Íñigo Urkullu ha fijado la fecha de las elecciones al Parlamento vasco para el 25 de septiembre, un mes antes de lo previsto. En la comparecencia de este viernes en Ajuria Enea, el lehendakari ha asegurado que la medida tiene como objetivo esquivar el clima de inestabilidad que se ha instalado en la política nacional ante las dificultades para formar Gobierno, pero el adelanto tiene un claro sentido estratégico para la derecha nacionalista.
El presidente vasco advierte en el ascenso de Podemos un riesgo a la mayoría que le sostiene como lehendakari. El PNV mantiene la hegemonía en el nacionalismo, pero el ascenso del partido de Pablo Iglesias en las elecciones generales supuso una seria advertencia. Podemos se convirtió en la primera fuerza en las tres provincias vascas, lo que alentó el escenario de un posible pacto poselectoral con Bildu tras a los comicios autonómicos.
La izquierda abertzale, consciente de la situación, no ha parado de hacer gestos en este sentido desde que Arnaldo Otegi propuso "un nuevo frente de ruptura" con España, en el mitin que protagonizó en el velódromo de Anoeta tras su excarcelación. Podemos también se ha volcado en seducir al electorado independentista. De ahí la candidatura en ciernes de María Pilar Zabala, la hermana del etarra víctima de los GAL, o su participación en el Aberri Aguna, una fiesta reservada tradicionalmente a las fuerzas nacionalistas. Los guiños entre ambas formaciones son evidentes.
El ascenso de Podemos, ambiguo en el debate identitario, ha cuestionado la tradicional hegemonía del nacionalismo vasco. Con el adelanto electoral, Urkullu y su partido pretenden establecer un cortafuegos ante la posibilidad de que un pacto entre partidos de izquierdas alcance el poder en Euskadi.