Donald Trump jurando como 45 presidente de Estados Unidos.

Donald Trump jurando como 45 presidente de Estados Unidos. Jim Bourg Reuters

LAS PREGUNTAS DE LA SEMANA

La Biblia, la bebida, las putas ¿y Trump 'Colt 45'?

22 enero, 2017 02:22

Sí. El discurso del viernes de Donald Trump fue muy evocador. Sobre todo para quienes nos gusta el cine del Oeste. No en vano Trump es el 45 presidente de Estados Unidos, el país del revólver y del Colt Single Action Army, más conocido como Colt 45. Las palabras del nuevo presidente de EEUU y la puesta en escena del acto fueron muy evocadoras, como digo, para los amantes del Western, cuyos guionistas han escrito pequeñas obras de arte literario, tapadas por el ruido de los disparos. Se mire por donde se mire, Trump parece un personaje salido de una película del Far West más que de un reality televisivo como The Apprentice.

Díganme si no se adelantó a lo que ahora estamos viviendo el guionista de El Álamo (1960) cuando uno de los personajes exclama: “Yo nunca bebo. Juego, voy de putas, dejo esposas abandonadas. Beber sería demasiado”. Efectivamente, Donald Trump es abstemio. De sus otras aficiones: juego, putas y esposas abandonadas, que hable Putin ahora o calle para siempre. Sólo le faltó poner en boca del trasunto de Trump una frase de otra película mítica del Oeste, El rifle y la Biblia, cuando John Wayne dice con sorna: “Si algún día las mujeres obtienen el derecho del voto, que Dios nos asista”. ¿Encaja o no encaja con el machismo exacerbado y denigrante para las mujeres del nuevo presidente de Estados Unidos?

La Biblia, como las chicas de vida alegre y los pistoleros que disparan más rápido que hablan (“Yo no hablo mucho y mi rifle sólo sabe de monosílabos”) es otro recurso recurrente en las películas del Oeste. Me costó dar con el filme donde un sacerdote se quita los hábitos pero no se desprende de su Biblia porque los versículos que lanza son los que salen de una pistola que guarda en una cartuchera rectangular camuflada entre las pastas usadas del libro de los Evangelios.

Cuando el viernes Donald Trump juraba el cargo posando su mano izquierda sobre dos ejemplares de la Biblia (la que le regaló su madre de pequeño y la utilizada por el presidente Lincoln en 1861 así como el propio Obama) pensé en qué película había visto algo parecido… En La ira de Dios, protagonizada por Robert Mitchum. Trata, como decía antes, de un religioso apartado del sacerdocio que viaja a un país centroamericano para liberar un pueblo de las manos de un terrateniente mafioso.

Cartel original de la película La ira de Dios.

Cartel original de la película La ira de Dios.

A Trump, como hace con profusión el gran Robert Mitchum en La ira de Dios, sólo le faltó el viernes sacar el revólver en Washington de entre las dos Biblias para empezar a poner orden “en un país masacrado por el crimen, las pandillas y las drogas que han robado muchas vidas y le han arrebatado a nuestro país un enorme potencial". Es lo que denunció Trump en su speech espichao. Espichao porque nunca el discurso inaugural de un presidente de Estados Unidos fue tan pequeño, tan vacío, tan carente de fondo y forma como el pronunciado por Donald 45. Hasta su hijo pequeño bostezó (los niños siempre dicen la verdad). Tan endeble fue la intervención que incluso la esfinge Melania perdió por unos segundos su rictus petrificado y dejó mostrar un atisbo de desencanto. También pudo ser que la molestia no fuera por la estrechez de la alocución de su marido sino por los estiletes de 15 centímetros de tacón y la armadura azul de Ralph Lauren en la que la pobre/rica estaba apresada.

Robert Mitchum en la película La noche del cazador.

Robert Mitchum en la película La noche del cazador.

¿RECORDÓ A OTRO DISCURSO?

Sí. La intervención de Trump, más allá del desencanto, provocó alarma internacional. Será porque he perdido “definitivamente el norte” (como me acusaba el domingo una lectora; el oremus, ya que hablamos de religiosos con tintes de pistoleros), pero este presidente me produce inquietud cuando habla y más cuando calla.

El discurso, en términos históricos, también fue evocador. Desde luego no recordó a ninguno de sus 44 antecesores. Y menos aún al pronunciado por Kennedy el 20 de enero de 1961. Aquél en el que escribió una frase para la Historia: “Entonces, compatriotas, no pregunten qué puede hacer su país por ustedes, pregunten qué pueden hacer ustedes por su país”. El mensaje de Kennedy iba dirigido a la humanidad y no sólo a los habitantes de Estados Unidos, como hizo el viernes Trump. “Unámonos para cumplir en todos los rincones de la tierra el mandamiento de Isaías: soltar las coyundas del yugo… dejar libres a los oprimidos”, dijo el presidente demócrata, asesinado dos años después.

Trump también citó la Biblia: “Nos dice qué bueno y agradable es cuando el pueblo de Dios vive unido”. El pueblo para él empieza y acaba en Estados Unidos: “Seguiremos dos reglas simples, compra estadounidense y contrata estadounidense”.

La intervención de Trump fue también evocadora para quienes, además del cine del Oeste, amamos la Historia. Juego de adivinanzas admitiendo la diferencia abismal entre los personajes, entre las situaciones históricas y la de los dos países. Discurso A y discurso B.

Sobre el mal Gobierno. A) “Millones y millones de alemanes pertenecientes a todas las clases sociales, hombres y mujeres, lo mejor de nuestro pueblo, ven con desolación profunda cómo la unidad de la nación se debilita y se disuelve en el tumulto de las opiniones políticas, de los intereses económicos y de los conflictos doctrinarios”. B) “Un pequeño grupo en la capital de nuestra nación se ha beneficiado de las recompensas del gobierno, mientras la gente ha asumido el costo. Washington floreció, pero la gente no compartió esa riqueza. Los políticos prosperaron, pero se perdieron trabajos y las empresas cerraron”.

El victimismo. A) “Más de 14 años han transcurrido desde el infortunado día en el que el pueblo alemán deslumbrado por las promesas que le llegaban del interior y del exterior lo perdió todo al dejar caer en el olvido los más excelsos bienes de nuestro pasado: la unidad, el honor y la libertad”. B) “Por muchas décadas hemos enriquecido a la industria extranjera a expensas de la industria estadounidense; subsidiando las armas de otros países mientras permitíamos la reducción y el deterioro de nuestro ejército; defendimos las fronteras de otras naciones, mientras nos negamos a defender las nuestras…”.

El proteccionismo. A) “El gobierno nacional resolverá el gran problema de la reorganización económica de nuestro pueblo por medio de dos grandes planes cuatrienales. Protección eficaz de la clase campesina (…), protección eficaz de la clase obrera por medio de una compensación energética y general contra el desempleo forzoso”. B) “La protección nos llevará a una gran prosperidad y fortaleza. De hoy en adelante, una nueva visión gobernará nuestra tierra; desde este momento, sólo Estados Unidos será lo primero”.

A, Hitler, habló así en su primer discurso tras ser nombrado canciller de Alemania. Pronunciado el 1 de febrero de 1933, acabó invocando a Dios: “Quiera Dios conceder su gracia a nuestra obra, orientar rectamente nuestra voluntad, bendecir nuestras instituciones y colmarnos con la confianza de nuestro pueblo. No combatimos en nuestro propio interés, sino por Alemania. B, Trump, habló así en su primer discurso como presidente de Estados Unidos. Pronunciado este 20 de enero de 2017, finalizó prometiendo unos Estados Unidos fuertes, prósperos, orgullosos, grandes de nuevo, solicitando que Dios bendiga a su país.

No se trata de comparar lo incomparable: a uno de los mayores asesinos de la Historia de Humanidad con el magnate Trump, recién estrenado como presidente. Pero sí apuntar que el populismo, el egoísmo, la xenofobia o el racismo como formas de gobierno en países poderosísimos siempre han tenido malas consecuencias para la Humanidad.

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