Más de 35 heridos, uno debatiéndose entre la vida y la muerte y varios graves, después de tres días de violencia hooligan en Marsella y -este domingo- en Niza, son razones suficientes para preguntarse si Francia puede garantizar la seguridad de la Eurocopa durante el mes que dura la competición.
Si reparamos en que la amenaza terrorista ha movilizado a la Interpol -por primera vez en una Eurocopa- y que la inteligencia francesa mantiene a 2.000 agentes en máxima alerta, más incomprensible se hace la ola de violencia desatada. El Ministerio del Interior francés ha alegado que su dispositivo de seguridad está diseñado para hacer frente a posibles atentados pero no al fanatismo de las aficiones, una excusa que puede generar más desconfianza que tranquilidad sobre su capacidad. Es evidente que la Policía gala no ha sabido separar a las aficiones de selecciones con un destacado historial de violencia, que fallaron los dispositivos de control, lo que permitió el acceso al Estadio de Velodreme de bengalas, y que no se ha impedido la llegada de aficionados sin entrada predispuestos a armar bronca.
El caos ha sido tal que si el pasado viernes el ministro del Interior español, Jorge Fernández Díaz, aseguraba que la Eurocopa se celebraría con "absoluta tranquilidad", este domingo recordaba que efectivos de la Policía Nacional acompañarán a los aficionados españoles como principal garantía de seguridad. La restricción de la venta de alcohol en las horas previas a un encuentro de alto riesgo puede ser una medida preventiva eficaz, ya que el consumo inmoderado de bebidas alcohólicas y los comportamientos andan siempre de la mano. En este sentido las autoridades galas han acertado al prohibir el alcohol en las cercanías de los estadios la víspera y el propio día del partido.
Sin embargo es obvio que todos los países pueden y deben hacer mucho más para erradicar el vandalismo del fútbol, y que la UEFA podría presionar en este sentido en lugar de desentenderse absolutamente de cuanto sucede fuera de los estadios. Sobre todo cuando los hinchas más agresivos son siempre los mismos y están identificados. La violencia ha empañado el inicio de un campeonato del que hay que erradicar a los eurosalvajes para que la escalada no desemboque en tragedia.