¿Alguna vez le han insultado con odio por pensar diferente? ¿Alguna vez ha tenido que caminar por la calle escoltado mientras le llaman "terrorista" o "asquerosa hija de puta"? ¿Alguna vez le han dicho que su barrio y sus calles ya no son suyas? ¿Alguna vez ha mirado a los ojos a alguien mientras le grita "fuera de aquí, basura española"? ¿Alguna vez ha sentido la necesidad de gritar "Libertad"? Ojalá la respuesta a estas preguntas fuese siempre no, pero negarlas ahora sería hacerle un flaco favor a la tozuda realidad.
¿Cómo empezó todo? Los compañeros de Ciutadans propusieron hacer un acto en Vic y el Ayuntamiento les dijo que de eso nada. Sin embargo, unos días antes se celebró un acto organizado por asociaciones separatistas. En ese caso, ninguna pega. ¿Y el primer partido de Cataluña que ha ganado las elecciones y representa a 1.100.000 catalanes? No, ustedes no.
Fuimos a Vic igualmente, sin acto y sin montaje, pero con Inés Arrimadas, con los diputados de Ciudadanos en el Parlament de Cataluña y con los valientes compañeros de la zona. Llegamos a la plaza, atendimos a los medios de comunicación y entonces empezó todo. Sírvanse ustedes mismos. Sin comentarios.
"En Cataluña no hay fractura social", repetían estos días en sede parlamentaria los compañeros de Puigdemont y Torra. Así funciona el nacionalismo: una negación de la realidad incomoda. Solo aquellos que piensan que hay una parte de catalanes que no existimos pueden afirmar que tampoco existe la fractura. Porque su negación de nuestra catalanidad es la negación de la división. Si una de las partes no existe, nada puede dividirse.
Me llamaron amigos, familiares, compañeros y periodistas después de lo vivido en Vic. "¿Que sentisteis?": Tristeza, indignación, rabia, orgullo, una mezcla de sensaciones corría por nuestras cabezas mientras escuchábamos el griterío de gente mayor, jóvenes o padres y madres con sus hijos. ¿Y lo de gritar "Libertad"? No lo sé, Inés empezó y supongo que nos salió de dentro.
Nunca pensé que habiendo nacido en democracia alguna vez tendría que gritarlo en mi propia tierra. Pero hay algunos que creen que Cataluña es suya, que no es de todos, que les pertenece solo a ellos. Que las calles, las plazas, los parlamentos, las escuelas o las instituciones son solo de una parte y que la otra tiene que vivir resignada y acomplejada por el simple de hecho 'revolucionario' de querer seguir siendo catalanes, españoles y europeos. Que la ciudadanía y la dignidad se reparte en función del lazo que lleves en la solapa o la bandera que cuelgue de tu balcón.
Tiempos de supremacismo, confrontación y división nos esperan. Invitaría a los recién llegados a Moncloa, a los que consideran que dejarle vía libre a Torra para que siga con su plan es un "gesto de normalización con Cataluña", a reflexionar. Aunque, por otro lado, es comprensible, al fin y al cabo están donde están gracias al apoyo de los que precisamente niegan que exista división.
Ahora más que nunca es necesario un nuevo proyecto ganador, limpio y sin complejos. Que no salga a pactar con los que quieren separamos, sino que salga a ganarles en las urnas. Que ya está bien de concesiones, pactos y favores con los que no pararán hasta debilitar nuestra democracia, con los que no pararán hasta separarnos.
Todos nosotros recordaremos el sábado 9 de junio en Vic. Pero lo haremos para defender con más fuerza aún que no van a conseguir callar a todos esos ciudadanos que han despertado para decir basta. Por todos ellos: ¡Libertad!
***Fernando Páramo es diputado y secretario de comunicación de Ciudadanos.