Con la victoria y clasificación del Real Madrid volverá a repetirse una final española en la Champions y, por segunda vez en la historia, como ya ocurrió en 2014, la jugarán dos clubes de la misma ciudad. Hablamos de la competición más prestigiosa, la que más ansían los grandes equipos del continente y, en consecuencia, la más difícil de conquistar. De ahí el gran mérito de lo ahora conseguido.
La Champions da prestigio, revaloriza nuestra Liga y funciona como reclamo para los profesionales de este deporte. También produce ingresos y genera negocio del que se beneficia la sociedad en su conjunto. La explicación de este éxito sin precedentes del fútbol español, que se suma a los recientes logros de la Selección y de otros equipos como el Barcelona, hay que buscarla en la envergadura de los clubes, la fidelidad de las aficiones y la buena organización deportiva.
En el caso del Real Madrid y del Atlético, esta hazaña coincide con la consagración de Simeone como gran entrenador y la confirmación de que la apuesta por Zidane fue acertada. Pero es que hoy mismo otros dos clubes españoles, Sevilla y Villarreal, podrían convertirse en finalistas de la Europa League. Si así ocurriera, sería también la primera vez en la historia que cuatro equipos de un mismo país copan las dos grandes competiciones europeas.
Este miércoles, un informe económico sobre la Primera y la Segunda División elaborado por el Consejo Superior de Deportes revelaba que los clubes incrementaron sus ingresos un 12,3% en 2015, lo cual ha permitido reducir deudas y fortalecer su situación financiera. Esa senda a seguir se recorre más fácilmente con éxitos deportivos.
Con todo merecimiento, Madrid vuelve ahora a convertirse en capital mundial del fútbol. La ciudad no podía tener un mejor escaparte internacional que esa cita del 28 de mayo en Milán, que será retransmitida a los cinco continentes. Y ahora, que gane el mejor.