Las primarias en California de este martes han marcado un punto de inflexión en la carrera por la Presidencia estadounidense, tanto desde un punto de vista simbólico como fáctico. Si bien Donald Trump ya tenía asegurada la nominación desde hace semanas en el bando republicano, la contienda particular entre Hillary Clinton y el representante del ala izquierda del Partido Demócrata, Bernie Sanders, aún estaba por decidirse.
Pues bien, esa contienda es la que ya tiene un final que encumbra a Clinton de facto, si bien todavía no de iure, pues ahí está la intención declarada de Sanders de llegar hasta la Convención Demócrata, a celebrar entre el 25 y el 28 de julio. Hillary Clinton ya obtuvo todos los delegados necesarios para la Convención tras las primarias celebradas en Puerto Rico, pero este supermartes ha permitido incrementar su ventaja y adquirir mayor legitimidad de cara al electorado demócrata.
La polémica del voto de los 'superdelegados' ya ha sido abierta por la candidatura de Sanders
Clinton no siempre ha tenido el viento de espalda en las primarias, máxime teniendo en cuenta que una parte sustancial del apoyo recibido le viene de los conocidos como superdelegados, cargos no electos con puestos en el aparato del partido o en instituciones que tendrán derecho de voto. La polémica del voto de los superdelegados -cuyo número es considerablemente mayor en el Partido Demócrata que en el Republicano- ya ha sido abierta por la candidatura de Sanders.
A lo largo de estas primarias, Clinton ha gozado de diferentes apoyos, que presumiblemente mantendrá en las elecciones presidenciales. Entre los más destacados cabe mencionar a la población afroamericana, que la ha respaldado en una enorme proporción. También ha gozado del apoyo mayoritario de la población latina -que puede conservar en las presidenciales, teniendo en cuenta los comentarios que le ha dedicado su rival republicano- y el de las mujeres de mediana edad, que ya fueron uno de sus principales respaldos en las primarias de 2008, cuando se enfrentó a una durísima lucha por la nominación frente al ahora presidente Barack Obama. Irónicamente, Obama será uno de los principales apoyos que la candidata tendrá de cara a las elecciones de noviembre.
Se ha planteado que la presidencia de Clinton constituiría una suerte de "tercer mandato" de Obama
Se ha planteado que la presidencia de Clinton constituiría una suerte de "tercer mandato" de Obama, una carta utilizada por la propaganda del Partido Republicano pero compartida por numerosos analistas. Sin embargo esa interpretación la ha explotado Clinton en su propia campaña, convencida de que podría beneficiarle internamente. Sin embargo, Clinton y Obama, aunque han compartido una agenda común en numerosos asuntos de política interna -como la reforma del sistema sanitario que Hillary ya quiso implementar en su etapa como primera dama-, también discrepan en puntos clave.
Son conocidas, por ejemplo, sus diferencias en política exterior, ya aireadas por ambos en el transcurso de diferentes entrevistas. En tanto Obama ha optado por una presidencia escasamente intervencionista si se compara con sus predecesores y ha rechazado verse envuelto en conflictos armados sin solución aparente -como es el caso de Siria-, Hillary ha demostrado una tendencia mayor a la política exterior enérgica. Así lo ha expuesto en relación a Libia o Siria. En estos casos, la postura de Clinton está más cercana a las de algunos sectores ideológicos de la Administración Obama, como los liberales intervencionistas, partidarios de utilizar la fuerza si es necesario para defender los valores del pueblo estadounidense o evitar vulneraciones masivas de derechos humanos.
La ex secretaria de Estado ha optado por una postura crítica frente a acuerdos como el TPP o el TTIP
La actual embajadora de Estados Unidos en Naciones Unidas, Samantha Power, es un claro ejemplo de esta corriente. Esta postura en asuntos internacionales ha motivado el apoyo de destacados neoconservadores como Robert Kagan, en desacuerdo con la posición menos intervencionista de Trump en política exterior.
Tampoco las cuestiones del libre comercio son, aparentemente, aspectos que unen a Clinton y a Obama, si bien es difícil analizar hasta qué punto el cambio en el discurso de Hillary se ha visto modificado por el auge del ala izquierda del Partido Demócrata. En este punto, la ex secretaria de Estado ha optado por una postura más crítica frente a acuerdos como el TPP o el TTIP, dejando en el aire el apoyo a unos proyectos que se encuentran entre los más importantes del presidente.
Uno de los primeros retos de Clinton será integrar a un sector izquierdista con un peso creciente
Uno de los primeros retos de Clinton, una vez conseguida la nominación, será unificar a un partido dividido e integrar a un sector izquierdista con un peso creciente, como se ha visto en las primarias, donde la polarización ha sido notoria. Esta polarización no ha surgido de la noche a la mañana, es un proceso que venía fraguándose desde hace tiempo, como demuestra la popularidad de la senadora Elizabeth Warren por Massachussets, destacada crítica de las prácticas de los sectores financieros asociados a Wall Street. No enajenarse a este sector, compuesto principalmente por jóvenes, y ser capaz de atraer a aquellos votantes conservadores que no simpatizan con Trump, será uno de los principales desafíos para Clinton. Por eso el propio Bernie Sanders ya ha sonado entre los candidatos para formar tándem, aunque es muy pronto para plantearse esa posibilidad.
En estos momentos Hillary Rodham Clinton es, indudablemente, la candidata con más probabilidades de ganar las elecciones presidenciales de noviembre y convertirse en la primera mujer presidente de la historia estadounidense. Sin embargo, haría mal en confiarse.
A pesar de las antipatías que genera Trump, la distancia en las encuestas se ha reducido
La distancia en las encuestas se ha reducido en las últimas semanas y no es un secreto para nadie que, a pesar de las antipatías que Trump genera en determinados sectores del electorado -incluso republicano- Hillary tampoco despierta grandes entusiasmos, particularmente en sectores que han votado al Partido Demócrata en el pasado, como el de los los jóvenes o los trabajadores blue collar, que es como se denomina coloquialmente en Estados Unidos a los obreros o trabajadores manuales. El sector de los hombres blancos de más edad es uno en particular que puede resistirse a la candidata demócrata.
Por otra parte, Trump ya ha sorprendido a numerosos analistas y miembros del establishment de su partido consiguiendo la nominación frente a la hostilidad del aparato, carta que podría jugar frente a Clinton en un contexto de hartazgo ante las élites tradicionales. Las primarias de California marcan el final de la primera etapa de las elecciones estadounidenses por la Presidencia: ahora se abre la verdadera contienda y el final está abierto.
***Juan Tovar Ruiz es profesor de Relaciones internacionales de la Universidad de Burgos y Autónoma de Madrid.