Sharapova y un dopaje de moda
El autor, doctor en Fisiología del Ejercicio, explica por qué el meldonium puede mejorar el rendimiento físico, aunque su uso inapropiado entraña riesgos importantes.
La rueda de prensa de María Sharapova del 7 de marzo de 2016 será recordada como la presentación en sociedad del Mildronate, un añejo fármaco anti-isquémico que ha sacudido los cimientos del deporte mundial. No sólo por el historial y poder mediático del gigante caído en esta ocasión, sino por el debate que se ha abierto a raíz de que el gran público vea que el suyo no es un caso único: con ella son ya más de una docena los deportistas cazados en los apenas 3 meses que lleva incluida esta sustancia en la lista prohibida de la Agencia Mundial Antidopaje.
La cascada de positivos es variopinta y destacan entre ellos Vorganov (ciclista del equipo Katusha), Aregawi (mediofondista etíope nacionalizada sueca), Negesse (fondista etíope campeón del maratón de Tokio), Bobrova (campeona olímpica de patinaje artístico)... y apenas unas horas después del anuncio de Sharapova, Pavel Kulizhnikov (pentacampeón y plusmarquista mundial de patinaje de velocidad), que raudo se ha unido a esta nómina de ilustres ídolos con pies de barro.
Se le conoce como el 'curalotodo', pero es un producto destinado a combatir la isquemia
¿Qué es el Mildronate y por qué esta irremisiblemente de moda? El Mildronate no es más que el nombre comercial del meldonium un producto químico sintético creado en la Letonia de los años 70 por el prestigioso químico orgánico Ivars Kalviņš (nada menos que finalista del premio al mejor inventor del año 2015). Es un fármaco versátil, no en vano en los países donde se comercializa se le conoce como el curalotodo, pero realmente es un producto destinado a combatir los síntomas de la isquemia en pacientes convalecientes de infartos, angina de pecho y otro tipo de patologías cardíacas.
El mecanismo de acción es relativamente sencillo: su estructura, análoga a un intermediario de la producción de L-carnitina, inhibe la síntesis de esta última. La L-carnitina, relativamente conocida por su empleo en productos dietéticos o como quemagrasa, es un compuesto clave que permite el transporte y facilita la quema de ácidos grasos. Así, el hecho de bloquear su síntesis conllevaría irremediablemente a tener que usar vías alternativas para obtener energía distintas a la quema de grasas, por ejemplo la glucosa. Esto tiene su sentido, ya que la quema de azúcares (la glucosa lo es), implica un menor uso de oxígeno para conseguir la misma cantidad de energía, y por tanto en un paciente con isquemia (donde la circulación y disponibilidad de oxígeno es limitada) es una ayuda importante.
Aumenta la capacidad aeróbica y la resistencia, mejora la actividad cardíaca y facilita la recuperación
Sin embargo, los deportistas de élite como María Sharapova no son pacientes isquémicos, así que obviamente deben existir otros efectos lo suficientemente tentadores como para arriesgarse a consumir un medicamento a priori innecesario. Los estudios son abrumadores: el meldonium parece mejorar la tolerancia al ejercicio, reduce los niveles de lactato y urea, mejora la capacidad aeróbica, aumenta la resistencia, mejora la actividad cardíaca y la capacidad de trabajo, facilita la recuperación y parece que incluso puede aumentar la concentración de testosterona.
Todos estos efectos son algo parecido a un irresistible canto de sirena que un deportista que juega al límite de lo legal no pasaría por alto (y eso quizá explique que hasta un 2.2% de 8.400 muestras analizadas al azar antes de que la prohibición entrara en vigor tuviera trazas de este fármaco milagroso. O la isquemia es una plaga en el deporte de élite a la altura del asma, o es que realmente hay una intencionalidad en su uso en pos de una ventaja competitiva manifiesta).
Puede mejorar el estado de ánimo, reducir el estrés mental y la fatiga y aumentar la concentración
Para convencer a los indecisos, añadir que por su efecto estimulante de la síntesis de óxido nítrico (vasodilatador que mejora la circulación) puede además mejorar el estado de ánimo, reducir el malestar y lo más importante para un deportista sometido a grandes presiones, reducir el estrés mental, los estados de fatiga y aumentar la concentración.
Voces ingenuas defensoras de causas imposibles alegarán que el positivo de Sharapova es injusto, que era una sustancia permitida hasta hace apenas 3 meses (se incluyó en la lista de sustancias prohibidas el 1 de enero de 2016) y que como la tenista rusa ha explicado, sencillamente lo tomaba por un déficit de magnesio primero y debido a su historial familiar de diabetes después.
Dejemos que los datos hablen: el meldonium está en la lista de sustancias prohibidas porque hace pleno cumpliendo los tres criterios que establece la Agencia Mundial Antidopaje. Por un lado tiene potencial para mejorar el rendimiento deportivo, además plantea un riesgo real o potencial para la salud del deportista y por encima de todo, vulnera el espíritu del deporte tal y como está descrito en el código mundial antidopaje.
Su abuso conlleva el riesgo de desarrollar una esteatosis hepática y alteraciones en los riñones
Que mejora el rendimiento deportivo es obvio, los resultados de los estudios científicos así lo atestiguan y la propia Sharapova ha reconocido eufemísticamente que lo tomaba porque le hacía sentirse "sana". Su potencial riesgo para la salud viene dado por el hecho de que bajo determinadas circunstancias puede implicar el desarrollo de una esteatosis hepática y alteraciones en la estructura de otros órganos como los riñones. Por último y respecto a la vulneración del espíritu del deporte ¿Qué decir cuándo es un fármaco para pacientes cardíacos no aprobado ni por la Food and Drug Administration de Estados Unidos ni la Agencia Europea del Medicamento, y que está siendo usado por una persona sana para mejorar su rendimiento y obtener una ventaja competitiva?
Una persona como Sharapova, residente en Estados Unidos, no ha podido adquirir de manera legal este fármaco allí, así que la pregunta debería ser quién la proveía y cómo, y lo que es más, justificar el uso de un fármaco cuyo protocolo de toma estándar es de apenas 4-6 semanas, habiendo ella reconocido utilizarlo durante los últimos 10 años.
Es hora de dejar atrás pueriles argumentos y excusas dignas de la pasta de dientes contaminada con nandrolona de Dieter Baumann. Sharapova no empezó a tomar meldonium por un déficit de magnesio, porque para eso existen suplementos de magnesio. Y por supuesto no siguió utilizando meldonium durante 10 años por un historial familiar de diabetes. Un icono del deporte no puede escudarse en embustes sonrojantes y disculparse después afirmando que desconocía que esta sustancia estaba incluida en la lista prohibida de la Agencia Mundial Antidopaje. Primero porque es responsabilidad de todo deportista el conocer qué entra en su cuerpo en cada momento y porque el desconocimiento de las normas no exime de su cumplimiento.
Ella es la punta de lanza de un dopaje masivo en países de la órbita soviética, durante años desapercibido
Ella no es más que la punta de lanza de un dopaje masivo en países de la órbita soviética que durante años ha pasado desapercibido. Primero fue el gas xenón, ahora es el turno del meldonium (que seguirá trayendo un goteo incesante de nuevos positivos) y queda por saber qué será lo siguiente que añada otro clavo al ataúd de la credibilidad del deporte de élite.
***Jordan Santos Concejero es doctor en Fisiología del Ejercicio por la Universidad del País Vasco UPV/EHU.