Rescatar el espíritu de los vuelos supersónicos que hace dos décadas dejaron de estar al alcance del común de los mortales es uno de los objetivos más a corto plazo de la NASA. Prácticamente dos décadas después de que el Concorde dejara de surcar los cielos —incluidos los de España—, la agencia espacial de Estados Unidos se encuentra inmersa en el desarrollo del programa X-59 Quiet Supersonic Technology Aircraft o Aeronave con Tecnología Supersónica Silenciosa.
El fin último del X-59 pasa por conseguir reducir considerablemente la explosión sónica. Este fenómeno físico se produce cuando un objeto traspasa la velocidad del sonido (unos 1.200 kilómetros por hora) dando lugar a un gran estruendo que puede escucharse a decenas de kilómetros de distancia. Algo que jugaba en contra del Concorde y que supuso una traba más para su continuidad.
El primer prototipo fabricado bajo el más absoluto de los secretos acaba de finalizar satisfactoriamente una serie de pruebas de suelo en Texas (Estados Unidos). "Las pruebas en tierra se realizaron para garantizar la capacidad de la aeronave para soportar las cargas y tensiones del vuelo supersónico", comenta la NASA en un comunicado. "Los sistemas de combustible del vehículo también se calibraron y probaron en las instalaciones de Fort Worth (Texas) de Lockheed Martin".
Ahora, el X-59 ya se encuentra en las instalaciones californianas de Lockheed Martin Skunk Works, el departamento de la compañía encargado de los proyectos más complejos y secretos. Donde continuará más pruebas en tierra para ir finalizando su desarrollo y "continúe avanzando en su camino hacia el primer vuelo".
Supersónico y silencioso
El desarrollo de la aeronave comenzó en 2016 cuando la NASA adjudicó un contrato de diseño preliminar a la compañía estadounidense Lockheed Martin. El plan inicial contemplaba la ejecución del primer vuelo en el año 2020, pero una serie de retrasos lo ha impedido y actualmente se espera que a finales de este mismo año se pueda ver a la aeronave en el aire.
La campaña de pruebas comenzó en 2018 sobre Texas con un F-18 Super Hornet —caza del que hereda el motor— volando a 15.000 metros y rompiendo repetidamente la barrera del sonido. En tierra firme, una matriz de sensores recogía la información que se complementaba con los reportes de los habitantes de la zona.
Miles de horas de ingeniería y simulaciones después, las partes estructurales del X-59 se ensamblaron por primera vez en junio de 2019. Casi al mismo tiempo que un prototipo al 9% de escala se sometía a examen en un túnel de viento en las instalaciones del Centro de Investigación Glenn de la NASA. Todas las pruebas han resultado satisfactorias por el momento.
Las próximas fases del programa de desarrollo pasan por la validación de la tecnología sobre zonas pobladas que consiga probar si realmente el boom sónico ha conseguido reducirse. Según los últimos datos de la NASA, esperan comenzar con este tipo de ensayos en 2024 y trasladarán los datos a la Administración Federal de Aviación (FAA) y a otros organismos reguladores internacionales para que validen los números.
"La aeronave de un solo asiento X-59 producirá un golpe sónico apenas audible para las personas en la superficie cuando vaya en velocidad de crucero a velocidades supersónicas", según la propia NASA. El nivel acústico que se han puesto como objetivo es de 75 dB o menos. Algo así como escuchar el cierre de la puerta de un coche a 6 metros.
El X-59 tendrá una longitud de poco más de 30 metros con una envergadura de 9. La velocidad de crucero para el que está diseñado es de 1,4 veces la velocidad del sonido, aproximadamente 1.700 kilómetros por hora. Esto le permitiría volar entre Madrid y Nueva York en aproximadamente 3 horas y media, menos de la mitad de lo que se tarda actualmente.
Esta aeronave no está pensada para escalarse a un avión comercial como el Concorde. "Los fabricantes de aviones podrán decidir si quieren incluir tecnologías desarrolladas en el X-59 en diseños futuros de aviones comerciales supersónicos", según recoge la propia NASA. Algo en lo que algunas compañías ya están trabajando.
Si los planes se van cumpliendo en el plazo estipulado, Lockheed Martin y la NASA recibirán las respuestas de los organismos reguladores en 2028. Concluyendo de esta forma el programa de desarrollo y abriendo la puerta a que los fabricantes de aeronaves apliquen todo lo aprendido.
Un Concorde en 2029
También en Estados Unidos, la compañía Boom Supersonic está desarrollando un avión comercial supersónico por su cuenta. Esta aeronave tiene previsto enfocarse en el segmento del viajero de negocios que no puede perder ni un minuto en los desplazamientos a lo largo y ancho del planeta.
Para ello, hace año y medio presentaron la aeronave Boom Overture como la primera plataforma supersónica de la compañía. Consiguió llamar la atención de la estadounidense United Airlines quien anunció la compra de 15 de estos aparatos y se reservó la opción de adquirir otros 35 más.
"La visión de Boom para el futuro de la aviación comercial, combinada con la red de rutas más sólida de la industria, brindará a los viajeros de negocios y placer el acceso a una experiencia de vuelo estelar", según ha comentó el CEO de United Airlines Scott Kirby. La primera unidad tiene previsto levantar el vuelo en 2026 y conseguir la validación de la FAA poco después para acomodar a los primeros viajeros en 2029.
La propuesta de Boom Supersonic podrá acomodar entre 65 y 88 pasajeros que viajarán a una altitud de 18.288 metros. Los 61 metros de longitud de la aeronave se combinan con un diseño muy similar al clásico Concorde y su par de motores Rolls-Royce podrán impulsarlos a 2.000 kilómetros por hora.
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