El traslado de material militar entre los países de la OTAN, en la que participa España, y Ucrania no se ha detenido desde que comenzó la invasión por parte de Rusia. Una de las limitaciones más importantes proviene del entrenamiento del ejército ucraniano que está acostumbrado a operar con material de origen y herencia soviética. Debido a esta barrera y a la urgencia con la que necesitan los misiles, Estados Unidos ha tenido que abrir los almacenes más secretos de su Ejército en busca de sistemas apropiados.
El país norteamericano lleva acumulando durante décadas material militar soviético como parte de su tarea de análisis de inteligencia. Dentro de este equipamiento, según recoge WSJ, se encuentran sistemas de defensa aérea empleados para el desarrollo de contramedidas y también en labores educativas y de formación a los militares estadounidenses.
No fue hasta 1994 cuando este programa de aprovisionamiento de material militar salió a la luz pública. El desencadenante fue la observación de un avión de transporte de fabricación soviética que apareció en el Aeropuerto Internacional de Huntsville (Alabama) a la vista de cualquiera que pasase por la autopista aledaña.
Más tarde, se supo de la tenencia del sistema de defensa aérea S-300 —que emplean los ucranianos actualmente— adquirido a Bielorrusia y, ahora, un funcionario estadounidense ha señalado que van rumbo a Ucrania los misiles tierra-aire Avispa (Osa, en ruso).
La Avispa rusa
El 9K33 Osa, como se conoce oficialmente, comenzó a desarrollarse en los años 60 en el Instituto de Investigación Electromecánica de Moscú ante la necesidad del por entonces ejército soviético de un misil autopropulsado de corto alcance. Un proyecto que se llevó prácticamente en paralelo del escudo S-300, solo que con el objetivo de derribar aviones y otras amenazas en la cercanía.
Tras acumular algunos retrasos y problemas en las primeras etapas de diseño, el Avispa comenzó su producción al principio de los 70 y entró oficialmente en servicio en 1972. Desde entonces, el historial que acumula este sistema de misiles es muy amplio con participaciones en guerras como la del Golfo, la civil de Siria o los recientes ataques de Rusia a Ucrania, tanto en el Dombás como actualmente en la invasión.
Una de las particularidades que caracterizan al Osa es que fue el primer sistema de defensa aérea móvil en incorporar radares de combate en un solo vehículo. Haciéndolo mucho más flexible en el campo de batalla y no perdiendo la capacidad de interconectarse con otros radares de vigilancia.
El radar del 9k33 Osa está compuesto por una matriz con un alcance máximo de 30 kilómetros capaz de gestionar un par de misiles simultáneamente contra un mismo objetivo. Además, cuenta con sistemas redundantes y diferentes bandas de transmisión de datos para el guiado de misiles, con el fin de evitar ataques de guerra electrónica.
En cuanto al alcance de los misiles, las primeras versiones podían actuar en un rango que va desde los 2 a los 9 kilómetros con una velocidad de impacto de 420 metros segundo y una altitud máxima de entre 25 y 5.000 metros. Posteriormente y a medida que iban pasando esos años 70, los soviéticos mejoraron el misil alcanzando una autonomía de 15 kilómetros y una altitud de 12.000 metros.
El misil tiene un peso total de 170 kilogramos con una ojiva explosiva de 16. Cada vehículo puede llevar un máximo de 4 misiles —aunque hay una versión que asciende hasta 6— mientras que una batería completa se compone de 4 vehículos junto a otros 2 vehículos de carga.
Rusia usa piezas occidentales
Si Estados Unidos ha hecho acopio en las últimas décadas de sistemas militares soviéticos, Rusia ha optado por emplear piezas occidentales para equipar sus automóviles de guerra. Según recoge Infocar, los técnicos ucranianos que han analizado las capturas rusas se han dado cuenta de la procedencia de partes esenciales de algunas plataformas como todoterrenos blindados.
"Todo comenzó con el hecho de que pidieron a los militares que vieran qué había debajo del capó del Tigr [vehículo blindado ruso], y allí encontraron repuestos alemanes", según dijo Konstantin Koshelenjo, viceministro y director de Transformación Digital del Ministerio de Asuntos Sociales de Ucrania.
Bosch, una de las marcas alemanas con piezas encontradas en vehículos militares rusos, ha emitido un comunicado donde apuntan a que han dejado de exportar piezas a Rusia por si sus recambios son utilizados para este fin. Y no para la industria automovilística civil.
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