Es imposible no estremecerse al recordar la historia reciente de España a través del nuevo libro de Miguel Ángel Mellado, El hijo de todos, sobre la vida y muerte del concejal Miguel Ángel Blanco. Las revelaciones del autor de que 'Txapote' y 'Amaia', condenados a 50 años de prisión por el asesinato de Blanco, pudieron gozar de encuentros 'vis a vis' en prisión que dieron lugar al nacimiento de dos niños, resultan especialmente angustiosas para las familias de las víctimas.
Los dos etarras explotaron hasta sus últimas consecuencias el reglamento penitenciario para acogerse a todos sus beneficios. Por ejemplo, en 2006 formalizaron su situación de pareja de hecho, ya que todo preso con pareja podrá tener relaciones íntimas cada mes o mes y medio. Es decir, exprimieron las garantías del mismo sistema que intentaron derribar con crímenes execrables. Por muy legal que fuese este régimen de vistas de pareja, esta información es amarga teniendo en cuenta que Blanco, asesinado a los 29 años, también deseaba tener hijos, tal y como recoge el libro.
Resulta perturbador que una pareja responsable de decenas de muertes pueda engendrar hijos y además verlos crecer, ya que el tiempo máximo de cumplimiento efectivo de la pena en España era de 30 años cuando les condenaron. La comparación con otro célebre asesino es muy elocuente: el pasado fin de semana se volvió a denegar la libertad condicional por novena vez a Mark David Chapman, el hombre que acabó con la vida de John Lennon hace 35 años. Hace tres lustros que Chapman intenta salir de prisión para vivir con su mujer pero los jueces consideran que eso denigraría la memoria de su víctima.
Muy distinta es la realidad que vive España. Hoy, los herederos de la banda terrorista ETA y sus palmeros están cómodamente asentados en las instituciones. ‘Txapote’ y ‘Amaia’ podrán un día compartir su vida con hijos como los que impidieron concebir a Miguel Ángel Blanco.