La obesidad es una enfermedad crónica que afecta a 22 de cada 100 personas en España y en la que la dieta y el ejercicio no siempre son suficientes para mantenerla controlada. En muchos casos se llega a recurrir a tratamientos como el balón gástrico que acelera la sensación de saciedad en el paciente. Ahora un grupo de investigadores ha diseñado un implante que persigue reforzar esa sensación de saciedad bloqueando una de las hormonas culpables del aumento de peso.
La hormona grelina, conocida comúnmente como la hormona del hambre, se encarga de estimular el apetito en animales y personas. Se produce en el cerebro, páncreas e intestino delgado, pero sobre todo en la parte superior del estómago. Un proyecto de la Universidad Católica de Corea del Sur aspira a mejorar la salud de personas que padecen obesidad, bloqueando de forma periódica esta hormona.
Son muchos los factores que pueden provocar a una persona padecer obesidad, una enfermedad por la que se suele culpar de dejadez a quienes la padecen. Sin embargo, como explica la doctora María del Mar Malagón en una entrevista a EL ESPAÑOL: "Adelgazar no es solo una cuestión de voluntad". Muchas personas requieren de operaciones o tratamientos invasivos para luchar contra el aumento de peso.
Primero: bloquear hormona
El balón gástrico se ha convertido en un recurso común para provocar que el paciente sienta que está lleno antes de tiempo. Se trata de un globo de silicona que se introduce en el estómago bajo sedación por vía endoscópica, por la cual se hincha con una solución salina. Una vez dentro, ocupa espacio y presiona las paredes estomacales engañando al cuerpo para que piense que ya no cabe más comida.
El balón debe retirarse a los meses de tratamiento, aunque tiene algunos efectos negativos como que puede generar náuseas e, incluso, que el paciente sufra una reacción de intolerancia. Se han probado otros diseños, como una píldora que se infla en el estómago, pero por ahora el balón sigue siendo la opción más probada y eficiente.
Los investigadores Hwoon-Yong Jung, Jung-Hoon Park y Kun Na de Corea trataron en 2019 de diseñar un implante diferente, pero con el mismo objetivo: ayudar al paciente a saciarse rápido y sin necesidad de someterse a una operación quirúrgica. El prototipo resultante consiste en una malla extensible o stent que se sitúa en el esófago inferior y está conectado a un disco que descansa en la apertura del estómago. El implante se coloca con anestesia local y la comida pasa por el centro del disco.
En un principio, el diseño mostró durante las pruebas con animales que podía reducir la ingesta de alimentos y el aumento de peso al mejorar la sensación de saciedad y reducir los niveles de grelina, que se produce a través de unas células cerca de la parte superior del estómago. Sin embargo, en esta primera prueba se detectó que generaba reflujo ácido y migración hacia el estómago.
Segundo: matar células
En una segunda fase, los investigadores se propusieron suprimir aún más rápido la creación de grelina. De esta forma, y tal y como describen en la revista ACS Applied Materials & Interfaces, el implante se podría retirar en pocos días, suavizando los efectos secundarios asociados con el diseño inicial.
Así, se añadieron algunos elementos más a este prototipo de ISD (inductor de saciedad intragástrica). En esta nueva versión, el disco se recubre de un fármaco azul de metileno y de la abertura en el centro del disco por la que pasa la comida se adentra en el estómago también un láser de fibra óptica.
El láser apunta al disco para brillar sobre el medicamento que responde a la luz produciendo una forma energizada de oxígeno o singlete. La función de este tipo de oxígeno es destructiva, mata las células que producen grelina cerca de la parte superior del estómago para luego desaparecer, momento en el que se retira el implante.
Probado en animales
El tratamiento puede durar unos días los efectos se perciben en las semanas siguientes, pero no es permanente pues el cuerpo vuelve a generar la hormona de forma natural. Sería necesario repetir el proceso de forma periódica para que el paciente notara los beneficios a largo plazo.
Este nuevo tipo de implante ISD está aún en proceso de desarrollo y, por ahora, los investigadores solo han podido ponerlo a prueba en animales, concretamente, en cerdos. Los sujetos del estudio redujeron los niveles de grelina y su habitual aumento de peso a la mitad durante la semana que tuvieron colocado el implante.
El siguiente paso es probar esta tecnología con pacientes humanos para "Con un mayor desarrollo, este sencillo procedimiento podría convertirse en un nuevo tipo de tratamiento menos invasivo para ayudar a los pacientes con obesidad a perder peso" explican los responsables del estudio.
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