Quizá porque sé que las mejores tramas nos las regala la vida, he sacado de los periódicos una buena parte del material literario de mis novelas. El otro día encontré en un diario una de esas historias que uno desearía tener tiempo para desmenuzar, para explorar hasta el último aliento. Hablaba de un joven gallego, Rafael Rivera (no, no soy su prima, ni de éste ni del otro Rivera que ocupa todos los titulares últimamente) que tras perder su trabajo como aparejador decidió reciclarse: escribió un libro de ficción, y como el apremio económico no le permitía esperar el veredicto de las editoriales (es padre de un bebé), decidió vender su obra de puerta en puerta.
Desde hace días, mañana y tarde, Rafael pasea las calles con su novela bajo el brazo, llama a las casas y ofrece su libro como en el pasado se ofertaban decenas de productos. La apisonadora de los tiempos se ha llevado a aquellos vendedores ambulantes que lo mismo vendían un champú que una enciclopedia o una fregona, pero Rafael parece decidido a reinventar el oficio.
Es fácil imaginarlo bajo la menuda lluvia de la costa luguesa, intentando proteger su libro del agua y del viento, llamando al portero automático con un difuso sentimiento de desconcierto: no, no es fácil tocar un timbre y explicar que intentas vender tu libro a desconocidos que a lo mejor no tienen tiempo, ni ganas, ni paciencia para atenderte, ni les gusta leer, ni les importan las circunstancias que llevan a un hombre a convertirse en comercial de sí mismo.
Imagino que Rafael ha tenido tiempo ya de escuchar impertinencias, de afrontar malas contestaciones y hasta desprecios. No sé si Rafael se ha parado a pensar en la extrema dignidad que hay en su decisión. Si ha reflexionado alguna vez acerca de todo lo que rodea ese oficio de escritor-librero a domicilio que se ha inventado como forma de lucha contra la precariedad.
De momento, el empleo le da para vivir, ha agotado los mil primeros ejemplares de su novela Riversideking y prepara la segunda edición. Quizá el día de mañana se convierta en un bestseller. O quizá la historia de Rafael acabe transformada en una de esas películas que emocionan a generaciones enteras. En cualquier caso, señores de la mariña lucense, si Rafael llama a su puerta, ábranla y compren su novela. No sé cómo será Riversideking, pero sí que es obra de una de esas personas extraordinarias que se niegan a dejarse abatir por el lado amargo de la vida.