La reunión que Mariano Rajoy mantendrá este martes con Pedro Sánchez en busca de su apoyo no va a resultarle grata. El secretario general del PSOE, contrariado por el amago de éste de no ir a la investidura, no sólo le exigirá que lo haga, aunque ello suponga inmolarse, sino que le ha preparado una batería de cuestiones incómodas sobre asuntos candentes.
Tal y como hoy desvelamos, Sánchez preguntará directamente a Rajoy si está dispuesto a delegar en el Parlamento la gestión del Gobierno en funciones, si comparecerá en el Congreso por el borrado de los discos duros de Bárcenas o si va a crear una comisión de investigación sobre el caso Jorge Fernández Díaz.
Al margen de cuáles sean sus respuestas, lo decisivo, ahora, es que Rajoy está atrapado entre la espada del compromiso adquirido con Felipe VI y la pared que supone la negativa del PSOE y Ciudadanos a entregarle sus votos. Si el líder del PP ha convocado a Sánchez antes que a Rivera es por su convencimiento de que ya no hay nada que hacer con C's. De lo contrario, habría esperado para llegar a la reunión con el PSOE en una posición de fuerza, la que le concedería el contar con 170 escaños.
Rajoy es el único responsable de su soledad. Cuando PSOE y C's llegaron a un acuerdo el pasado mes de febrero se burló asegurando que era "histórico" y "sólo comparable al pacto de los toros de Guisando". Y sin embargo ha tomado ese pacto ridiculizado entonces como referencia para intentar alcanzar su investidura. No debe extrañarle que aquellos toros le embistan ahora.