La primera cabalgata documentada celebrada en España nació de la pena de un hombre bueno, de la solidaridad de un puñado de intelectuales y del embrujo de Granada. Cuentan que corría el Enero de 1911 cuando a un socio del Centro Artístico de la ciudad granadina, ante la pena por la pérdida de uno de sus hijos pequeños decidió organizar una colecta de juguetes para que los Reyes Magos los entregasen en persona a quienes más lo necesitaban. El resultado fue un éxito y más de 250 niños recibieron sus regalos de manos de los Magos de Oriente. Una iniciativa a la que se sumaron intelectuales de la época que participaron disfrazados en la comitiva como el pintor Gabriel Morcillo, y años después, joven y vestido de beduino un tal Federico García Lorca. Sin duda, las cabalgatas nacían con un objetivo claro: hacer feliz a los niños.
Cuando esta semana navegando por Twitter vi la noticia de que Omnium Cultural y la ANC, socios de Convergència y Esquerra Republicana, querían inundar de separación la cabalgata que retransmitiría la televisión pública de Cataluña pensé, como seguramente también muchos catalanes: “¿Aquí también? ¿Ya está bien no?”. Y es que los políticos separatistas hace mucho tiempo que conducen sin frenos. No conformes con colgar la separación de las instituciones, de los espacios públicos de todos y de las escuelas públicas, proponen que los niños la lleven también en la cabalgata de los Reyes Magos.
“¿Habrán perdido el norte?” Me pregunté al principio. Quizás hubiese sido mejor intentar explicar, al igual que hicieron con Cristóbal Colón, que los Reyes Magos también eran catalanes. Pero bromas aparte, desgraciadamente con el separatismo no existen las casualidades. Todas las coincidencias que ustedes se imaginen están meditadas y confeccionadas de antemano. Cuando la maquinaria se activa es porque siempre hay una orden previa y una estrategia, nunca hay improvisación. Una ecuación en la que siempre suman los mismos factores: el Govern, sus asociaciones y su televisión pública. Una triple operación orquestada y dirigida con un mismo objetivo: meter el imaginario separatista en todas las esferas de la sociedad. Después, eso sí, vienen los que dicen que no les gusta y se intentan desmarcar, pero créanme, también forma parte de la estrategia. Es de primero de populismo.
“Recibamos a sus majestades con la luz del farolillo de la estelada. Le pedimos al 2017 que nos traigan la República Catalana”. Rezaba la propaganda. No sé cuántos niños habrán pedido este año a los Reyes que les traigan la “República Catalana”. Me imagino que los deseos habrán cambiado respecto a cuando algunos escribíamos la carta de puño y letra, pero en cualquier caso, no creo que, pese al trascurso de los años y la llegada del universo 2.0, los niños hayan cambiado bicicletas, videojuegos y muñecas por la Ítaca de Mas, Puigdemont y Junqueras. Quiero seguir pensando, y que los padres me corrijan, que los más pequeños siguen prefiriendo juguetes a los delirios de unos políticos que son incapaces de hacer política de verdad. Muy desesperados tienen que estar los políticos separatistas para que insten a los niños a que este año pidan un “nou país” a los Reyes.
Sin embargo, lo que no tenía previsto Puigdemont y los suyos es que iban a tener a alguien en frente para que, sin los complejos del PSC y sin las herencias de pactos y pactos de los Pujol y el PP, les sacase sus vergüenzas mientras representa a todos aquellos que nos sentimos catalanes y españoles. Básicamente porque el último líder de la oposición, antes de que llegara Ciudadanos a ocupar ese puesto, está ahora de Vicepresidente sentado al lado de Puigdemont. Que fácil lo tenía Convergència con Junqueras en la oposición y que difícil lo tiene ahora con Arrimadas. Afortunadamente para el ‘seny catalán’ hay un equipo de mujeres y hombres en el Parlament que no se callará ante los desafíos, que no mirará para otro lado ante los casos de corrupción y que no dará la espalda a la mayoría de los catalanes. Estoy convencido de que cada vez queda menos para que Cataluña deje de ser noticia por cabalgatas, fotos rotas, fraudes de ley, constituciones quemadas, y un largo etcétera de numeritos que pretenden tapar la mala gestión y la corrupción de los que han presumido siempre de ser los ‘verdaderos catalanes’.
Hoy, más que nunca, recuerdo la primera vez que fui a una cabalgata de los Reyes Magos. Precisamente fue en Granada, la misma ciudad donde nació esta tradición. Mucho frio, la mano de mi madre y el ruido de los caramelos cayendo contra el suelo. Espero que nuestros hijos las recuerden con la misma ilusión. Porque por mucho que algunos intenten ser los protagonistas, las cabalgatas hay que celebrarlas como se hizo aquella primera vez, pensando solo en la felicidad de los niños.
Fernando de Páramo es Secretario de Comunicación de Ciudadanos, miembro de la Ejecutiva, Diputado y Portavoz adjunto en el Parlamento de Cataluña.