Con Rusia avanzando en varios frentes y a punto de asediar la ciudad de Lugansk, Volodímir Zelenski aprovecha cualquier ocasión para seguir pidiendo fuertes inversiones y envíos de armamento actualizado para el ejército ucraniano. Algunos de los blindados y equipamiento militar que los países de la OTAN, incluido España, han enviado a Ucrania ya están operando en el campo de batalla, como el potente obús M777. Sin embargo, a menudo se trata de vehículos anticuados, como la veintena de lanzamisiles múltiples RM-70 Vampiro que la República Checa entregó a Ucrania a mediados de abril. 

Tras el tiempo necesario para la preparación y formación de los soldados que operan estas anticuadas máquinas de los años 70, los vehículos han llegado recientemente a la línea del frente. Con su ayuda, el ejército ucraniano pretende compensar algunas de las numerosas bajas en su arsenal. Su diseño está pensado para ofrecer fuego de cobertura a sus tropas atacando grandes áreas detrás de las líneas enemigas, como centros de mando, instalaciones de apoyo, así como baterías de defensa aérea y de artillería.

Retirados del servicio por la República Checa hace más de una década, los RM-70 Vampiro fueron acondicionados para ser entregados a Ucrania junto con la munición necesaria para armarlos. Hasta el 12 de mayo no aparecieron las primeras pruebas de su llegada al frente en forma de vídeo, y en las últimas semanas su presencia parece indicar que están colaborando en los esfuerzos de Ucrania por contrarrestar los avances rusos y recuperar ciudades como Járkov

Lluvia de misiles

El RM-70 Vampiro es una versión checoslovaca del MLRS (siglas en inglés de los lanzacohetes múltiples autopropulsados) soviético BM-21 Grad. Su desarrollo se llevó a cabo a finales de los años sesenta, hasta que en 1971 entró en servicio por primera vez, un momento convulso en el que en Checoslovaquia empezaba a aflorar la disidencia anticomunista liderada por Vaclav Havel y el movimiento Carta 77.

Desde el punto de vista técnico, el RM-70 MLRS se montó a partir del chasis del Tatra T813 Kolos de producción propia. Se trata de un vehículo de cuatro ejes con un motor de 250 CV y tracción a las cuatro ruedas, con espacio para un conductor y tres tripulantes. Es capaz de alcanzar una velocidad de hasta 85 km/h y de desplazarse tanto en carretera como fuera de ella.

El vehículo lanzacohetes RM-70 Vampire

Posteriormente, se desarrolló una cabina blindada con protección antibalas y antifragmentación. Además, en algunos casos se instaló una ametralladora en la escotilla superior de la cabina, para que la tripulación pudiera defenderse de unidades de infantería próximas.

El verdadero protagonista del Vampiro es el lanzamisiles, que se tomó prestado sin cambios del BM-21 Grad. Es una plataforma giratoria con mecanismos de guiado manual y espacio para 40 cohetes estándar de 122 mm de diseño soviético, con un alcance que llega hasta los 20 km. 

El lanzamisiles múltiple RM-70 Vampiro Karel Subrt Wikimedia Commons

Al tener un chasis largo, los ingenieros checoslovacos aprovecharon ese espacio sobrante para colocar un original dispositivo para el transporte y la carga de 40 proyectiles adicionales, situados entre la cabina y el lanzador. Con la ayuda de sus propios sistemas hidráulicos se realiza la recarga automática después de cada salva de disparos.

Una antigualla de la Guerra Fría

Durante los convulsos años setenta, Checoslovaquia produjo varios cientos de estos MLRS para su ejército, con la idea de reemplazar completamente sus viejos equipos y aprovechar las ventajas de la artillería de cohetes, por lo general más rápida que los obuses. El único contrato de exportación provino de la República Democrática Alemana, cuyo ejército adquirió más de 260 vehículos y un gran número de cohetes.

Desde los años 80, se planificó el uso de nuevos chasis y se instalaron nuevas cabinas, incluso sin blindaje, para modernizar y aligerar un vehículo que ya se estaba quedando anticuado. También se llevó a cabo la automatización de varios procesos, entre ellos el sistema de control de fuego.

Durante el colapso de Checoslovaquia, ya en los años 90, los RM-70 se dividieron entre las fuerzas armadas de los dos nuevos estados. Una vez convertidos en países independientes, Chequia y Eslovaquia decidieron reducir su flota y vender algunos de sus RM-70 al extranjero. La Alemania reunificada también abandonó su uso y acabó vendiendo por completo todas sus existencias. Así, estos lanzamisiles múltiples acabaron en varios países de Asia, África y Latinoamérica.

El interior del RM-70 Excalibur Army Omicrono

Por su parte, la República Checa siguió teniendo en servicio sus RM-70 hasta 2011. Las 60 unidades que quedaban fueron almacenadas, sin encontrar ningún comprador que ofreciera lo suficiente. La agresión de Putin ha llevado al primer ministro checo, Petr Fiala, a desprenderse de 20 de estos sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple para enviarlos a Ucrania como ayuda militar.

¿Qué hacen en Ucrania?

La principal ventaja de los lanzamisiles RM-70 en la situación actual que atraviesa Ucrania es su simple disponibilidad, ya que aumenta las opciones operativas y estratégicas de su ejército. Además de reponer, al menos parcialmente, las grandes pérdidas de material ofensivo de las últimas semanas, también permitirá utilizar gran cantidad de munición ya disponible. 

En cuanto a los problemas que pueden surgir, no hay que olvidar que los equipos que ha entregado la República Checa tienen al menos 30 años, lo que puede implicar fallos de funcionamiento en una fase crítica de la guerra. Sus capacidades de combate en un conflicto moderno también generan cierta desconfianza.

Un BM-21 Grad capturado por los soldados ucranianos Ministerio de Defensa de Ucrania Wikimedia Commons

En términos de alcance y precisión, el RM-70 es notablemente inferior a modelos modernos como el ruso Uragan-1M, que llega a los 70 km con cohetes ordinarios y 90 km con misiles de largo alcance. Además, los proyectiles del RM-70 pueden ser interceptados por las defensas aéreas enemigas con cierta facilidad.

También es cuestionable la capacidad de supervivencia de los RM-70 en la situación actual del conflicto. El ejército ruso tiene la capacidad de detectar cualquier MLRS enemigo en marcha, en posición de disparo o durante el mismo gracias a radares como el SNAR-10M1, que ya ha utilizado para destruir decenas de blindados ucranianos desde que empezó la guerra.

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