José Vicente Hernández Fernández, conocido familiarmente como ‘Pepu’ (Madrid, 1958), llegó al corazón de toda España cuando se supo que su padre había fallecido horas antes de la final del Mundial de Baloncesto 2006 y no se lo había dicho a sus jugadores para no descentrarles. La ‘generación de oro’ ganó aquella inolvidable final bajo su batuta; dos años después, fue destituido como seleccionador por sus desavenencias con el presidente de la Federación, José Luis Sáez, hoy metido en líos legales por presunta corrupción.
Alejado desde hace un lustro de los banquillos (pero no del básquet), ‘Pepu’ lleva tiempo advirtiendo de que España no aprovechó el ‘boom’ del baloncesto después de aquel éxito y que nos espera una crisis deportiva a corto o medio plazo. El técnico colabora actualmente con la firma de inversión Imantia para ayudar a los deportistas españoles a gestionar mejor su futuro económico y profesional, además de ser un conferenciante habitual en materia de formación y liderazgo. En su opinión, España tampoco parece haber sacado demasiado partido a otras bonanzas: “Después de la Transición pensamos que habíamos logrado algo, pero no era verdad. En algunas cosas España no ha cambiado absolutamente nada”.
Mucha gente del mundo del baloncesto es antifútbol. ¿Por qué?
Yo no soy antifútbol ni antinada, pero me gusta elegir y me gustan los deportes que son de alguna manera ejemplarizantes. Me gusta mucho la educación y ver de qué manera el deporte puede educar a los que vienen detrás. Entonces, soy muy partidario de la concordia, de llevarse bien, de que las diferencias se resuelvan con la razón, no con la imposición. Y el camino es mucho más lento, también en el deporte. Es mucho más fácil imponer. Puedes obtener resultados, pero serán momentáneos, no duraderos.
El fútbol es ejemplar en algunas cosas, porque como llega a muchísima más gente cualquier detalle positivo tiene mucha más repercusión. Lo negativo, igualmente. Otra cosa son los intereses y las formas de actuar, en los que no se percibe una educación general de los seguidores y se cometen errores como silbar o insultar o aplaudir situaciones extrañísimas como una grada cantando a favor de un presunto maltratador. El deporte, desgraciadamente, es un reflejo de la sociedad.
¿Por qué le dijo a Pablo Iglesias en su programa televisivo hace unos meses que el Real Madrid era el PP?
Lo dije, ¿verdad? (Ríe) Bueno, porque es el equipo del Gobierno, parece que es el equipo tradicional. Cuando era jovencito era el equipo de la dictadura, del régimen, y los demás peleaban por lograr algún cambio, por revertir el predominio del Real Madrid, que también es una manera divertida de pelear.
No parece que se consiguiese...
En algunas cosas no hemos cambiado absolutamente nada en este país. Simplificando, el Madrid sigue siendo el equipo del Gobierno.
¿Y el Barça?
El Barcelona sería un equipo que quiere competir, pero por otras motivaciones. Parece que tiene motivaciones que no son exclusivamente deportivas. Como si quisieran competir con otras reglas o en otro tablero de juego. La búsqueda de ser diferentes. Me gustaría que fuese de otra manera, pero es una utopía.
Recientemente un futbolista (el ucraniano Zozulya) se ha quedado fuera del Rayo Vallecano por presiones de los hinchas, nacidas de su ideología ultranacionalista. ¿Qué opinión le merece este hecho?
No soy partidario de ninguna postura extrema, ni de las ideas trasnochadas. Pero lo trasnochado existe en nuestra sociedad. Yo siempre pensaba que habíamos cambiado, pero en realidad no hemos cambiado mucho. España está todavía buscando su camino, sinceramente. Hubo un momento en que pensábamos que habíamos encontrado el camino correcto, que habíamos llegado a algo...
¿Cuándo concretamente?
Me refiero al final del franquismo. Creo que no hemos superado absolutamente nada todo eso... Parecía que habíamos superado el franquismo porque teníamos una Constitución, y siempre pensé que la Transición era un comienzo, no un final. Y mucha gente ha visto la Transición como un final de algo, y ya está. Y no hemos hecho absolutamente nada. Ahora lo que hay que construir es nuestra verdadera democracia y nuestro verdadero estilo como país. Todavía no sabemos qué país queremos ser. Estamos en la búsqueda... De cuál es nuestro estilo como país y de cuáles son las normas con las que nuestro país se va a relacionar con las comunidades o nacionalidades, llámelas como quiera.
Siempre pensé que la Transición era un comienzo, no un final
Es decir, la eterna cuestión autonómica.
Pero la solidaridad entre ellas también. Una norma que asegure que no seamos iguales en todo, porque es imposible, pero sí parecidos... En la imbricación del país se aceptó una norma, luego algunos sacaron partido (porque parecía que íbamos a ser todos iguales, pero algunas comunidades no querían). Y eso está aún sin resolver. Que todos seamos más parecidos, no iguales, y todos en algunas cuestiones (economía, por ejemplo) seamos solidarios. Que nos sintamos cómodos. Estamos buscando el estilo... No es malo, pero si pasa muchísimo tiempo y aún no tenemos un estilo medianamente definido... Preocupante al menos.
Una de las frases más repetidas en los dos últimos años ha sido “Rajoy es bobo, no hace nada con el tema catalán”. Ahora esa postura se está revisando...
La primera parte de la frase no es cierta, pero la segunda sí. No está haciendo nada, o se está haciendo menos de lo que debería hacer. Hay veces que en política no hacer nada es positivo, y puede serlo (no empeorar), pero también puede ser que el tiempo demuestre que no llevaban razón. Se han podido enconar o radicalizar o pudrir determinadas situaciones. No hacer nada no es siempre sinónimo de éxito. Dejar que el tiempo arregle las cosas puede ser sumamente peligroso.
¿Le hubiera gustado alguna propuesta o decisión diferente? Los nacionalistas, entre otras cosas, piden más dinero, cosa con la que no estaría de acuerdo si he entendido bien su argumentación.
Por supuesto que no. Me produce una profunda tristeza, conozco bien Cataluña y tengo muchos amigos allí. Ese enconamiento no existe socialmente tanto como se cree en el resto del país, pero me temo que eso cambie; creo mucho en la educación, y en España estamos recibiendo educaciones muy distintas. Eso puede terminar alienando a algunas personas. El tiempo puede servir a los que quieren alienar... Las ideas que se están plantando en las mentes más jóvenes pueden acabar dando un resultado malo para los intereses del país en general. Es muy triste, porque esa zona cree que va a resolver todos sus problemas con el independentismo, y en realidad pueden empezar ahí.
En España estamos recibiendo educaciones muy distintas
Cuando las cosas se enconan por cuestiones económicas, malo, pero cuando se enconan por cuestiones sociales y de relación personal son muy difíciles de salvar. Y de un problemilla que se puede resolver con cierta facilidad podemos estar pasando a un problema de muy difícil salida. No sé si estamos ya en esa fase...
Tú te puedes cabrear con un jugador y estar dos días sin dirigirte a él. Como dicen los americanos, lo metes en la caseta del perro y ahí se queda. Pero si se te olvida sacarlo de la caseta del perro, tienes un problema mayor. Si te olvidas de recuperarlo, cada vez tienes un problema mayor. Si pasa más tiempo, se ha enconado. Ya es un problema. Cómo le vas a explicar ahora que le necesitas en el equipo y quieres que participe en el juego si realmente ya no hay credibilidad, o se duda hasta de las buenas intenciones. Cuando se llega a esas situaciones, las vías de comunicación van desapareciendo.
¿Tiene solución?
Todo tiene solución. Otra cosa es que las soluciones sean muy a corto plazo. Un Gobierno tiene que trabajar siempre en el corto, el medio y el largo plazo. Es imprescindible. Es como cuando un entrenador trabaja solo para esta semana; no puede ser.
En esa búsqueda de estilo nacional, aparte de la cuestión autonómica, ¿en qué otras áreas es España a su juicio un país o una democracia a medio hacer?
Primero, tenemos muy poca tradición democrática. Tenemos que seguir pensando cómo queremos realmente que sea nuestra democracia. No todas las democracias son iguales. Parecía que habíamos llegado a una meta, ¡España es democrática! Y punto. Pues no, hay que empezar a construirla. Tenemos todavía determinados detalles, como la búsqueda de liderazgos, que revelan esa inmadurez. ¿No podemos tener liderazgos compartidos? ¿No podríamos tener un país moderno en el que pudiéramos trabajar un poco más en equipo? España sigue buscando liderazgos como si estuviésemos en el siglo XVII o XVIII, cuando se buscaba el liderazgo único; parece que lo que queremos realmente es alguien que mande, y queremos un liderazgo en Rajoy, otro en el Partido Socialista... Solamente un liderazgo. Y también hay liderazgos compartidos, liderazgos que son útiles, o estratégicos, o más prácticos, y que pueden relacionarse.
La ‘nueva política’, por lo que se ve, tiene el mismo apego al liderazgo único.
Pasa en todos lados. Hay cosas que no comparto. ¿Por qué queremos solamente un líder? ¿Es que tenemos una reminiscencia del pasado?
¿Lo detecta especialmente en España, como un rasgo endémico, más que en países de nuestro entorno?
Cuando falta ese gran liderazgo, lo consideramos como algo negativo. En otros países los liderazgos compartidos se ven más positivamente. Muchas veces la prensa está buscando ese gran liderazgo. “¿A quién tenemos que dirigirnos? ¿A quién tenemos que seguir? ¡Sigamos todos al jefe, que es el líder absoluto!” Eso es mala educación democrática; nos falta saber cómo queremos que sea nuestra democracia y cómo ejercerla. La educación es imprescindible. Tenemos que tener una educación mucho más democrática, igualdad de educación en todo el territorio nacional, saber exactamente cómo debemos ser educados... Porque de eso depende el futuro. Me preocupa mucho el presente y el futuro, por mis hijas y por ver qué tipo de país van a heredar. Yo, por mi generación, heredé un país que casi tuvimos que fabricarlo nosotros. En la última etapa del tardofranquismo sabíamos que queríamos algo distinto. Pero muchas veces nos quedamos parados y contentos con el trabajo que habíamos hecho. Y no habíamos logrado nada, el trabajo estaba por hacer.
Curiosamente, parece haber consenso en que nunca hemos tenido peores líderes políticos que ahora.
Se echa muchísimo de menos, cómo diría yo, ese tipo de liderazgos (en plural) que no buscan nada más que el bien común, porque parece que hemos perdido las pistas. En el franquismo se buscaban libertades; ahora parece que no tenemos que trabajar por las libertades, o que no tenemos que trabajar por la democracia. Y hay que seguir haciéndolo, también por una mejor educación. En los primeros años de la democracia parecía que ya lo habíamos conseguido todo, y ahora parece que estamos dando pasos atrás porque parece que sobre esos temas no hay que insistir más.
¿Piensa en alguien concreto cuando habla de figuras desinteresadas?
Sí, pero no está en este país. El liderazgo desinteresado es el liderazgo de Mandela, claramente. Absolutamente desinteresado. Creo absolutamente en la generosidad, y hay muchos liderazgos que se han visto enfangados por grandes errores. Hay palabras que se van quedando antiguas: como ‘honradez’.
Ser honrado’ tiene un rastro viejuno, sí.
Sí, y es triste... Porque estamos perdiendo muchas palabras muy interesantes de nuestro idioma. Utilizamos cada vez menos palabras, estamos resumiendo demasiado, y sobre todo nos estamos inventando eufemismos, ‘posverdades’... Porque nos están educando mal.
La posverdad no es más que un engaño.
Es brutal... Se nos está tratando de alienar buscando unos términos distintos para nombrar la realidad.
La célebre corrección política...
Me está poniendo un poco nervioso la corrección política. Hay cosas que me ponen nervioso. Creo que a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Yo, por ejemplo, no digo ‘ciudadanos y ciudadanas’. ¿Por qué? Porque no me siento sospechoso... Lo siento. No me siento sospechoso de machismo. Tengo tres hijas. ¿Que digo ‘ciudadanos’? Pues digo ‘ciudadanos’ ¿y qué? He sido educado así. Y he cometido errores muchas veces en mi vida, y seguro que he contado chistes machistas alguna vez, pero no voy a ir pidiendo perdón por eso.
Me está poniendo un poco nervioso la corrección política
La libertad de expresión en el siglo XXI es un terreno pantanoso.
Está relacionado con eso, sí. Antes estábamos claramente censurados, y ahora nos autocensuramos. Esa autocensura, no sólo la de la prensa, sino la que estamos ejerciendo los propios ciudadanos sobre nosotros mismos, nos está llevando a una situación en la que hay que tener mucho cuidado con lo que se dice, muchísimo cuidado con lo que se cuenta, vigilar qué estamos diciendo porque algún grupo social se puede ver afectado... Y nos estamos limitando tanto... Seamos más comprensivos, tengamos más sentido del humor. Encajemos mejor determinadas cosas, que la mayoría de la gente no quiere hacer daño con eso. Y tenemos que ser inteligentes, porque para eso somos hombres y evolucionamos, para saber quién quiere hacer daño y quién no quiere hacer daño.
¿Había más libertad de expresión en el tardofranquismo que ahora?
[Pausa] Puede ser. Ahora el péndulo se ha vuelto hacia el otro lado, supongo que le tocará centrarse después. Antes no nos controlábamos tanto, había una menor censura y autocensura. Ahora a veces llegamos a situaciones ridículas, nos estamos limitando socialmente, todo el tiempo controlando lo que puedes decir. Claro que hay que controlarse para no faltar a los demás, o prohibir fumar en lugares públicos (y yo fumo, que conste) para no molestar, pero hay veces que es que nos cuidamos demasiado; parece que somos todos sospechosos.
Hablando de censura y comunicación... ¿Qué opinión le merece el periodismo deportivo en España?
Muy superficial... Tremendamente superficial. Parece que lo único que interesa es el resultado, creo que entramos muy poco en conocimiento de nuestros deportistas, en saber cómo son personalmente, qué han hecho para conseguir esos éxitos deportivos, y lo único que nos interesa es realmente el resultado… Y si es positivo, acercarnos todos muchísimo más a ese éxito. Yo suelo reaccionar en contra y me pongo mucho más a favor del deportista cuando pierde. Y del que ha ganado mucho, cuando pierde... Entrar en las valoraciones de por qué alguien en un momento está perdiendo ese nivel de privilegio que podía tener en la élite del resultadismo. Me gustaría que el deporte transmitiera otras buenas sensaciones a la sociedad.
Pero es igual que en la política, donde lo único importante es el resultado. Y no es verdad; me importa el cómo, el quién, el cuándo y el porqué. El resultadismo a mí no me gusta. Es muy mala educación. Podríamos estar un poco más desarrollados como país... Es una de las cuestiones que más me preocupan, realmente. ¿Cuál es el camino por el que vamos a ir? No podemos estar constantemente replanteándonos cuál es el estilo global del país. Hemos de ir ya centrándonos un poquito más y pensando qué tipo de país queremos.
Últimamente la corrupción en el deporte aparece algo más en la prensa: sin ir más lejos, en la Federación Española de Baloncesto, donde fue apartado su ‘amigo’ José Luis Sáez.
El deporte es un reflejo de la sociedad, y es muy bueno que la corrupción aflore, hace 40 años no aparecía. Yo creo que por cuestiones culturales hemos sido un país poco beligerante contra la corrupción. Muy poco. No quiero ponerme pedante, pero la corrupción la inventaron los romanos. Era un régimen tremendamente corrupto. A partir de ahí, la corrupción en la historia de España es constante. En las altas esferas y en las bajas esferas. Un ejemplo de nuestra mejor literatura, que es marca España, es el Lazarillo de Tormes. Y otro es el Quijote. La picaresca aparece por todas partes. Eso nos hace un país un poquito más atrasado, menos moderno. La corrupción existe, pero la aceptación por parte de la sociedad es muy grave. El Lazarillo de Tormes podía en un momento robar un trozo de queso para alimentarse, pero aquí lo que hacen es mermar el dinero público. Unos pagan impuestos y otros no... ¡Pero bueno, ¿qué tipo de educación estamos recibiendo?!
Hemos sido un país poco beligerante contra la corrupción
Y en el deporte es igual. No deja de ser dinero público, da igual que el dinero venga del CSD o de los patrocinadores, porque desde el momento en que depositan su dinero en la Federación de Baloncesto para apoyar un proyecto, una idea, ese dinero se convierte en público. Y se ha gestionado mal o fraudulentamente. Hay que ser muy exigentes con esas cosas, el periodismo deportivo no entra en profundidad lo suficiente en esas cuestiones. No puede ser que determinado dinero se haya detraído del bien común, del baloncesto en este caso, y que haya canteras como las del Joventut o Estudiantes que las están pasando canutas. Vamos a sufrir posiblemente también una crisis deportiva porque no se ha apoyado lo suficiente a las escuelas, el deporte.
¿Una crisis en concreto del baloncesto español, se refiere?
Sí... Lo vamos a pagar. No vamos a tener más remedio, porque no se ha construido en los momentos importantes, no hemos aprovechado situaciones buenas para desarrollar una estructura baloncestística a la altura de un campeón del mundo. El dinero no se ha gestionado lo suficientemente bien para que esto pudiera funcionar un poco mejor. Sufriríamos menos de lo que vamos a sufrir deportivamente y sufriríamos menos como sociedad. No se puede vivir en un país en el que parece que todo es mentira, donde parece que la corrupción te rodea por todos lados y donde te desayunas con noticias sobre corrupción en todos los sitios, en todos los lugares. Eso es impresentable. No se puede vivir así como país. No puedes creerte tu país. Y lo que necesitamos es creernos nuestro país. No soy nacionalista, pero me gusta mi país y me lo quiero creer mucho más. Lo necesito, y quiero un país con más estilo, con más democracia, con menos corrupción, más solidario y generoso. Trabajar todos para todos. Al final es que creo en el juego de equipo... Sólo funcionando como equipo se es bueno como país.
El baloncesto en España, como sector, no pasa por su mejor momento. Usted suele decir que “el 'boom' de 2006 se desperdició”. ¿Cómo ve el panorama?
La crisis económica hizo mucho daño a la ACB, que en un momento fue la mejor liga de Europa sin ninguna duda. Se ha reflejado en la aportación de los patrocinadores (que son un alto porcentaje de los ingresos de los clubes). Pero en las tormentas perfectas se reúnen varias cosas: resulta que, mientras tanto, crecen otras ligas, y crece sobre todo la liga europea, que es un tremendo competidor de la liga española. Hay equipos en la liga ACB que dentro de poco preferirán no estar en la liga ACB y estar solamente en la liga europea. Y eso va a bajar la calidad de la liga. Estamos rodeados por otras ligas: por la liga europea, que es un enemigo de la Liga Endesa, y por la NBA, que se lleva a nuestros jugadores muy pronto.
Si no hay dinero, no se puede competir.
La liga europea te da dinero. Yo creo que los grandes equipos españoles quieren dejar la Liga, porque lo único que hacen es acumular partidos. Creo que prefieren los desafíos fuertes y potentes de la Liga europea, que además les da dinero por cada partido, o por clasificación, o por acceder a la Final Four... Pero eso tiene un peligro: que esos equipos pescan también en nuestra Liga, y si la ACB es una competición mucho más floja van a pescar peor. Van a salir peores peces. Cuando quieran fichar, ficharán a gente peor formada.
Usted trabaja en ayudar a los profesionales del deporte de élite a administrar mejor sus ganancias. ¿Tan mal se administran?
Lamentablemente sí… Entre otras cosas, porque no se habla de ello. Algunos se lo pulen, otros no lo invierten, y por lo tanto están perdiendo dinero. Cuando se dan cuenta de ello es cuando se van a retirar... Entonces vienen las prisas, queda poco tiempo... Muchos cometen errores, se fían de mucha gente.
La jubilación de los deportistas que no son estrellas puede ser muy dura.
Sí… Además, muchos no han tenido tiempo para formarse. Necesitan crearse el colchón para no precipitarse después, cuando se retiren, y pensar qué es de verdad lo que quieren hacer. Saber cuánto va a durar ese dinero si lo invierten bien o mal: 5 o 40 años... Hay muchos casos. He conocido gente que después de una carrera de 15 años en la ACB, ganando buen dinero, ha acabado a cero en el momento de retirarse. Completamente a cero. Habían hecho inversiones desastrosas, habían cometido muchos errores. E inmediatamente tienen que dedicarse a cualquier cosa. Queremos crearles un poco de curiosidad para que empiecen a hablar del tema y prestarle atención. La gente que sabe de cuestiones financieras tiene el doble de oportunidades de no equivocarse. Simplemente es eso. Es impresentable que haya un porcentaje tan alto que lo hace mal.
Ahora que lo dice, hasta estrellas como Xavi o Pau Gasol han tenido problemas con inversiones o gestores de sus dineros.
Hasta los más listos cometen errores. La NBA está llena de jugadores que ganan muchísimo dinero y a los dos años de retirarse están arruinados. Un porcentaje altísimo, casi la mitad. No tienen cultura financiera y no saben cómo hacerlo. Cuando se retiró Kareem Abdul Jabbar, escribió una carta diciendo qué le hubiese gustado saber cuando tenía 30 años. Había varias cosas; una de ellas era haber sabido más de cuestiones financieras. Porque al final se lo llevaban otros, él nunca tenía las riendas.