Más de la mitad de los países de la Unión Europea han anunciado el envío de armas a Ucrania para defenderse de la invasión ordenada por Vladímir Putin, como es el caso de España, que podría también ceder el Leopardo 2E, un carro de combate de la Brigada de Guadarrama. Mientras tanto, uno de los últimos movimientos ofensivos de Rusia ha sido lanzar paracaidistas sobre Járkov para que realizaran diferentes ataques.
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Los paracaidistas militares se utilizan habitualmente en las guerras para realizar ataques sorpresa para apoderarse de zonas estratégicas o para labores de sabotaje, reconocimiento, apoyo o eliminación de objetivos concretos. Unos soldados que llevan años utilizando la misma fórmula para preparar sus lanzamientos, lo que les permite saber en qué momento exacto del vuelo deben saltar para acertar en la caída.
En la actualidad existen dos técnicas de salto: lanzamientos a gran altura con apertura a baja cota (HALO) y a gran altitud con apertura a alta cota (HAHO). La primera, que también practican los civiles, consiste en abrir el paracaídas a baja altitud tras un tiempo de caída libre; mientras que en la segunda se abre a alta altitud —apenas el paracaidista pierde unos 300 metros de altura— y unos segundos después de saltar del avión. En cada una de ellas la forma que tienen los paracaidistas militares de saber el momento exacto de salir del avión es completamente diferente.
Una fórmula y software
Para saber dónde caer, en los lanzamientos HALO se utiliza un derivómetro o testigo, "que es una especie de rollo de papel higiénico mojado en pintura de colores que se tira para ver hacia dónde va el viento y así poder elegir el punto de salto adecuado. Después, los especialistas en tierra marcan la zona de salto y en el momento en el que se da la orden de saltar, hay que lanzarse", explica Martín Sergio Rodríguez Torres, ex caballero legionario paracaidista del curso 534, a EL ESPAÑOL - Omicrono.
Sin embargo, los de alta cota no emplean el derivómetro para saber cuándo salir del avión, ya que "al abrir el paracaídas segundos después de saltar, automáticamente tienes la máxima navegación, pudiendo llegar a hacer 40 o 50 kilómetros en función de los vientos que se tienen en altitud. Mientras que en HALO recorres poca distancia, entre tres o cuatro kilómetros", señala el capitán José González Mayorgas, jefe de la compañía de lanzamiento del Grupo Logístico VI de la Brigada Paracaidista, a este mismo medio.
En los saltos HAHO de apertura manual, el capitán González Mayorgas indica que utilizan "una fórmula en la que se tiene en cuenta el modelo de paracaídas, ya que cada uno tiene una tasa de navegación y una senda de planeo distinta. También se tiene en cuenta la altura de lanzamiento, ya que no es lo mismo salir a 8.000 metros que a 1.000 —aunque utilizan mucho la nomenclatura de pies—. Además de la altura a la que se abre el paracaídas y la velocidad y direcciones media que se tienen en las diferentes capas de vuelo, ya que hay vientos que cuentan con más intensidad a medida que se gana altura".
Unos parámetros que se aplican a una fórmula que no es nueva, sino que "se ha perfeccionado. Antiguamente era matemática pura y dura", indica el capitán. En la actualidad, se introduce en un programa informático con una base de datos con diferentes tablas de Excel: "antes se usaba únicamente una predicción de vientos de AEMET y ahora se emplean también diferentes apps, como Windy, y otras americanas o europeas".
"Estas dan predicciones de viento de diferentes situaciones o continentes", indica Mayorgas. Nosotros introducimos el viento que hay en la zona de salto y automáticamente, con todas las predicciones, el programa interpreta cuál es la distancia máxima que vamos a recorrer".
GPS y brújula
El software no deja de ser una base de datos con un Excel en el que se meten las diferentes previsiones, no sólo las de AEMET, sino varias; y es el programa el que coge todas ellas para usar la fórmula y dar la dirección. "Una vez calculadas, se le da al piloto las coordenadas del punto de salida, que es como llamamos a la zona dónde queremos que nos suelte. Hay que tener en cuenta que el programa ya ha calculado las predicciones y los parámetros de los vientos que nos van a llevar directamente al objetivo", explica el capitán González Mayorgas.
A la hora de realizar un salto, los paracaidistas militares también hacen uso de otras tecnologías como "un GPS en el que se tiene el mapa, como puede ser el del móvil, y en el que se vuelca el mapa topográfico que me dice toda la senda que voy a llevar", señala el capitán José González Mayorgas. Un sistema de posicionamiento global que cada saltador lleva encima, ya que "cada uno mete directamente el punto donde va a salir y el punto al que tiene que llegar", y que también sirve para tenerles siempre localizados.
En casos de contingencia, si falla directamente el GPS que "es algo que puede llegar a pasar porque, a grandes altitudes, los satélites solían dar problemas de cobertura antiguamente", los paracaidistas también deben llevar una segunda opción por si no funciona la primera.
En este caso se trata de "una brújula. La típica de los barcos que son de tamaño esférico que muestran el rumbo. El paracaidista sabe el rumbo que va a llevar durante toda la trayectoria, por lo que si falla el GPS directamente él sabe que tiene que ir en cierta dirección guiándose por esta brújula". Incluso, al realizar saltos desde altitudes cercanas a los 8.000 metros, también llevan máscaras de oxígeno y un traje para soportar temperaturas de -20ºC.
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