Los resultados del primer trimestre de 2016 para Apple quedarán marcados en el calendario por poner fin a 51 trimestres consecutivos, más de trece años, de crecimiento. La empresa ha ingresado más de cincuenta mil millones de dólares, con resultados netamente positivos, pero esa cifra supone, por primera vez desde hace muchísimo tiempo, un decrecimiento neto de 12.8% en facturación con respecto al trimestre anterior, algo que no ocurría desde el primer trimestre de 2003.
¿Las razones? Fáciles de entender. La vuelta de Steve Jobs en 1997 transformó una compañía al borde del desastre en una historia de éxito capaz de encadenar productos tan exitosos como el OS X, el iPod, el iPhone o el iPad. Productos que, a pesar de no ser inventos suyos y de basarse en conceptos ya desarrollados, han cambiado de manera integral la relación con la tecnología de muchísimas personas. Convirtieron la tecnología en un objeto de deseo, revolucionaron sus segmentos: aunque había decenas de modelos de reproductores MP3, de teléfonos móviles o de tabletas anteriores a las de la compañía, todas pasaron a tomarlas como modelo a seguir tras su lanzamiento, convirtiéndolas en importantes fuentes de ingresos para una compañía que logró convertirse en la más valiosa del mercado.
El iPhone ha sido el producto más destacado. Desde su lanzamiento en 2007, se convirtió en la base del crecimiento, en el 75% de los productos vendidos por la marca de la manzana, en el 65% de su facturación. Pero nada dura eternamente: el mercado de smartphones muestra signos de saturación, el crecimiento viene ya de los segmentos más bajos en los que se incorporan consumidores menos adinerados, y en la parte alta surge también competencia. Como en el ordenador personal o la tableta, otras marcas que imitaron su diseño basándose en estándares abiertos han logrado superarla en el mercado masivo.
Los resultados de Apple muestran una enorme dependencia de la reinvención de nuevas categorías. La idea de que “desde la muerte de Steve Jobs ya no es lo mismo” no resiste un análisis serio: con Tim Cook al mando, ha entrado en categorías como el reloj o los medios de pago, y parece disponerse a un salto más ambicioso aún: el automóvil. Además, ha potenciado los servicios: la compañía ya gana más vendiendo apps o música que ordenadores. Y sigue sentada sobre más de 233,000 millones de dólares en cash.
El crecimiento nunca es eterno, o genera monstruos. Pero conviene poner las cosas en contexto: ya quisiera cualquier compañía que sus problemas fuesen como los de Apple.