Aunque España no se encuentra entre los países con más riesgo sísmico del mundo, si cuenta con gran cantidad de eventos de escasa magnitud. En algunas zonas del mar de Alborán, que baña las costas de Almería, Granada, Málaga y Cádiz, raro es el día en el que no se registran temblores. Ya tierra adentro, uno de los grandes eventos más recientes lo vivieron precisamente en Granada capital y localidades cercanas con el enjambre sísmico que se disparó hace unos meses.
Y con los terremotos, llegan los tsunamis. Aunque realmente no es algo tan sencillo. A pesar de que actualmente se generan muchos terremotos en los mares españoles, la creación de maremotos requiere que el seísmo tenga algunas particularidades como una estrecha asociación con desplazamientos súbitos y masivos del fondo marino. Algo que solo se produce bajo determinadas circunstancias.
Estas características son una de las materias de estudio del Instituto Geográfico Nacional -como encargado de la monitorización de los terremotos- que se apoya en instituciones como el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CESIC) para investigar el posible riesgo de tsunamis empleando todo un arsenal tecnológico tan finamente puesto a punto que es capaz de enviar una alerta a las autoridades en muy pocos minutos tras el terremoto.
Precisamente, esta última institución acaba de publicar que la falla de Averroes, situada en el mar de Alborán, sería capaz de generar tsunamis con olas de 6 metros que tardarían en llegar a la costa entre 21 y 35 minutos. El tiempo cuando se trata de los tsunamis apremia y España cuenta con una tecnología de detección de primer orden capaz de anticipar la llegada de la gran ola.
En busca de tsunamis
Una parte importante del trabajo que llevan a cabo las instituciones científicas públicas relacionadas con la sismología está enfocado en conocer las fallas (fracturas de la corteza terrestre que presentan deslizamiento entre los bloques) que copan buena parte del fondo marino y pueden desencadenar maremotos. Para ello, existen campañas embarcadas como las que se llevan a cabo del buque de investigación oceanográfica Hespérides, donde se detectan estas fallas y se estudia su potencia peligro.
Esta labor científica se complementa con la red de sensores compuesta de sismómetros (dispositivos que detectan y registran los movimientos sísmicos) que está presente en toda España. "Actualmente tenemos alrededor de 150 unidades repartidas por todo el país", ha comentado a OMICRONO Juan Vicente Cantavella, jefe de servicio de soporte de la Red Sísmica Nacional, dependiente del Instituto Geográfico Nacional (IGN).
A ese más de centenar de sismómetros propios, hay que sumar otros muchos pertenecientes a otras redes de ámbito internacional como Portugal o Francia. Que son realmente útiles "para complementar nuestros datos" y así ofrecer un mayor nivel de exactitud en las previsiones. Con algunos países, apunta Cantavella, existe una conexión en tiempo real -principalmente con los europeos- mientras que con otros como Marruecos el intercambio de datos no es tan directo.
"Para que un terremoto genere un tsunami debe de tener mucha magnitud, aproximadamente 6,5. Lo que permite que se puedan registrar en los sismómetros de toda España", asegura. Si, por ejemplo, se produce un terremoto en el Golfo de Cádiz, los primeros en registrarlo serán los sismómetros situados más cerca, pero "en cuestión de segundos o decenas de segundos puede recorrer la distancia suficiente como para registrarse en muchos lugares de todo el país". Aunque para la población sea imperceptible.
El primer objetivo en el que se centra el sistema de la Red Sísmica tras la detección de un temblor es la localización. "Cuando tenemos registrado un mismo evento en unos 8 sismómetros diferentes podemos cruzar los datos y obtener la ubicación del origen". Un sistema totalmente automatizado basado en un programa específico -de desarrollo alemán- es capaz de analizar en segundos el terremoto y ofrecer información esencial que marcará las pautas a seguir en los siguientes segundos
Asimismo, otro de los aspectos fundamentales a tener en cuenta es la profundidad. Con la tecnología actual, la precisión con la que se puede medir la profundidad de un hipocentro se mueve en el rango de los kilómetros. "Si el terremoto se registra a más de 100 kilómetros por debajo de la superficie, descartamos su potencial tsunamigénico", apunta.
Cadena de comunicaciones
Todo este proceso de adquisición y evaluación de datos no sería posible sin una conexión inalámbrica, de suficiente capacidad y de amplia cobertura. Los sismómetros del Instituto Geográfico Nacional están conectados por satélite Hispasat con el centro de mandos que la propia institución tiene en la calle General Ibáñez de Ibero de Madrid. "Allí está todo centralizado", comenta Cantavella. Y automatizado gracias a los diferentes programas informáticos.
Los datos del terremoto enviados por los sismómetros pasan automáticamente por un software que cruza su localización con una base de datos que la propia Red Sísmica Nacional tiene con ubicaciones de fallas potencialmente generadoras de tsunamis. Lo que activaría todas las alarmas de posible maremoto en las costas españolas.
La tecnología y las simulaciones por ordenador realizadas con diferentes escenarios les permiten saber cómo de grande será la ola, a qué zonas afectará y, muy importante, el tiempo que tardará en llegar a la costa. A partir de este momento, todo va contrarreloj.
Además de en la página web y en la cuenta de Twitter, se genera una alerta automática que va directamente a informar a Protección Civil. En ella se indican todos los detalles que se saben -por el momento- de ese terremoto y también si tiene potencial de generar un tsunami. "A los 3 minutos de producirse el terremoto, Protección Civil ya tiene el aviso".
Personal del IGN se encuentra las 24 horas y los 365 días al año de guardia vigilando terremotos y su potencial tsunamigénico que pueda poner en peligro las costas españolas. Son los encargados de revisar los cálculos del software de forma manual. Eliminando posibles errores sobre la ubicación exacta del terremoto, su profundidad y la magnitud.
Con toda esta cadena de programas informáticos y participación humana, "tenemos unos minutos muy importantes desde que sabemos que un tsunami va a llegar hasta que finalmente toca la costa". Dependiendo de dónde se haya producido, puede ser de hasta una hora si el terremoto ha ocurrido lejos de la costa a muy pocos minutos si ha sido cerca. "La media, aproximadamente, está en media hora".
Tareas pendientes
Esta comunicación, indica Cantavella, es una de las tareas pendientes de la administración y en algo en lo que "ya se está trabajando". Por poner un ejemplo, algunos países como Estados Unidos cuentan con sistemas estatales de información directa al ciudadano a través de mensajes de texto.
"Actualmente, el IGN manda la alerta a la Dirección General de Protección Civil que está en Madrid, luego se traslada a los diferentes centros de las comunidades autónomas y, por último, llegan a las unidades de los municipios". Algo que se pretende agilizar con el nuevo marco legislativo.
"Esto va a mejorar en poco tiempo. Hay planes para que haya unos protocolos creados y unificados entre comunidades autónomas". También está previsto crear un proyecto -similar al mencionado de Estados Unidos- por el que Protección Civil podrá enviar un SMS a los teléfonos móviles de una zona concreta. "Eso todavía está por hacer".
¿Tsunamis en España?
Las zonas con más peligrosidad de tsunami, indica el experto, están en Andalucía Occidental "En Huelva y en Cádiz se han producido los mayores tsunamis que han afectado a España. Principalmente el ocurrido en 1755 que generó olas de en torno a 10 metros en el Golfo de Cádiz debido al cual se produjeron 2.000 muertos". Actualmente serían muchas más por la densidad de población que hay en la costa.
También Canarias es una de las zonas indicadas por el experto, "aunque de menor proporciones debido a que la fuente del tsunami estaría más lejos". En cuanto al Mediterráneo, el citado mar de Alborán es una de las zonas 'calientes' en cuanto a terremotos y posibles maremotos, así como la costa murciana, resto del levante y Baleares.
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