Diego, "El Cigala"
A los hombres se les califica en función de sus relaciones con las mujeres. Para quedar bien pecan por exceso y las adulan tanto que no hay quien les crea.
EL ESPAÑOL publicaba días atrás una desternillante entrevista con un cantaor que ponía su labia al servicio de la mujer. Era Diego El Cigala, un flamenco que se deshacía en lisonjas: “La mujer es la criatura más preciosa de la naturaleza y en mi presencia nadie le pondrá la mano encima”. A renglón seguido se declaraba feminista: “Yo apoyo a las mujeres en todo lo que hagan, porque son la cosa más bonita del planeta”
Días después, en Jerez, donde reside su familia (dos hijos y una esposa en trámites de divorcio) se armó el pitote. Ahora vive en Dominicana, con una colombiana de la que se confiesa muy enamorado.
Fue en Jerez donde se desarrollaron los hechos (malos tratos) que acabaron con El Cigala en comisaría. En Madrid fue detenido por presunto delito continuado de violencia. Su discurso feminista se había evaporado. Ahora trata de ponerse a buenas con Dios para que le devuelva a la vida (buena) y al flamenquito.
Jordi Pujol
Jordi Pujol no fue “indepe”. Solo nacionalista, y no del todo. Cuando en octubre de 2017 se armó la zapatiesta, casi nadie recuerda qué papel interpretaba el Molt Honorable. Seguramente él lo sabía, pero no tuvo el coraje de confesarlo.
Pasado el tiempo, las reflexiones se le agolpan en la cabeza al expresident. De ahí que se haya atrevido a hablar. Pujol piensa y habla, y el periodista Vicenç Villatoro le tira de la lengua y escribe. El libro se titula Entre el dolor i l´esperança. Pujol hace un ejercicio de sinceridad trenzando la culpa y el perdón.
No todos los políticos afines al procés se han atrevido a tanto. Algunos han preferido callarse o simplemente disimular. Otros (otras) se han hecho los suecos. Me parece estar viendo a algunos con el rostro demudado. Recuerdo a Carme Forcadell (la xertolina), a Artur Mas, a Jordi Sánchez, etc.
Esta semana leí una información que describía los sentimientos y emociones de Pujol en los años del procés. El resultado es este libro/entrevista sobre la culpa, el perdón y la derrota. La ultima frase es luminosa. Pide disculpas por no haber pinchado el globo.
Susana Díaz
El próximo domingo marcará un antes y un después en el socialismo andaluz. No lo digo yo, sino Susana Díaz, que se enfrenta a Juan Espadas, alcalde de la ciudad, en la conquista de las primarias de aspirantes a la presidencia de la Junta.
Mientras Susana ha permanecido alejada del gobierno andaluz, ha cambiado mucho. Está más vivaz, mas brillante (le sientan muy bien los colores fosforito) y tiene un aire alegre y atrevido, como una adolescente que se hubiera cortado los rizos con las tijeras del pescado. Quiero decir que la secretaria general del PSOE andaluz ha mejorado su imagen y ahora también quiere mejorar su discurso.
Cuando aterrizó en el partido tenía un aire trianero y renegrido de dama de la esperanza metida en rezos. Luego fue evolucionando hacia tonos más suaves y ahora, a partir del domingo, se prepara para debutar en nuevas categorías
Díaz es antisanchista a su pesar, aunque suspira por desalojar del gobierno andaluz a la derecha morena. También sueña con darle consejos a Sánchez sobre la inconveniencia de los indultos a los políticos del “proces”.
Sergio Busquets
Por más vueltas que le doy, el centrocampista del F.C. Barcelona no se llama Sergi sino Sergio, de la misma forma que su padre, ex guardameta del Barça, era Carlos Busquets y no Carles. Ignoro cual es la razón de este curioso baile de nombres. No me consta que la familia Busquets hubiera hecho votos para castellanizarse, si bien nacieron en Sabadell y se criaron en un pueblecito próximo. El Barça desconoce si semejante afán castellanizante es nuevo o si padre e hijo llegaron al equipo con la voluntad amasada como la plastelina.
A lo nuestro. Busquets padre ejerció de portero durante años (no llevaba calzón corto, siempre se protegía con los pantalones del chándal). Cruyff fue su padrino futbolístico. De él dicen los barcelonistas que cuando abandonaba la portería en busca del balón era para echarse a temblar.
Alto y flaco, desmadejado de remos, Sergio Busquets es uno de los ojitos derechos de Luis Enrique. Hasta que de pronto dio positivo en Covid y todos corrieron rápidamente a esquinarlo, como si fuera a tirar un córner.
El mister está convencido de que se incorporará al equipo antes de que termine la Eurocopa. “Esto es un juego de niños comparado con los graves problemas que me han tocado a mí”, dijo.