A este lado del Atlántico, todos conocimos a Leopoldo López (Caracas, 1971) cuando lideraba las manifestaciones contra Nicolás Maduro, un antiguo guardaespaldas de Hugo Chávez que había heredado el régimen del difunto tirano populista.
Hoy, aquel hombre con hechuras de galán de cine, peina alguna cana. A su pesar, lleva una década protagonizando un culebrón trágico, desafiando al villano que preside su país.
Se entregó hace siete años sabiendo que le esperaban torturas y cárcel. Y a su esposa, que sí era actriz de seriales, le tocó internacionalizar su lucha y aceptó el papel de portaestandarte de la libertad.
Lo metieron en prisión, le callaron bajo amenazas a sus hijos cuando quiso hablar y se escapó. Antes había organizado junto a Juan Guaidó, la Administración Trump, la Rusia de Vladímir Putin y el Gobierno de Pedro Sánchez la Operación Libertad, para sacar al tirano de Venezuela. Todo estaba en orden, pero un actor secundario aunque clave en la trama, Diosdado Cabello, se acobardó y dio un giro al desenlace. Todo fracasó.
Dos décadas de chavismo después, todo sigue igual, es decir, cada día peor. Hace ya tres meses que Leopoldo López entendió que debía cambiar de estrategia. Ahora entran nuevos protagonistas a escena, como Joe Biden.
Leopoldo López ya no encabeza marchas hacia el Palacio de Miraflores, pero reclama al inquilino del de la Moncloa que no dé cobijo "a los narcos, asesinos y torturadores del régimen criminal que han venido a España o tienen aquí su dinero".
Usted vino a España porque entendía que ahora su lucha sería más útil desde aquí. ¿Qué es lo que hace? ¿Cuál es su papel?
Me dedico a trabajar con nuestros equipos en Venezuela, acompañando en su trabajo a nuestros diputados, y a Guaidó. En estos momentos, soy un carpintero de la unión de la oposición. Hay dos grandes desafíos, dos grandes preguntas: ¿Qué pasa con la unión de la resistencia democrática? Y ¿cuál es la ruta hacia delante?
Yo me dedico a trabajar alrededor de un objetivo que nos unifica, que no es otro en estos momentos que lograr unas elecciones libres, justas y verificables. Y la otra parte a la que me dedico es el objetivo que le pedimos a España y al resto de países: que acompañen y que apoyen.
A nosotros nos piden estar unidos, pero nosotros también le pedimos unidad a la comunidad internacional
Se ha reunido usted con Pedro Sánchez y con los líderes de los principales partidos, salvo Unidas Podemos. ¿Qué avances hay?
No sólo con autoridades políticas, sino con representantes de distintos sectores sociales. De España y de Europa. Para que insistan en una acción proactiva de unificar a toda la comunidad internacional en ese objetivo, lograr elecciones libres en mi país.
Dígame cómo es, entonces, el día a día del activista Leopoldo López en España.
Un día común... por la diferencia de horarios, en la mañana me puedo dedicar a la familia, a leer la actualidad y a tener contactos en este lado del charco. Pero a partir de las doce del mediodía, que son las 7.00 en Caracas, ya comienza la jornada de trabajo en Venezuela.
Tengo reuniones -algunas diarias, y otras dos o tres veces por semana- con distintos equipos de trabajo. Hablo con sectores universitarios, de la sociedad civil, allá en Venezuela, para ir construyendo una plataforma unitaria, que es la condición necesaria para todo lo demás. Cualquier estrategia que construyamos adelante pasa por que estemos unidos...
Ahí le quería interrumpir. Conseguir esas elecciones libres, justas y verificables es el camino para echar al dictador, pero si no lo echan antes no es posible que haya elecciones libres...
Bueno, ahí es donde está la complejidad de este proceso. Y ahí es donde entra la otra cara de la moneda de la unidad. A nosotros nos piden estar unidos, pero nosotros también le pedimos unidad a la comunidad internacional. Lo pedimos con humildad pero con firmeza.
¿Ve posible el plan que propone España para trabajar con el Gobierno de Joe Biden en EEUU en ese objetivo?
En los últimos tiempos hubo un distanciamiento entre Europa y EEUU en muchos temas, pero también con respecto a Venezuela. Aquí se abre una nueva oportunidad. Ellos ya han dicho que en esos temas quieren trabajar de forma multilateral. Y eso es muy positivo para nosotros.
España y Europa deben trabajar también en conjunto en función de ese objetivo. Y si toda la alianza internacional se une, eso nos va a dar más coherencia y sincronización. Además de una hoja de ruta que incluya no sólo los incentivos, sino también la presión.
¿Cómo puede presionar España?
Desde mi punto de vista, tiene que concentrarse en activar las sanciones a los violadores de derechos humanos. Éste es uno de los temas más importantes que tiene que asumir la comunidad internacional, es lo que le pedimos al Gobierno de España. Que tracen una raya roja en Venezuela con respecto a los derechos humanos.
Antes nos decían que exagerábamos. Pero hoy es distinto, porque los relatores de lo que ocurre en Venezuela son la Comisión de Derechos Humanos de la ONU o la Corte Penal Internacional... todos con informes que ya la UE ha hecho propios.
Hoy ya es muy claro que Maduro es un criminal, un violador de derechos humanos. Y no se puede blanquear a Maduro, no es simplemente un gobernante con tendencia autoritaria. ¡Es mucho peor que eso! Maduro es un criminal a quien se le ha determinado por todas estas instancias responsabilidad en crímenes de lesa humanidad y violaciones de derechos humanos.
Pero España es reticente a ampliar las sanciones...
Los responsables de estas violaciones salen reflejados en informes como el del Consejo de Derechos Humanos, que fue publicado el 16 de septiembre del año pasado, son jueces, fiscales, militares, policías, políticos... pedimos que esas personas sean sancionadas. De los 46 identificados, 13 han sido sancionados por la UE, ¡pero falta el resto! Algunos de ellos están aquí en España, otros tienen bienes en España. Y debería trazarse esa raya roja con los torturadores, narcotraficantes y asesinos.
Usted sufrió esas torturas.
Yo fui víctima, sí. Fui preso político, sufrí malos tratos y torturas. No lo digo yo, lo recoge la ONU en distintas comisiones durante muchos años. Y cuando eso ocurría yo me encaraba con mis custodios y el director de la cárcel: "Usted está cometiendo una violación de derechos humanos y será responsable por eso".
Ellos siempre me respondían "yo no me meto en la política, yo sólo cumplo órdenes". Y yo les decía "pero las está ejecutando, y usted sabe que esas órdenes son violatorias de las leyes venezolanas y de las leyes universales de derechos humanos. Ustedes responderán tarde o temprano".
Ellos piensan que de Maduro para abajo pueden hacer lo que quieran. Y pienso que unas sancionas bien dirigidas mandan un mensaje muy claro que yo espero que España acompañe.
Es muy peligrosa esa tesis de que bajarle la presión a la dictadura es el camino: sólo debilitaría a los demócratas
¿El Gobierno de Sánchez hace lo que debe?
Espero que lo haga. Y que lo hagan más allá todos los matices políticos. Porque no importa si eres de derechas o de izquierdas, si tú te asumes como demócrata eres un defensor de la libertad y estás obligado a condenar las violaciones de derechos humanos. ¡Eso no es un tema de matices ideológicos!
Si un violador de derechos humanos es consciente de que va a ser expuesto a la luz pública, de que se le va a sancionar y va a haber consecuencias, habrá menos abusos, menos violaciones...
Es decir, si hay más sanciones hoy, habrá menos torturas mañana.
Nosotros pedimos estas sanciones no sólo para poner el foco en las cosas que han pasado, sino también para evitar que sigan ocurriendo. Desde que yo salí hace tres meses, han metido presas a 17 personas de nuestro partido. La última, la semana pasada. Nuestro director operativo, Roland Carreño, un periodista como tú, todavía sigue preso.
Usted ha hablado con el presidente Sánchez y con Pablo Casado, líder de la oposición, cuyo partido es mayoritario en la Eurocámara. Seguro que se lo ha dicho a la cara: "Pongan sanciones". ¿Qué le responden?
Bueno, me han dicho que sí, que están de acuerdo.
¿Y por qué no lo hacen?
Estamos esperando que eso se materialice. Entiendo que hay unos tiempos, pero esperamos que haya una respuesta contundente. Porque ya esto lo había anunciado el propio Josep Borrell el año pasado, que iba a haber sanciones. ¡Lo dijo Borrell y lo dijeron otros portavoces!
Porque es muy peligroso que entremos en el terreno de quienes tienen la tesis de que para construir una solución política hay que bajarle la presión a la dictadura, tenderle una alfombra roja y hacer sentirse cómodo a Maduro... eso es un error. Sólo fortalecería a la dictadura y debilitaría a los sectores democráticos en Venezuela. Les permitiría continuar con una política de represión que está en pleno apogeo en estos momentos.
¿Quizá la UE está siguiendo el 'plan Zapatero', negociar planteando una puerta de salida? Que paguen unos, pero que otros se vayan de rositas...
¡Aquí ha habido crímenes muy gruesos! Estamos hablando de violaciones sexuales, de detenciones arbitrarias, de torturas, de asesinatos... crímenes muy graves que no se pueden blanquear a cambio sólo de la esperanza de que se dé un proceso político. ¡Eso es parte de la complejidad del caso de Venezuela!
Eso habría que verlo, en todo caso, ya en el proceso político. Pero ahí también habría que trazar rayas rojas. En honor de las víctimas y por responsabilidad ante las potenciales víctimas, estos temas los tenemos que mantener permanentemente sobre la mesa.
¿Y hay que dividir al chavismo? ¿Incentivar traiciones internas para ganar aliados y facilitar la caída del régimen?
El proceso político hay que empujarlo. Sin duda, hay que presionar en todos los terrenos. Incluso con diplomacia que pueda involucrar a los aliados de la dictadura. La nueva diplomacia multilateral por la libertad en Venezuela, que viene con el cambio en Washington, debe buscar puentes con quienes hoy apoyan la dictadura.
¿También con países que hoy apoyan a Maduro? ¿España puede hacer algo ahí también?
El apoyo que recibe la causa democrática en Venezuela es declarativo. Que lo agradecemos... ¡Pero Maduro cuenta con un bloque que le da un apoyo permanente que va mucho más allá! Estos países le dan apoyo militar, en Inteligencia, en equipamiento militar, en dinero, en blanqueo de capitales y de la corrupción, en una economía negra que funciona entre los países sancionados, y en una diplomacia activa y proactiva en todos los tableros. ¡Estamos enfrentándonos a una dictadura multinacional que tiene unos intereses estructurados como una corporación criminal!
¿En qué consiste esa economía negra?
Podríamos revisar cualquier sector, pero te pongo como ejemplo el narcotráfico. Venezuela es un país de tránsito. Colombia produce hasta el 70% de la cocaína del mundo, y una buena parte, hasta el 80% de ella, sale por Venezuela. Así que somos el puerto de salida de, por lo menos, un tercio de la cocaína que se consume en el mundo. Y eso se hace con el amparo de las estructuras del Estado venezolano.
Se dice que a España llega mucho de ese dinero procedente de los negocios oscuros en Venezuela. ¿Cómo se puede desmantelar?
Nosotros no nos quedamos en el diagnóstico, entendemos esa realidad y proponemos una ruta política que pasa por unificar a todos los sectores dentro y fuera -insisto en la unidad que pedimos afuera-. Luego, por tener un objetivo común, que es lograr elecciones. Y finalmente, que se utilicen todas las herramientas para llegar a ese proceso.
¿Qué herramientas?
Hay otro tema que tenemos que abordar, que es el humanitario.
Venezuela es el puerto de salida de un tercio de la cocaína del mundo. Y eso se hace con el amparo del régimen de Maduro
Precisamente, España acaba de proponer a la UE un plan para compartir vacunas Covid y la logística para administrarlas con países que hoy no pueden acceder a ellas.
Nosotros hemos planteado un mecanismo para buscar fondos para acceder a la vacuna a través del convenio COVAX, que es una alianza de gobiernos y empresas para darle acceso a la vacuna a los países más pobres. Pero Maduro ya recibió el año pasado fondos de la Organización Panamericana de Salud (OPS) para los test ¡y nunca se hicieron ni se rindieron cuentas!
No basta con lograr los recursos para que Maduro compre la vacuna, porque no la va a comprar. Es necesario el acompañamiento de agencias internacionales, como el World Food Program. Y que se aparte a la dictadura.
¿Cómo están siendo estos primeros meses familiares en Madrid?
Mira, te lo puedo resumir en una sola frase: me despierto en España, pero me acuesto en Venezuela. Por supuesto, eso tiene una dimensión de trabajo también aquí. Y eso incluye al Parlamento, al Gobierno, a la opinión pública, los medios, las ONG...
Mi hijo Leopoldo tenía un año cuando yo fui a la cárcel, y ahora tiene ocho. Y ésta ha sido la primera vez que pasamos una Navidad juntos. Desde que llegué, Leo siempre me dice "papi, primera vez que salimos a la calle juntos; papi, primera vez que vamos a un parque; primera vez que comemos hamburguesas...". Han sido unos meses de muchas primeras veces con mis hijos. La reunificación de la familia ha sido una bendición de Dios.
¿Y con la comunidad venezolana en España?
Eso mismo que me pasa en casa me lleva a un pensamiento. Hay muchos venezolanos aquí en España. Trabajando honestamente en todos los rincones. Y todos tienen, todos tenemos, una historia similar. Estamos aquí, pero queremos estar allá, regresar a casa. Y muchos viven una realidad muy dura, la de tener a su familia fracturada, y eso es muy doloroso. Yo lo he vivido muchos años, y es la realidad de millones de personas. Ese dolor es la razón de nuestra lucha por la libertad.
¿Qué significa libertad para usted?
La libertad, en el caso venezolano, no es un abstracto. No es una idea lejana, ni algo que pones en los tratados o en los discursos para cumplir con un requisito... No. En Venezuela, la libertad es el oxígeno. Un oxígeno que falta para leer las noticias que uno quiera, o para transitar, para decir lo que quieras en la calle, o congregarte, para estudiar en el lugar que quieras, para buscar trabajo, o para comprar algo que esté disponible.
Hoy, una persona que quiera emitir su opinión por las redes sociales, piensa dos veces lo que va a poner. Porque sabe que si a la dictadura no le gusta, le pueden tocar a la puerta y meterlo preso.
¿Cómo es esa opresión, la del día a día?
Para alguien en España es muy difícil de entender. Yo estoy seguro de que muchos os preguntáis, ¿pero cómo un dictador solo, con unas miles de personas que lo sostienen, puede controlar a millones?
Es un sistema estructurado en el que van apuntando directamente a distintos sectores: meten presos a unos empresarios para que todos los empresarios tengan miedo; meten preso a un periodista para que todos los periodistas tengan miedo. Esa práctica de represión selectiva la ha afinado la dictadura en todos los sectores, y así es como se puede tener el control de toda la población, con la expectativa del terror. La que viven millones de venezolanos y con la que la dictadura busca el apaciguamiento.
¿El cansancio de dos décadas así es lo que provoca el desapego de la población con los líderes opositores?
Bueno, lo que aún diferencia hoy a Venezuela de un país como Cuba o de dictaduras como la norcoreana, más instaladas y sofisticadas, es que todavía existimos los venezolanos dispuestos a luchar por la libertad. Y a asumir los riesgos. Por eso yo le tengo una inmensa admiración a los que todavía siguen dando esa pelea en Venezuela: A Juan Guaidó, liderando esto. A los diputados y diputadas que tienen patrullas del Sebin en su casa. Que les tocan la puerta a sus familiares para amenazarlos. Que van a los colegios de sus hijos a esperarlos en la salida... para que todo el mundo sepa que hay consecuencias a lo que están haciendo.
Lo que aún diferencia a Venezuela de un país como Cuba es que todavía existimos los venezolanos dispuestos a luchar por la libertad y a asumir los riesgos
¿Eso lo entiende el Gobierno de España?
A veces se es muy injusto desde afuera y se pretende comparar con equidistancia a Maduro y a Guaidó... ¡Y mira, no! Guaidó es el presidente encargado, depositario de la legitimidad de una lucha. ¡Pero de ahí en adelante, Guaidó es un perseguido!
Guaidó no duerme en el mismo sitio todas las noches, está en una semiclandestinidad permanente. Nosotros hoy estamos articulados como pudieron haberlo estado los movimientos de resistencia en el pasado de cualquiera de los países europeos.
¿Hay celos entre opositores? ¿Es eso lo que genera peleas enormes por leves matices?
Yo creo que a veces esos matices se comunican como una fractura mucho más profunda que la que hay. Te contesto por la vía de los hechos: en los momentos cruciales siempre hemos estado unidos.
Ahora estamos en una fase de reunificación, porque hemos pasado a una nueva etapa, con lo que fue la elección fraudulenta de la Asamblea el año pasado, la nueva Administración Biden... y eso nos lleva al primer paso, que es ¿cómo lo hacemos? Pues, por ejemplo, definiendo los objetivos que nos unifican. Si unos piden elecciones regionales y otros las queremos presidenciales, pues el paraguas que nos une es lograr las condiciones para que esas elecciones, todas, sean libres, justas y verificables.
¿Qué más?
En las próximas semanas vamos a concretar el lanzamiento de una nueva plataforma unitaria entre partidos y sociedad civil. Y eso nos permitirá hacer el activismo permanente necesario en todos los rincones de Venezuela. Y esto es vital, porque hay que mantener una línea de oxígeno permanente con lo que es la conciencia del activismo por la libertad. Si no, corremos el gran riesgo de que se apague la llama de la lucha por la esperanza de Venezuela. Y pasar a la fase definitiva de la cubanización de la sociedad venezolana. ¡Eso es un riesgo que está ahí!
Pero yo tengo optimismo. Por la cantidad de encuentros que he tenido con muchísimos sectores, políticos y sociales, de que vamos a lograr esa unificación. Y aquí es muy importante que nuestros aliados internacionales, EEUU, Europa y sobre todo España contribuyan a eso. ¡Y que no contribuyan a lo contrario!
Una última pregunta... Hubo un tiempo en el que descubrimos a un tal Leopoldo López, una especie de súper héroe. Un hombre joven y guapo, casado con una mujer guapa y joven, detenido, torturado... una causa hermosa. ¿Se ha gastado ese relato? La gente que sigue sin comer, hay cinco millones de exiliados, peleas en la oposición...
No... Esto ya ha sido una lucha muy larga. Y a mí me ha tocado reinventarme varias veces en estos 20 años. Yo fui alcalde de Chacao, aspiraba a gobernador de Caracas y me inhabilitaron, fundé un partido político con líderes sindicales y populares, me arrestaron y fui preso, me torturaron, me cambiaron casa por cárcel, me refugié en la embajada española, y ahora estoy aquí. Cada una de esas etapas ha sido distinta, ha tenido cosas positivas y negativas.
Pero esto que me ha pasado a mí, a todos de una manera u otra les ha pasado. Creo que hay que asumirlo con la humildad de saber que todos somos necesarios. ¡Todos! Aquí no hay una lucha que se pueda centrar en una sola persona. No sería positivo.
Los procesos van cambiando, pero el objetivo no cambia. Yo me mantengo en la misma posición de luchar por que salgamos de la dictadura. Y lo hago estando en el espacio en el que mejor pueda contribuir. Porque mucho más grande que lo que pueda ser la posición de cualquiera de nosotros es la causa. ¡Yo lo siento así!
Yo lo asumo así, porque al final se trata de lograr algo que para muchos parece muy difícil o imposible, que es la libertad en nuestro país. Y si nosotros dejamos de pensar que es posible, apagamos la luz de la esperanza.
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