Corea del Norte asegura que ha detonado con éxito una bomba termonuclear miniaturizada. Un artefacto termonuclear (también llamado bomba de hidrógeno o bomba “H”) tiene una capacidad destructiva muchísimo mayor que una bomba atómica convencional (de plutonio o uranio altamente enriquecido).
En estos momentos nadie parece dudar de que Corea del Norte haya realizado su ya cuarta prueba nuclear, aunque todavía no está confirmado que realmente se trate de un bomba “H”. Sin embargo, diversas fuentes diplomáticas de países occidentales, como Philip Hammond, Secretario de Estado del Reino Unido, no lo ponían en duda pocas horas después del anuncio oficial norcoreano.
Sabemos que los servicios oficiales de sismología de China, Corea del Sur y Estados Unidos han confirmado que se ha producido un terremoto, provocado artificialmente, de nivel 5,1 en la escala de Richter a la 1:30 de la madrugada del miércoles (hora española) en la zona de pruebas nucleares denominada Punggye-ri, ratificando así lo anunciado previamente por la televisión estatal norcoreana. La declaración oficial de Corea del Norte es que esta prueba nuclear se ha hecho en “defensa propia frente a los Estados Unidos, poseedor de numerosas y gigantescas armas nucleares”.
En 1945, un grupo de investigadores que trabajaban en la Universidad de Chicago en el Proyecto Manhattan con el objetivo de lograr que EE.UU. fuera el primer país en conseguir la bomba atómica (su “éxito” fue la causa de los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki) creó The Bulletin of Atomic Scientists, una revista cuya misión, que sigue vigente a día de hoy, es la de alertar a todo el mundo sobre los peligros de la energía nuclear y otras armas de destrucción masiva.
El “Reloj del Apocalipsis” representa la "destrucción total"
En 1947, la Junta Directiva del Boletín decidió representar el riesgo nuclear usando un reloj simbólico llamado "del Juicio Final" o también “Reloj del Apocalipsis”, donde la medianoche representa la "destrucción total y catastrófica" de la Humanidad por la amenaza de una guerra nuclear global. En aquel momento, el minutero se colocó a 7 minutos de la medianoche. Desde entonces, el Reloj del Juicio Final ha sido el símbolo más representativo de peligro nuclear, si bien desde hace algún tiempo incluye el problema del cambio climático y todo nuevo desarrollo de la Ciencia y la Tecnología que pudiera ocasionar algún daño irreparable.
El reloj ha ido variando la hora a lo largo de los años, acercándose o alejándose de las 12 de la noche según los acontecimientos de la política mundial en estas materias, especialmente la proliferación nuclear. Así, en 1991 hemos estado a 17 minutos de la medianoche tras la firma de los tratados de reducción de armamento entre la Unión Soviética y EE. UU. En el otro extremo, hemos llegado a los dos minutos para medianoche en 1953 tras las pruebas nucleares llevadas a cabo por esas mismas potencias. El 19 de enero de 2015, el reloj se adelantó desde las 12 menos 5 hasta los tres minutos para medianoche, alcanzando el nivel de 1984.
Hemos llegado a los dos minutos para medianoche en 1953 tras las pruebas nucleares llevadas a cabo por esas mismas potencias
Lamentablemente, el club de los países poseedores de armas nucleares, no deja de crecer. A Estados Unidos, le siguió la Unión Soviética (siendo Rusia la heredera de todo su arsenal nuclear, tras la descomposición de aquella), Reino Unido (con ayuda de EE.UU.), Francia y, luego, China. Estos son los cinco países oficialmente poseedores de armas nucleares, y los cinco que se sientan de forma permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Pero después de estos lo lograron, con ayuda –extraoficial- de unos u otros de los anteriormente citados: Israel, India, Pakistán y Corea del Norte. Otros lo intentaron en su momento y otros parecen estar aún en ello. Por otro lado, resulta muy preocupante el creciente contrabando internacional de material nuclear y radiactivo, propiciado por una serie de conflictos y el colapso de Estados fracasados.
Veremos si los científicos del Bulletin of Atomic Scientists deciden adelantar otra vez el minutero a consecuencia de lo ocurrido, pero lo cierto es que la señal dada por Corea del Norte, país gobernado por el inquietante e impredecible dictador Kim Jong-un, es extremadamente grave. Es una pésima noticia para los esfuerzos mundiales sobre no-proliferación nuclear y los de desnuclearización de la península coreana respaldados internacionalmente y, en particular, para la seguridad de la región del noreste de Asia, una de las más conflictivas del mundo.
La comunidad internacional ha criticado el experimento
Como era de esperar, de forma prácticamente unánime la comunidad internacional ha criticado el experimento termonuclear norcoreano como un grave incumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas, y de inmediato se convocó una reunión de emergencia de su Consejo de Seguridad. Organizaciones como Human Rights Watch han reaccionado muy duramente recordando la brutalidad del régimen norcoreano reclamando que su lider Kim Jong-un debería ser juzgado por crímenes contra la Humanidad ante el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya.
La clave del reciente anuncio de Corea del Norte está, no sólo en que haya logrado hacer una bomba "H" -lo cual, de por sí, sería muy preocupante-, sino también en que realmente haya sido capaz de miniaturizarla, pues eso implicaría que el artefacto nuclear conseguido sería entonces lo suficientemente pequeño y ligero (algo menos de un metro de diámetro, y menos de una tonelada de peso) como para cargarla en un misil de largo alcance. En octubre de 2015, el almirante Bill Gortney, jefe del Comando Norte de Estados Unidos y del Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte, declaró que creía que Corea del Norte tenía cohetes intercontinentales con alcance suficiente para golpear los EE.UU. Esto tiene un componente psicológico de gran relevancia.
De ser cierto todo lo que afirma el gobierno norcoreano, se habría introducido un elemento diferencial de gran importancia con respecto a la situación anterior: Corea del Norte habría incrementado enormemente su grado de amenaza y, al tiempo, su capacidad de disuasión nuclear. Las tres pruebas nucleares anteriores (realizadas en 2006, 2009 y 2013) involucraron la explosión de bombas atómicas (de fisión nuclear), mucho menos potentes, y según fuentes internacionales, de poco rendimiento, y había dudas de si esos artefactos podrían cargarse en un misil. Todo eso podría haber cambiado ahora radicalmente.
Diferencias entre una bomba termonuclear y una bomba atómica
Todos conocemos los efectos devastadores de una bomba atómica: los japoneses lo sufrieron en sus propias carnes cuando Estados Unidos bombardeó la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto de 1945 (con una bomba atómica hecha de uranio enriquecido de 16 kilotones de potencia) y, tres días más tarde, Nagasaki (con una bomba atómica de plutonio, de 21 kilotones), produciendo más de 210.000 víctimas mortales.
A las que habría que sumar los fallecimientos de los hibakusha (término japonés que significa ‘persona bombardeada’ y con el que se designa en el país nipón a los supervivientes de los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki) por los efectos de la radiactividad emitida. Oficialmente hay más de 360.000 hibakusha de los cuales la mayoría, antes o después, han sufrido enfermedades provocadas por la radiación tales como cáncer.
No se ha lanzado ninguna bomba de hidrógeno sobre poblaciones humanas, pero se han detonado muchas en pruebas nucleares en el pasado
Esa tremenda capacidad destructiva de las bombas atómicas se queda pequeña comparada con las de las bombas termonucleares. La potencia de éstas últimas se mide en megatones. Un megatón equivale a 1.000 kilotones, por lo que una bomba “H” es varias miles de veces más potente que una bomba atómica.
No se ha lanzado ninguna bomba de hidrógeno sobre poblaciones humanas, pero se han detonado muchas en pruebas nucleares en el pasado. La más potente de todas fue la conocida como la “bomba del Zar”, probada con éxito el 30 de octubre de 1961 por la URSS a 4 km. de altitud en un archipiélago ruso situado en el océano Ártico, cuya potencia alcanzó los 50 megatones.
¿En qué difiere una bomba atómica de una termonuclear? Una bomba atómica se basa en la fisión nuclear, es decir, el núcleo de un átomo (normalmente, uranio-235 o plutonio-239) se divide para producir dos elementos más pequeños, generando partículas subatómicas libres y mucha energía, que se libera bruscamente con alto poder destructor.
La bomba termonuclear se basa en el fenómeno contrario: la fusión nuclear (el tipo de reacción que tiene lugar en el Sol). En ella, dos o más núcleos atómicos ligeros (isótopos del hidrógeno: deuterio y tritio) se unen en núcleos más pesados (helio). En el proceso, parte de su masa se convierte en grandes cantidades de energía, siguiendo la famosa fórmula de Einstein: E=mc2. Pero para lograr la fusión nuclear se requiere previamente conseguir inmensas cantidades de energía, pues es necesario poder vencer las enormes fuerzas de repulsión existentes entre los isótopos del hidrógeno.
La Humanidad está muy lejos de poder imitar a las estrellas
Pese a estar investigando en ello más de 50 años, el ser humano aún no ha sido capaz de mantener de forma sostenida una reacción de fusión nuclear. A pesar de las ingentes cantidades invertidas en este tipo de investigación, la Humanidad está muy lejos de poder imitar a las estrellas y confinar su poder de forma controlada en un reactor, si es que lo logra alguna vez. En cambio, sí lo ha logrado ya de forma descontrolada: ese es el fundamento de la bomba de hidrógeno.
Todas las bombas termonucleares necesitan, para poder explotar, que previamente explosione en su interior una bomba atómica de fisión. Sin la gran cantidad de energía que libera la bomba atómica no sería posible lograr las condiciones que posibilitan la fusión nuclear. Entonces, al producirse ésta, es cuando se liberan, de forma totalmente destructiva, las inmensas cantidades de energía, que, como hemos visto, se miden en megatones.
Así pues, una bomba termonuclear es esencialmente una explosión de dos etapas: primero una ocasionada por una reacción de fisión nuclear, la segunda, por una reacción de fusión nuclear.
La primera bomba termonuclear fue detonada por los EE.UU. en un atolón de las Islas Marshall), el 1 de noviembre de 1952, con tremendos impactos sobre el ecosistema de la región. La temperatura alcanzada en la «zona cero» (lugar de la explosión) fue de más de 15 millones de grados, tan caliente como el núcleo del Sol, por unas fracciones de segundo.
Carlos Bravo Villa es biólogo, consultor ambiental y miembro de Salvia