El bombardeo perpetrado este lunes contra un convoy de ayuda en Siria amenaza con hacer añicos la frágil tregua que Rusia y Estados Unidos habían pactado hace apenas una semana. La situación no podría ser más tensa, ya que el ataque llega dos días después de que aviones de la coalición que Estados Unidos lidera contra el Estado Islámico bombardearan por error una zona donde se encontraban tropas del ejército de Bashar al Assad.
Las dos potencias no han tardado en lanzarse acusaciones sobre quién es el principal culpable de las últimas hostilidades. EEUU ha responsabilizado a Rusia del bombardeo y ha anunciado que se replanteará seguir cooperando con el Gobierno ruso. Por su parte, Moscú ha asegurado que ni las fuerzas rusas ni las del Ejército sirio atacaron el convoy. Aunque el secretario de Estado americano John Kerry ha insistido que la tregua no está muerta, los otros participantes de la Asamblea General de la ONU no han compartido su optimismo y la dan por finiquitada.
La reanudación de uno de los conflicto más sangrientos de los últimos años, que ya se ha cobrado más de 300.000 vidas, sería desastrosa. Para empezar, el bombardeo al convoy ya ha paralizado la asistencia humanitaria en el país por parte de las Naciones Unidas, según ha anunciado el secretario general Ban Ki-moon. A pesar de sus diferencias, Estados Unidos y Rusia deben cooperar entre ellos y hacer todo lo posible para mantener el alto al fuego en Siria.