmente.
Bezos, el siguiente
Julio promete ser el mes del turismo espacial. Al despegue de Branson se une el mencionado Jeff Bezos. El ya ex-CEO de Amazon y recién centrado en Blue Origin es el siguiente en subirse a una nave espacial.
Eso sí, con un concepto muy diferente al lanzamiento que maneja Virgin Galactic a través de una nave nodriza. Blue Origin, para estos lanzamientos de prueba con fines turísticos, emplea su nave New Sephard compuesta por un cohete y una cápsula superior con espacio para seis ocupantes.
Esos asientos estarán ocupados por el propio Jeff Bezos, su hermano Mark Bezos, el que ganó la subasta de 30 millones por un asiento y la piloto Wally Funk, de 82 años, que fue la primera instructora de vuelo estadounidense de la historia.
El vuelo se producirá el próximo día 20 a una hora todavía por determinar. Será el primer vuelo tripulado de la nave New Sephard que hasta ahora tan solo había completado algunos vuelos sin nadie en su interior. Blue Origin, por el momento, no cuenta con los permisos de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos, aunque planea conseguirlos pronto y empezar a operar comercialmente en 2022.
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