Sí. El título debería ser, en realidad, La navaja de Ockham y no La navaja de doña Pilar de Borbón, pero la hermana del rey emérito está más de actualidad esta semana y, reconozcámoslo, tiene más tirón periodístico que el fraile franciscano inglés. De ahí el titular. Ockham, filósofo escolástico medieval, ideó un principio metodológico y filosófico para resolver situaciones complicadas aplicables a la lógica, a la medicina, a la teología… y al pago de impuestos. Sentenció: “En igualdad de condiciones la explicación más sencilla suele ser la más probable”. A mi modo de ver, sirve para resumir con sólo 13 palabras el significado de 11 millones de documentos, los llamados Papeles de Panamá.
¿Por qué alguien se lleva su dinero tan lejos, a un paraíso fiscal como Panamá, con las molestias y los gastos que todo ello debe de suponer? ¿Por temor a ser secuestrado por ETA, como ha aducido la hermana de don Juan Carlos? En ese caso, mejor hubiera sido poner tierra de por medio, irse a vivir a Panamá, lejos de la organización terrorista, y dejar el dinero a resguardo en el reino de España, país donde reinaba precisamente su hermano. ¿Para evitar filtraciones a la prensa sobre su fortuna, siempre tan chismosa y entrometida, con ganas de ver la paja en el ojo ajeno y publicarlo? Tampoco parece ésta una razón creíble: la opacidad de Hacienda en España respecto a los bienes de los ciudadanos en general ha rozado un secretismo, nocivo, muy al contrario de lo sucedido en otros países, como Gran Bretaña, donde las declaraciones de la renta son prácticamente de acceso público.
No parece, pues, que doña Pilar tuviera una cuenta abierta en Panamá para evitar fisgones. La opacidad económica en el caso de la Familia Real, a la que doña Pilar ha pertenecido formalmente hasta hace nada, ha sido uno de los grandes secretos de Estado, si no el mayor. Del dinero de la Casa Real sólo se sabía lo que recibía de los Presupuestos del Estado, pero no en qué lo gastaba, conducta que ha comenzado a cambiar con Felipe VI. Preguntar por cuestiones de dinero en el Palacio de la Zarzuela era perder el tiempo. Corrías, además, el riesgo de que te mandaran al manicomio o te señalaran la puerta de salida en el trabajo.
“En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable”. Veamos. Doña Pilar, enfermera titulada, se convirtió en presidenta de la empresa Delantera Financiera -¡vaya nombrecito!- en agosto de 1974, una sociedad registrada en Panamá desde 1969. Doña Pilar la disolvió el 2 de junio de 2014. Las dos fechas coinciden con acontecimientos relevantes para la monarquía en España. En el verano del 74 su hermano asumió interinamente, por primera vez, la jefatura del Estado, con Franco a un paso de irse a un paraíso no precisamente fiscal. En junio de 2015, tal día como el 2, día de la clausura de Delantera Financiera en Panamá, don Juan Carlos I anunció su abdicación tras casi 40 años de reinado. ¿Qué opinaría el monje Ockham de tan significativas coincidencias?
Si Hermano Lobo o La Codorniz siguieran publicándose en estos tiempos donde la vida nacional se ha convertido en puro humor negro, llevarían en portada una Delantera Financiera formada por doña Pilar, Messi, Imanol Arias y Pedro Almodóvar; en un partido locutado por Vargas Llosa. Los cinco nombres aparecen en los Papeles de Panamá. Los semanarios se habrían atrevido a colocar en la banda, escondido detrás del banderín, al rey Juan Carlos aplicando el principio de Ockham con las fechas de la empresa de doña Pilar en Panamá. La infanta, por cierto, ha estado muy relacionada e implicada con la millonaria llegada a España de la colección Thyssen y con el desarrollo del museo en Madrid. El apellido Thyssen Bornemisza también figura en los Papeles de Panamá.
Los tabús acaban engendrando monstruos. Así ha pasado con el dinero de la Familia Real, especialmente con el del propietario del DNI 00000010X, el rey don Juan Carlos: del secretismo han surgido leyendas y fantasmas basadas, seguramente, más en deseos torcidos que en realidades. Sólo faltaría que la amnistía fiscal de 2012, propiciada por el ministro Montoro, tuviera beneficiarios de sangre azul y bolsillo oscuro. La tía, la hermana, el padre y lo que quede… Todos son problemas en casa del pobre; en este caso, del rey Felipe VI.
¿La campaña de la renta?
Sí. Ya se ha abierto el plazo para presentar la declaración de la renta. Con este ingobierno, no gobierno o desgobierno (¿cómo se diría?) que tenemos y no tenemos, se desconoce cuál será la campaña publicitaria para animar al ciudadano a cumplimentarla. Los Papeles de Panamá no son muy estimulantes. “Hacienda somos unos cuantos”, “Hacienda somos todos menos unos cuantos”, “Hacienda es tu paraíso, jódete”, “Hacienda eres tú y solamente tú”, como la canción, son algunos lemas posibles para este año. Con una palabra final: ¡Padre! No por el programa informático sino con el significado mexicano de estupendo, genial, coreada por un coro de relevantes evasores fiscales.
¿La vida es todo...?
Sí. La vida es todo aquello que pasa mientras estás ocupado haciendo planes. La frase es de John Lennon y encaja con nuestra realidad política. Mientras Sánchez, Rivera e Iglesias se han ocupado del juego de la silla de la Moncloa, el que se ha quedado sin asiento es el ciudadano, con intereses perentorios sin atender al no haber gobernanza. Por su parte, Rajoy, el barón rampante de la novela de Italo Calvino, otea el panorama desde la copa del árbol de la Moncloa. Sonríe y asiente ante la falta de acuerdos. Sigue el principio de las arenas movedizas aconsejado por otro Arenas (Javier): si caes en una ciénaga de estas, no te muevas, espera ayuda, porque el movimiento provocará una succión más rápida y la muerte segura.
A Rajoy le ha funcionado la táctica de las arenas movedizas en su carrera política. No quiere ahogarse sin importarle el destino del resto. Su actitud egoísta está tipificada en el artículo 195 del Código Penal: se llama denegación de socorro; en este caso, de la nación. Porque usted, señor Rajoy, es el presidente en funciones de España. Si hubiera dado un paso atrás, seguramente habría ya un gobierno de gran coalición PP-PSOE-Ciudadanos, reformista y regenerador, con otro candidato popular. La cuenta atrás acaba el 23 de abril, fecha límite para poner en marcha el proceso de encargo de gobierno por parte del Rey y la celebración del debate de investidura. Quedan, pues, 13 días. Si no, el 2 de mayo habrá convocatoria de elecciones para el 26-J. El 23 de abril de hace 400 años murieron Shakespeare y Cervantes y en éste puede morir un poco más el último gramo de respeto que queda en España hacia la clase política.
Atentos, pues, a movimientos suicidas de última hora. Todos vamos dentro del mismo coche. La estrategia de Podemos está clara: aliarse con la antigua IU de Alberto Garzón. Ganar un millón de votos y comprometerse con nacionalistas e independentistas a trocear España si es necesario a cambio de su apoyo. Y a ver cómo queda el próximo Parlamento. Escándalos como la financiación procedente de Venezuela apenas arañan su electorado. La abogada y feminista Wendy Kaminer explicó muy bien el halo que envuelve a estos fenómenos sociológicos: “La verdad reside en lo que sientes, no en lo que sabes en tu cabeza y mucho menos en lo que puedas probar”. También sucede con parte del votante del PP.
¿Regreso a la profesión?
Sí. Como periodismo empieza por P, de Pasión, lo normal, al menos para mí, es volver a la profesión a través de otra P mayúscula, la de Pedro J. Ramírez. Juntos, con la ayuda de extraordinarios profesionales, creamos en El Mundo algunos productos señeros como Crónica, La Otra Crónica o Yo Dona. Mis cuatro meses de rodaje en EL ESPAÑOL con Las Preguntas de la Semana me dan bríos para incorporarme a esta redacción. Un buen periodista se distingue de un mal periodista de dos maneras: 1) El bueno es el que llega primero para poder publicar antes la noticia. 2) El bueno es el que finalmente la publica superando todo tipo de intereses. EL ESPAÑOL es un lugar propicio para intentar ser un buen periodista. Por todo esto me uno a esta joven aventura con el único ánimo de informar y entretener a su creciente número de lectores. Nada más y nada menos.