Anda España inquieta desde que el domingo pasado se le ocurrió al periodista Pedro Simón escribir que Elrubius es un chaval normal de veinticinco años, es decir sin mayor interés más allá de los euros de su cuenta corriente. Es cierto que la entrevista a Rubén Doblas Gundersen transmite la impresión de que el chico no ha soportado la intemperie. No ayudan en nada sus respuestas, que desconozco si están sacadas de contexto, como él dice. Quizá Elrubius debería grabar sus entrevistas para evitar hipotéticas descontextualizaciones.
Sea como sea, parece ser que algunos españoles esperaban una lección magistral del youtuber sobre internet, emprendimiento y nuevas formas culturales. Pero se encontraron con afirmaciones del tipo “¿Qué hago? Subo vídeos a internet” y dedujeron que la culpa era del periodista por no haber hecho las preguntas correctas. Digo yo que si lo que se quiere es leer algo interesante sobre los temas antes mencionados lo mejor es acudir a Jaron Lanier, Clay Shirky o Evgeny Morozov antes que a Elrubius, pero allá cada cual con sus tensiones internas.
Los argumentos en defensa de Elrubius se resumen en dos. “Si tiene millones de seguidores será por algo” y “lo que pasa es que no le entendemos”.
El primer argumento lo firmarían de inmediato y con el dedo gordo del pie los tronistas de Mujeres y hombres y viceversa. También Donald Trump. A fin de cuentas, todos ellos son fenómenos sociológicos en el mismo sentido en que lo es Elrubius.
Al segundo argumento vamos a llamarlo El imposible ontológico de Elrubius. Bienvenidos a la primera generación de adultos de la historia que dice no entender un producto cultural diseñado para sus hijos de doce años. Ni que fuera Schopenhauer. Yo sí entiendo los vídeos de Elrubius, pero comprendo las dificultades ajenas: los adolescentes son de un arcano k t kgas.
Más trampa tiene la acusación de prepotencia y de superioridad intelectual dirigida al entrevistador. Yo no la leo por ningún lado, pero en cualquier caso me preocupa bastante más la prepotencia de esa inferioridad intelectual de la que han hecho gala los que aplaudieron las lecciones de periodismo con las que Elrubius contestó tras la publicación de la entrevista. Aquello de “la prensa nos desprecia por ser jóvenes”. Un ejemplo de manipulación de manual, por cierto, porque… ¿quiénes son los “nos” de la frase? Elrubius y sus seguidores, por supuesto. Muy hábil, eso de convertir un problema puntual con un periodista en una cruzada de la prensa contra los jóvenes.
Puede, no lo niego, que la entrevista a Elrubius no haya dicho mucho de Rubén Doblas Gundersen. Estoy incluso dispuesto a defender esa tesis. Pero a los españoles los ha retratado en todo su esplendor. Ahí Pedro Simón ha dibujado la línea entre niños y adultos con la precisión de un cirujano.