En la costa de Ibiza, los yates se amontonan por las diferentes calas de la isla. Esta estampa se repite cada año, incluso en pandemia, pero este verano se suma un nuevo elemento a escena, drones volando por el aire. Son los repartidores de Drone To Yacht que llevan comida a los barcos.
La compañía Aerocamaras, con más de 8 años de experiencia en drones, ha puesto en marcha un servicio de delivery de lujo que empieza su andadura en las aguas de Baleares, para después extenderse por medio mundo.
El proyecto de Drone To Yacht se basa en las plataformas de comida a domicilio como Just Eat o Glovo, pero cambian la ciudad por el mar y las motos o bicicletas por drones autónomos que realizan la entrega bajo la supervisión de un piloto en tierra firme.
¿Cómo funciona el servicio?
Los clientes desde sus barcos pueden acceder a la web de la compañía, elegir su pedido y realizar el pago. Esta primera temporada de verano cuentan con el servicio del restaurante Can Yucas en la cala Tarida. Para la temporada de primavera y verano de 2022 esperan contar con más de 10 restaurantes y otras franquicias en las diferentes islas.
Son los inicios de lo que pretende ser un gran proyecto internacional, mientras se preparan para abrir franquicias en Italia y otras zonas de Europa cuando regrese el calor al continente. En los meses de otoño e invierno planean inaugurar otras franquicias en América, desde República Dominicana a Miami.
Una de las peculiaridades de este servicio son los datos que deben aportar los clientes a la plataforma para facilitar que el dron vuele hasta ellos de forma autónoma. Al tratarse de barcos, antes de realizar el pedido se debe indicar la eslora y manga del barco, el color o el tipo, si es velero, por ejemplo.
Entre los datos que debe dar el cliente está la ubicación precisa de su barco, el sistema necesita las coordenadas para realizar un vuelo seguro con el dron. Después el software registra la información para que el dispositivo pueda pilotar de forma autónoma hasta ese punto concreto, "como esa coordenada puede tener un margen de error, nosotros después discriminamos con el resto de datos que tenemos del barco" explica a OMICRONO Jaime Pereira CEO de Aerocamaras.
El dron no solo es capaz de encontrar el yate por su cuenta, sino que realiza una ruta hasta él evitando la zona de playa para no volar cerca de personas. "A mi era una de las cosas que más me preocupaban, volar cerca de personas, pero estamos apartados en zonas acotadas, con un pasillo para poder salir hacia el mar y no tener que cruzar la zona de la playa" indica.
Después, la entrega del pedido pasa a ser responsabilidad del piloto. El dron no tiene que acercarse mucho al barco ni a su tripulación, con un cable de 20 metros se baja la comida hasta cubierta. Esta operación está en todo momento controlada por el piloto para mayor seguridad y después el dron regresa a tierra.
Se trata de un dron eléctrico, especializado para envíos de corta distancia de forma rápida y silenciosa. Aunque Aerocámaras cuenta con otros drones con mayor autonomía y capacidad, han elegido este modelo eléctrico para que el impacto mediambiental sea menor. Así, los barcos deben estar a menos de 2 kilómetros de la playa: "Por autonomía podríamos irnos a Formentera desde Ibiza, pero nosotros queremos dar un servicio premium, donde la bebida llegue fría y la comida caliente" dice Pereira.
La comida tarda del restaurante al barco unos 2 o 3 minutos, gracias a este sistema de reparto. Aerocamaras asegura que este servicio es más eficientes y sostenible que la entrega con lanchas por mar. Ya se están planteando incluir en la aplicación para móviles, que lanzarán en breve, nuevas secciones en las que ofrecer la entrega por dron de otros productos como medicamentos o cremas solares.
Por mar mejor que por ciudad
Los drones parecen que se van a convertir en un elemento más del paisaje marítimo de las islas, pero tierra a dentro este tipo de negocios no terminan de despuntar. Pereira afirma con rotundidad que el delivery con drones en ciudades es ahora mismo más una campaña de marketing que una realidad factible, "yo no creo que vayamos a ver paquetería con drones sobrevolando las ciudades al menos en 7 u 8 años".
El CEO de esta compañía enumera una importante lista de permisos que se requieren para poder volar un dron de estas características:"se juntan cuatro o cinco tipos de permisos diferentes, medioambientales, la coordinación con aeródromos, aeropuertos... Ahora mismo lo tenemos para todas las zonas objetivo de Ibiza y estamos trabajando en otros países para tener lo mismo".
A las estrictas restricciones normativas que imponen los países, se suman los problemas técnicos y económicos: "un dron tiene un coste operativo por hora muy elevado, no puede volar para hacer una entrega de un paquete de Amazon a no ser que sea en una zona de difícil acceso" asegura.
Su dron híbrido AeroHyb, con autonomía de 7 horas y capacidad para transportar 5 kilos de peso podría cumplir varias entregas de este tipo en un mismo viaje, pero no cumple con los requisitos para poder volar en zona urbana. Por lo que las entregas se deberían realizar con dispositivos más pequeños y menos capaces que no pueden competir en eficiencia con la entrega en camionetas como opera actualmente Amazon.
El gigante del ecommerce lleva años defendiendo un futuro con el cielo cubierto de drones que lleven las compras por internet a cada casa con mayor rapidez, pero esa idea no termina de materializarse. Sus drones han protagonizado algunas pruebas que han llenado titulares, pero hace unas semanas se veían obligados a recortar personal de su programa Amazon Prime Air en Reino Unido.
Al margen de proyectos como este en Baleares, los drones por ahora sirven a tareas de vigilancia en carreteras, proyectos de reforestación y la entrega de ayuda y medicamentos en zonas de difícil acceso o en catástrofes naturales. El delivery, por el contrario, se resiste a congeniar con este tipo de vehículos voladores no tripulados.
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