El último gran ensayo del misil balístico intercontinental Satán II ha puesto de relieve el potencial armamentístico nuclear que Vladímir Putin tiene a su disposción. El lanzamiento, realizado este miércoles, recorrió el país de oeste a este despegando cerca del Mar Blanco y aterrizando en las cercanías del Océano Pacífico. Un total de 6.000 kilómetros que le proporcionan un alcance probado a todos los países de Europa, incluido España.
Más allá del Sarmat —como se conoce oficialmente al Satán II—, el Kremlin tiene activos varios modelos de esta categoría de armamento gracias en buena parte a la herencia soviética. La tecnología detrás de los misiles balísticos intercontinentales (ICBM, de sus siglas en inglés) tuvo un impulso decisivo en plena Guerra Fría con varios programas de desarrollo dentro de la Unión. Justo al mismo tiempo que Estados Unidos desarrollaba su particular arsenal y el escudo antimisiles que sigue operativo hoy día.
En la actualidad, Rusia dispone de modelos de ICBM con capacidad de lanzamiento desde silos —instalaciones subterráneas—, vehículos como camiones y también desde submarinos. Todos ellos con un alcance prácticamente mundial y velocidades de que superan en 20 veces la del sonido para que en pocos minutos llegue a cualquier parte del planeta.
Alcance mundial
La R-36 es una de las familias de misiles intercontinentales más importantes desde la época soviética. Comenzó a desarrollarse en Ucrania en 1962 y entró en servicio en 1966 tras acumular varios ensayos de lanzamiento con resultados fatales. Una vez controlada la etapa de despegue, se convirtió en una de las armas más avanzadas de su tiempo y todavía hoy algunas versiones modernas se encuentran activas.
El R-36 empleaba un sistema de vuelo muy particular para la época que consistía en utilizar una órbita baja de la Tierra para trasladarse sin ser detectado. De esta forma, podía colocar una única ojiva nuclear en prácticamente cualquier punto del mundo e incluso mantenerla en órbita durante horas antes de emprender la reentrada.
Esto supuso un verdadero quebradero de cabeza para Estados Unidos que no hizo otra cosa que agravarse una década después. Ya en los 70, la Unión Soviética desarrolló una segunda versión denominada R-36M y bautizada como Satán —de primera generación— por la OTAN. Que emplearon como base para versiones más modernas.
La gran diferencia consiste en que Satán es capaz de acarrear 10 ojivas nucleares al mismo tiempo de hasta 1 megatón cada una. O bien una más grande de 20 megatones. Este ICBM constaba de 4 cámaras de combustión en una primera etapa de propulsión y de una sola cámara en la segunda.
Los 11.000 kilómetros de alcance le proporcionan una cobertura prácticamente mundial con una precisión estimada de 500 metros gracias a un sistema de guiado por inerciales. Actualmente Rusia cuenta con 46 misiles de 210 toneladas cada uno de ellos en sus silos dispuestos y distribuidos en dos divisiones en el centro del país.
Otro de los misiles de lanzamiento desde silos es el UR-100N que la OTAN denominó SS-19 Estilete. Se desarrolló durante la primera mitad de los 70, entró en servicio en 1975 y desde entonces se mantiene activo gracias a las diversas actualizaciones que han ido incorporando.
Una de las particularidades el Estilete es que puede acarrear hasta 6 vehículos de reentrada diferentes con un motor direccional cada uno de ellos. Esto le permite atacar a objetivos todavía más dispersos con una maniobrabilidad amplísima y a velocidades mayores.
Con una masa de 100 toneladas —la mitad que el Satán— se estima que tiene un radio de acción de unos 10.000 kilómetros. Además, su sistema de propulsión de dos etapas se ha empleado para poner en órbita algunos satélites y servir como plataforma de lanzamiento para el misil hipersónico de largo alcance Avangard. Se estima que Rusia cuenta con 2 misiles de este modelo.
Submarinos y camiones
Más allá de los silos subterráneos secretos, Rusia cuenta con misiles balísticos intercontinentales dispuestos en unidades móviles. Tanto sobre la superficie montadas en enormes camiones junto con unidades de comando como en sus submarinos desplegados discretamente por todo el mundo.
En esta última situación se encuentra el R-29RMU Sineva (Azulado, en la traducción del ruso al español), uno de los últimos misiles desarrollados por Rusia y que lleva operativo desde el 2007. Fue diseñado en las mismas instalaciones que el Satán II y su peso de 40 toneladas le permiten acarrear 4 o 10 vehículos de reentrada, dependiendo de la versión. Todo ello en apenas 15 metros de longitud por 1,9 de diámetro.
Según algunas estimaciones, el Sineva cuenta con un alcance de 8.300 kilómetros. Lo que puede significar poder alcanzar cualquier punto del planeta si se tiene en cuenta que va dentro de un submarino. Una segunda versión denominada R-29RMU2 entró en servicio en 2014 con un planteamiento similar al Sineva y con el fin de complementar al RSM-56 Bulava, el más nuevo de todos y con unas especificaciones similares.
La otra pata de los misiles intercontinentales móviles la protagonizan los enormes camiones que no pierden la ocasión de participar en los desfiles militares. Entre los programas más importantes se encuentra el RT-2PM Topol que lleva en servicio desde mediados de los años 80 y que sirvió como base para el Topol-M.
Este último se ha erigido como una de las armas terrestres más potentes de las que dispone Rusia. Se incorporó a filas en 1997 y sus 47 toneladas de peso son capaces de transportar una única ojiva nuclear de hasta 1 megatón. A diferencia del resto de misiles, los lanzados desde plataformas móviles en tierra firme no cuentan con vehículos de reentrada.
Su sistema de propulsión está compuesto por 3 etapas de combustible sólido con una longitud total de 22,7 metros por 1,9 de diámetro. Alcanza una velocidad máxima de 26.400 kilómetros por hora (22 veces la del sonido) con un alcance de 11.000 kilómetros. En la línea de los otros misiles intercontinentales rusos.
Misil hipersónico
Vladímir Putin detalló en 2019 un par de programas de misiles hipersónicos muy avanzados. Tomando la delantera a Estados Unidos que por entonces no contaba con desarrollos realmente avanzados en la materia y que todavía hoy arrastra esa carencia.
El Zircón es uno de los progamas hipersónicos más exitosos de Rusia y entró en producción a finales del 2021. Se trata de un misil lanzado desde una embarcación y con capacidad de alcanzar objetivos a 1.000 kilómetros de distancia. Los planes de Moscú pasan por incorporarlo también a una clase de submarinos nucleares que entrarán en servicio en los próximos años.
Puede volar a 9 veces la velocidad del sonido (11.000 kilómetros por hora) gracias a su sistema de propulsión basado en un estratorreactor. Su ojiva de entre 300 y 400 kilogramos —con posibilidad de ser nuclear— asciende a 28.000 metros para luego descender y llegar al objetivo.
Moscú no ha informado de la entrada en servicio del Zircón, aunque esperaban que estuviera disponible a lo largo del 2022. "Ahora tenemos serias ventajas sobre los principales países occidentales y trataremos de mantener esta posición", declaró en octubre el vice primer ministro de Rusia, Yuri Borisov, tras finalizar una campaña de pruebas del misil.
La invasión de Ucrania ha sido el escenario de la primera aparición del misil hipersónico Kinzhal (Daga, en castellano) como una de las últimas y más modernas incorporaciones en el ejército de Rusia. Se trata de un arma aire-tierra incorporada en un caza Mikoyán MiG-31 capaz de alcanzar los 14.000 kilómetros por hora y un rango operativo de entre 1.500 y 2.000 kilómetros.
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