Todos los resortes saltaron en la noche del 21 cuando Putin reconoció la soberanía de Rusia sobre un par de territorios ucranianos. Las reacciones, incluida la de España, no tardaron en llegar ante un movimiento que ni la inteligencia de Estados Unidos ni de la del resto de países de la OTAN había previsto. Desde entonces, el anuncio de las sanciones no ha hecho sino recrudecer una situación tan tensa que se ve reflejada en los movimientos de aviones militares.

Rusia y Estados Unidos, casi por tradición, conforman dos de las fuerzas aéreas más importantes del mundo en las que operan aviones caza, bombarderos, aeronaves espía o helicópteros, en el caso ruso el más grande del mundo. Cada uno con sistemas muy diferentes y planteamientos totalmente opuestos, pero con el mismo fin bélico.

Un elenco de actores aéreos que se pasean por las inmediaciones de la frontera entre Rusia y Ucrania —cada uno por su lado, eso sí— y que viven en una permanente calma tensa mientras los aviones de espionaje recaban información y los cazas patrullan velando por el respeto de las fronteras. Algo que, en ocasiones, no se cumple y las aeronaves tienen que salir en alfa scramble para restablecer el orden.

Cuarta contra quinta generación

Los cazas de quinta generación son la joya de la corona de Estados Unidos. Actualmente, tan solo los norteamericanos —con los F-35 y F-22— y China —con el J-20— cuentan con una flota en firme de esa familia de aeronaves; en la que priman la guerra electrónica y las capacidades furtivas.

Formación de F-35 U.S.A.F. Omicrono

Rusia, por su parte, se tiene que conformar con una amplia carta de cazas de cuarta generación y un programa muy avanzado de quinta protagonizado por el Su-57, que por el momento no ha entrado en servicio. En este escenario, el Kremlin dispone de unidades de MiG-35, Su-34 y Su-35 como las aeronaves más avanzadas dentro de su fuerza aérea. Aunque tiene muchas más opciones gracias a que Putin juega en casa.

De las dos opciones de quinta generación que posee Estados Unidos, por el momento, tan solo ha anunciado el traslado de 12 unidades de Lockheed Martin F-35 desde una base aérea en Utah hasta Alemania. Algo similar ocurrió hace unos días con los recién renovados y actualizados F-15E Strike Eagles que se desplegaron en Polonia y que se encuadran dentro de la cuarta generación.

Lockheed Martin F-35 U.S.A.F. Omicrono

Los F-35 pueden alcanzar una punta de 1,6 veces la velocidad del sonido, una altitud máxima de 15.000 metros y un radio de combate que se sitúa en torno a los 1.000 kilómetros. Aunque no se trata del caza más potente y maniobrable, su secreto se encuentra en su poder furtivo que le permite pasar desapercibido a los radares de sus enemigos.

También su poder de ataque lo colocan entre los cazas más letales del momento con 10 anclajes donde colocar misiles y bombas. Puede equipar misiles aire-aire, aire-tierra, antibuques y bombas guiadas. Además, una de las especialidades del F-35 es la guerra electrónica capaz de dejar fuera de juego al enemigo sin disparar una sola unidad de munición.

Rusia cuenta con un total de 3 propuestas de aviones de 4,5 generación (como se denomina a los que rozan la quinta, sin dejar de ser cuarta). Todos ellos se basan en plataformas antiguas, herencia de la Unión Soviética, solo que rediseñadas y modernizadas con algunas tecnologías del momento.

El Sukhoi Su-34 y el Su-35 se basan en el Su-27 como una de las plataformas que más éxitos ha dado a la aviación militar primero soviética y luego rusa. Aunque de todos ellos, el que más se parece al Lockheed Martin F-35 es el Sukhoi Su-35, ambos se encuadran dentro de la categoría de cazas monoplazas e incluso en algunos aspectos técnicos el ruso queda por delante del estadounidense.

Sukhoi Su-35 Doomych

El Su-35 tiene una máxima de 2,2 veces la velocidad del sonido con un techo de vuelo de 20.000 metros. En cuanto a armamento, en sus 12 anclajes puede acarrear bombas guiadas por láser, misiles aire-aire, misiles aire-superficie y sistemas de guerra y contramedidas electrónicas. Aunque menos avanzadas que las del F-35. Rusia tiene 350 unidades de las varias versiones de Su-35, en las que se incluyen los modelos Su-27 sin actualizar, según Flight Global.

La otra pata de la aviación militar de ataque de Rusia y con un carácter similar y comparable al estadounidense es el MiG-35. Este caza, a su vez, es una evolución del MiG-29 y su programa de desarrollo nació para responder al Eurofighter paneuropeo y al Rafale francés. Ambos encuadrados dentro de la generación 4,5.

MiG-35 Carlos Menendez San Juan

La máxima del MiG-35 se queda poco por debajo de las 2 veces la velocidad del sonido, un techo de vuelo de 16.000 metros y una autonomía de combate de 1.000 kilómetros. En cuanto al armamento, dispone de 9 puntos de anclaje donde puede equipar misiles aire-aire, aire-superficie, misiles antirradiación y misiles antibuque. Las últimas estimaciones apuntan a que Rusia tiene alrededor de 240 unidades de MiG-29 y MiG-35 en activo y varias decenas pendientes de ser entregadas.

Tanto el MiG-35 como el Su-35 ganan en maniobrabilidad y velocidad a un F-35 estadounidense que no se caracteriza por ser el más ágil de entre sus iguales. A cambio, pierden los rusos en tecnología, guerra electrónica, integración con sistemas de guerra y en la capacidad furtiva.

Espionaje aéreo

Los grandes protagonistas de la aviación en este conflicto han sido las aeronaves espías. Las de Estados Unidos y algunos aliados de la OTAN han sobrevolado zonas muy cercanas a la frontera rusa en los diferentes países limítrofes y no han dudado en mostrarse públicamente en las aplicaciones de seguimiento de vuelos por Internet.

Algo que, por otro lado, Rusia ha llevado con mucha más discreción no dejándose ver en esas plataformas online. Pero, como es lógico, ambas naciones cuentan en sus flotas con aeronaves dedicadas exclusivamente al espionaje a las que se suman algunas plataformas no tripuladas como los drones Predator que llevan sobrevolando —casi diariamente— Ucrania desde hace ya unas cuantas semanas.

Tu-214R

En el apartado de espionaje aéreo, las 2 unidades de Tupolev Tu-214R se han consolidado como las aeronaves más modernas de su segmento dentro de Rusia. Se trata de una versión modificada del avión Tu-204 por encargo del Ministerio de Defensa del país y cuya puesta de largo se vivió en el 2013.

Poco menos de 9 años en los que el Tu-214R ha conseguido acumular experiencia en escenarios de guerra como en la de Siria en 2016 y ha protagonizado algunas operaciones un tanto delicadas como la de acercarse demasiado a las fronteras de Letonia, Estonia y Finlandia.

Muy poco se conoce en cuanto al equipamiento interno de la aeronave, tan solo que puede acarrear equipamiento de espionaje —se puede ver desde el exterior— con sensores, radares y tecnología para la intervención de señales. Algunos reportes también indican que equipa sistemas de guerra electrónica desarrollados por la propia Tupolev.

La contraparte estadounidense, que sí se ha dejado ver en las últimas semanas volando cerca de territorio ruso, es el Rivet Joint. Diseñado por Boeing, es el avión espía más avanzado de Estados Unidos y lleva desde los años 60 sirviendo dentro de la fuerza aérea. Esto le convierte en una de las plataformas con más experiencia en labores de espionaje de todo el mundo, habiendo participado en Afganistán, Venezuela y Siria.

RC-135 Rivet Joint Michael Boquette / USAF

Los detalles sobre el equipamiento del Rivet Joint, más allá de toda la sensórica que se puede apreciar desde el exterior, también son secretos. Tan solo se conoce que hay pequeños cubículos y despachos en el interior donde analistas de inteligencia y expertos en idiomas trabajan con las comunicaciones intervenidas.

Bombarderos

Otro de los movimientos militares más sonados a raíz de la crisis entre Rusia y Ucrania ha sido el traslado desde Estados Unidos hasta Reino Unido de unidades de bombarderos B-52 Stratofortress. Una de las aeronaves más icónicas de la Fuerza Aérea del país norteamericano que tocó suelo el pasado 10 de febrero para participar en unas maniobras ya programadas.

B-52 Arpingstone

Comenzó a desarrollarse a finales de los años 40, fue oficialmente puesto en servicio en 1955 y todavía hoy conforma una de las plataformas aéreas más importantes de Estados Unidos. Además, se encuentra inmerso en un programa de modernización que alarga la vida útil 40 años, pudiéndose convertir en el primer avión centenario de la historia.

Con una autonomía que supera los 14.000 kilómetros —sin contar su capacidad de repostaje en pleno vuelo— y 220 toneladas de peso máximo al despegue, es capaz de llevar en sus bodegas todo tipo de bombas, incluidas las nucleares, y misiles de todo tipo bajo sus alas.

Tupolev Tu-95 Sergey Krivchikov

Prácticamente coetáneo al B-52 estadounidense, se encuentra el Tupolev Tu-95. Sus cuatro turbohélices la convirtieron en la aeronave más rápida del mundo propulsada con este tipo de motor; récord que sigue ostentando hoy en día.

Su peso máximo al despegue de 188 toneladas y los 920 kilómetros por hora de velocidad máxima le dejan unos 15.000 kilogramos libres para acarrear misiles y bombas. Actualmente, Rusia cuenta con 42 Tu-95 activos y listos para entrar en combate.

La otra pata de Rusia para su flota de aviones bombarderos la protagoniza el Tu-160, también conocido como Cisne Blanco. Esta aeronave entró en servicio en 1987 como uno de los últimos desarrollos de la Unión Soviética y se ha convertido en la espina dorsal de la fuerza aérea.

Tanto es así que el Ministerio de Defensa de Rusia inció un programa de renovación de los Tu-160 y la reanudación de su fabricación para responder a la demanda de bombarderos. Tiene una autonomía de 12.300 kilómetros, un techo de vuelo de 16.000 metros y una velocidad máxima de 2.200 km/h.

Tupolev Tu-160 Alex Beltyukov

En su interior se encuentran dos bahías internas con una capacidad de 40 toneladas donde puede llevar todo tipo de bombas guiadas y misiles. Actualmente, la Fuerza Aérea de Rusia cuenta con 15 Tu-160 en activo y 40 en su carta de pedidos. A ellos se une una flota de 66 de los vetustos —pero igualmente operativos— Tupolev Tu-22M. Por el momento, y al igual que ha ocurrido con otros modelos, estas aeronaves no han tenido una gran actividad en las cercanías de la frontera con Ucrania.

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