Hagan memoria; recuerden. Hace menos de diez años que cualquiera te decía que no tenías ni puta idea si vivías de alquiler en vez de comprarte un piso. Ellos te enseñaban sin problema; las clases de economía se daban lo mismo en el bar de la plaza que en la peluquería de toda la vida. Te contaban cómo sin saldar la deuda del piso en el que vivías, había que hacerse con un apartamento en Gandía, de esos sobre plano, sin ni siquiera verlo. “En menos de dos años, te puedes sacar hasta diez millones más”, contaban. En una maniobra de dudosa calidad moral por muy legal que fuera, conseguías la licenciatura sacándole a otro menos listo que tú 60.000 euros de más por el apartamento de marras. Entonces nos manejábamos con millones, ¿recuerdan? Era lo bueno de las pesetas. Que con poco ya te creías rico.
Aprendimos a ser los más listos con el dinero. No conozco a nadie que no haya pagado alguna vez en negro. O que no haya cobrado. Me da lo mismo que fuera una señora que iba por horas a casa como el fontanero que apareció por fortuna cuando se rompió la cisterna del aseo y el casero no se hizo cargo. Meto en este saco todos y cada uno de los guiones no facturados a las decenas de productoras que simplemente probaban talentos. Razones tenemos todos y nos ampara un sistema que aprovecha la miseria del que llaman para una suplencia provocada por una gripe, no más. A ver quién quiere un contrato solo para dos días. Esto se soluciona con un sobre, máxime si estás cobrando el subsidio. Seamos listos.
La mayoría estamos una clase social por debajo de los listos de verdad. Esos de los que sabemos nombre, apellidos y hasta delitos. Pero entendemos de qué va la cosa y contribuimos con nuestros votos para que en este país se multipliquen como las esporas las Gürtel, Púnica o Taula que hagan falta. Lo mismo en Castellón, Granada, Canarias o hasta Barcelona, donde pillaron al ministro del Interior confabulando para espiar a sus contrincantes políticos. El hombre consiguió 35.000 votos más que cuando solo sabíamos que condecoraba vírgenes, hablaba con Marcelo o anunciaba operaciones contra ETA por Twitter antes de que ocurrieran. Dime tú si no es listo…
Puede que muchos no lo recuerden, pero hubo un tiempo en el que en este país nos reíamos de los italianos por elegir a Berlusconi a pesar de defraudar al fisco, comprar senadores o acostarse con menores. El hombre tenía una larga ristra de posibilidades delictivas acumuladas durante 20 años. Le dio tiempo hasta a que le prescribiera alguna; ganaba las elecciones hiciera lo que hiciera. Algo así como lo de Donald Trump, de quien no descarten que demuestre que puede ganar las elecciones aunque se líe a tiros en la Quinta Avenida.
Todo es cuestión de ser el más listo.