A la indiscutida categoría de Pepe Sacristán (Chinchón, Madrid, 1937) se le añadió en los últimos años un nuevo marchamo de admiración: la voz. Su declamación de los textos aprendidos para encarnar este u otro personaje no ha cambiado con los años, es siempre reconocible. Pero hoy luce una profundidad que era aflautada en sus inicios. Cuando las españoladas y antes.

Es lo único a lo que tenemos acceso. El coronavirus, disparado, ha confinado esta entrevista en el teléfono, dificultando los matices entre dos personas que comparten amistades pero no se conocen; y que son del mismo país, pero han vivido Españas distintas. El actor nació cumplido sólo un año de la guerra; al periodista Franco le duró un mes y un día; el entrevistado estuvo en el reparto de la dictadura y protagonizó la Transición; el entrevistador tiene un recuerdo vago del 23-F; uno casi dobla en edad al otro, y pasó de la plaza de toros en cuesta de Chinchón a escalar las rampas de todos los estados de un país al que se le asoma, a cada tanto, su cara de acelga

Pepe Sacristán no necesita promoción, y aun así acepta la invitación a la entrevista a la primera. No necesita promoción porque es tan reconocible que la única razón por la que su perfil no es el de las monedas estriba en que es republicano, y nunca lo aceptaría. Y no la necesita, porque llleva décadas en su mejor momento profesional, y ni la pandemia ha podido con él. Son tres años girando con Señora de rojo sobre fondo gris, un monólogo hondísimo, en el que se mete en la piel de su amado amigo Miguel Delibes. Otro que lo contó todo, y que como Sacristán, es memoria histórica de España.

Hablemos de él y de España, pues...

Hoy Chinchón es un pueblo pintoresco al que se va de visita una tarde para ver la plaza, beber anís y comprar ajos... pero en 1937, Madrid estaba a horas de viaje (para quien podía ir), España estaba en guerra, y Pepito Sacristán tuvo que crecer en una verdadera España vaciada. Menudo viaje en el tiempo, ¿no?

Vaciada no, porque entonces había más gente en Chinchón que hoy. Chinchón llegó a ser incluso cabeza de partido... luego, lógicamente, pasó a Aranjuez. Pero hombre, yo siempre he sido muy perceptivo y he tenido una gran perspicacia, pero en el 37, cuando nací, no supe exactamente dónde estaba [risas]. Lo supe ya un tiempo después.

Pero sí, efectivamente, en el 37 aquello era un desastre, como toda España, un horror. Es fácil de suponer.

Con 84 años, recibe usted el Goya de Honor... tratando de hacer balance de toda una vida ante la cámara y los escenarios, ¿cuál diría que ha sido su mejor papel? No en la escena sólo, en la vida.

No, no, eso no te sabría decir. Me parece una temeridad afirmar eso. Cualquiera que lo dijera, pecaría de temerario desde mi punto de vista. Pero allá cada uno.

A lo largo de la vida, las circunstancias, la suerte, la adversidad, unas cosas y otras -e incluso para los que crean, la divina providencia-, te van presentando situaciones que hay que salvar, disfrutar, vencer. Así que el mejor o peor papel depende de la circunstancia y lo que tengas que disfrutar o soportar, padecer o echar adelante.

¿Y hoy en día, en su etapa actual de la vida?

¡Pues la vida en general! Tengo la suerte o el privilegio de poder elegir mi trabajo, disfruto de un estado de salud bastante potable... Digamos que lo que viene ocurriendo últimamente, para mí, es motivo de satisfacción y de agradecimiento. ¡Me lo he currado! Pero sé perfectamente que disfruto de un privilegio en el cual ha intervenido el factor suerte.

Aunque si el objetivo final de la pregunta es señalar cuál es el papel o el momento... no. Todo se va repartiendo, se va diluyendo, van apareciendo y desapareciendo situaciones y, con ellas, los papeles por los que tienes o no que pasar.

Me hablaba usted antes de la divina providencia. Cuando se rebasan los 80, cuando hay muchos amigos que ya no están, ¿empieza uno a mirar de reojo a la muerte? ¿Usted teme a la muerte?

No, temerle no. A la muerte no la temo. Le temo a la inutilidad, a la servidumbre de que la madre naturaleza te humille y te joda, ¿no? La muerte es una cosa que está ahí. Y hay muchos amigos míos que ya llevan unos cuantos años enterrados. No le temo a la muete, sí a la incapacidad, a ser humillado por mi propia naturaleza.

"Muchos amigos míos ya llevan unos cuantos años enterrados, pero a la muerte no la temo. Le temo a la inutilidad, a la servidumbre de que la madre naturaleza te humille y te joda"

Apellidarse Sacristán y ser rojo, ¿le hizo ser objeto de bromas de niño o en su carrera?

No, en el colegio aún no era rojo ni era nada. Hacía los palotes, me limitaba a aprender las cuatro reglas y a saber que España limita al norte con los montes Pirineos y el Océano Atlántico.

Bien es verdad que mi apellido remite a un oficio que no me gusta nada, ¿no? Esa cosa sacristanesca es siempre peyorativa. Pero lo llevo a mucha honra porque era el de mi padre, joder.

¿El apellido le ha acercado a la iglesia, a la religiosidad, o ni por esas?

Hombre, sí... en los tiempos en los que yo fui a la Institución Sindical de Formación Profesional Virgen de La Paloma, que la parte religiosa la llevaban los salesianos. Yo aún te puedo cantar el himno de Domingo Savio -todavía me lo sé-, que fue un discípulo de San Juan Bosco.

Yo tuve la crisis mística de cualquier chaval de 10 o 12 años educado por los curas, lógicamente. Pero bueno, me duró un año... no me gusta el hechicero de la tribu, sea de la tribu que sea. Me parecen todos unos cabrones.

Estuve viendo esta mañana 'Solos en la madrugada', de Garci, con Pepe Sacristán de absoluto protagonista. Y sí que he recordado aquella España del 78. Yo era muy pequeñito, pero las imágenes de ese Madrid duro, frío... y sobre todo, vacío por las noches, me han venido a la mente. 

¿Hablas de Solos en la madrugada? ¡Eso era el paraíso!

Sí, es una película maravillosa...

¡No! Eso era el paraíso comparado con lo que eran los años 40. No tiene ni punto de comparación la España que retratamos en Solos en la madrugada, que era la España de los 70, con la de los 40 y 50. ¡Eso era lo gordo!

José Sacristán, en el escenario de 'Señora de rojo sobre fondo gris'. Efe

Ese papel de 'Solos en la madrugada', que a mí me toca por periodista... ¿le dejó algo o es un papel más?

No, no... sí que me dejó. No es un papel más, entre otras cosas, porque esa película me abrió la puerta de Argentina, que es una de las cosas más felices que me han pasado. Saber que tengo un muy buen lugar en el mundo entre los compañeros y compañeras, y los muchísimos muy buenos amigos que tengo en Argentina.

Nunca una película es otra más. Aparte del homenaje que le hacíamos a la gente de la radio, que yo sigo admirando y queriendo muchísimo, como mi amigo José Luis Garci.

¿A qué atribuye su éxito? ¿A su físico? ¿A su voz? ¿Cuál diría que ha sido su secreto para seducir al público y tener una trayectoria ya de... 60, 70 años?

Sí, sesenta y pico, setenta... No hay secreto. Como lo del papel, es una suma de cosas, de circunstancias que se van dando. Tener talento, tener la suerte... pero no hay fórmula y ¡pobre del que la intente buscar! No hay fórmula para el éxito ni para el fracaso.

Ni siquiera eso que se dice de trabajar mucho...

No, no, de verdad, no la hay.

O sea, ¿que podemos atribuirlo a la suerte?

¡Que no! Es una suma de cosas, el trabajo, el esfuerzo, el estudio, y que la suerte te acompañe.

¿Se acuerda de alguno de los diálogos... o de esos monólogos de 'Solos en la madrugada'? ¿Hay algún soniquete de algún personaje que le persiga, alguna película o función que se le haya quedado en la cabeza?

No. Todas y ninguna. A todas las amo y las quiero por igual, pero no vivo con ellas.

¿Ningún personaje se queda con usted durante un tiempo?

No, no, no. Lo termino y se va a hacer puñetas.

...

Otra cosa es que yo guarde el recuerdo emocionado de todos y cada uno de mis trabajos. Pero no, yo sigo trabajando, y el personaje que me ocupa de verdad es el que estoy representando en ese momento.

Sigue usted ahora con la gira de 'Mujer de rojo...'

Señora de rojo [remarca]. Señora de rojo sobre fondo gris.

Eso es. Este papel supongo que sí le toca un poco más, porque representa a un amigo.

Sí. Me importa más, porque es meterme en la piel de mi amigo Miguel Delibes. Es como el homenaje que le hemos hecho ahora a Fernando en El hijo de la cómica, en el Teatro Fernán Gómez. Un texto escrito por mí, basado en sus memorias, la primera parte de El tiempo amarillo.

Hay valores añadidos a algunos trabajos, y en ese caso es el homenaje a alguien que tuve el privilegio de concer, y ese alguien era nada menos que Miguel Delibes.

"Yo tuve la crisis mística de cualquier chaval educado por los curas. Pero me duró un año... no me gusta el hechicero de la tribu, sea la tribu que sea. Me parecen todos unos cabrones"

Usted ha dicho en alguna ocasión que, cuando empezaba, se fijó en actores como Tyrone Power...

¡No, no, no! Qué coño Tairon Pagüer no, ¡Tirone Pover! [cuesta transcribirlo]

¡Tirone Pover, perdone! [risas compartidas]

Pero no me fijaba en él, me fijaba en sus personajes. Yo quería ser El Zorro, El cisne negro... Yo quería ser el héroe. Yo quería ser Tirone Pover, no Tairon Pagüer.

Es que yo no quería ser un actor en concreto, yo quería ser los personajes que él hacía. Como Robín de los bosques, con Errol Flynn. Yo quería ser el héroe de las novelas y de las películas, joder.

¿Pero hay algún actor o actriz con el que haya usted disfrutado más que con otros? Ya me temo la respuesta...

Claro, ya te lo sabes. Ya te digo yo que con uno solo, no. Te puedo decir que, por cercanía, con el que más ha sido es con Fernando Fernán Gómez o con Alfredo Landa, que eran los más amigos míos.

¿Quién (o mejor quiénes) de los personajes públicos con los que ha ido usted compartiendo espacio en la prensa habría sido un gran villano del escenario?

Villanos ha habido por un tubo, aunque ni siquiera tienen la grandeza trágica de villano la mayor parte de los políticos... Pero no hablemos de política.

Pues tengo alguna más adelante...

Bueno, pues tú tira, pero estoy hasta los huevos de la política.

Vale, pues sigamos en la cultura... Ha trabajado con los más grandes directores españoles: Berlanga, Mario Camus, Garci, Fernán Gómez, Eloy de la Iglesia, Gutiérrez Aragón... Mójese. ¿A quién pondría en el pódium...?

...no sigas con esas preguntas porque, perdóname, pero es una chorrada. ¿Cómo te voy a dar yo un nombre sobre otro? Todas y cada una de mis películas, obras de teatro, series de televisión, todas, han formado parte, para mi suerte, y siguen formando parte de mi vida.

Y con más importancia o menos, pero mi relación con todos mis directores ha sido siempre magnífica. Algunos son íntimos amigos míos, pero de ninguna de las maneras, no te voy a señalar a uno sobre otro, o una película sobre otra. Porque habría un agravio comparativo estúpido, sencillamente. Y no quiero hacerlo.

Me parece bien, tiene usted razón.

¡Claro!

José Sacristán, a sus 84 años, recibirá el Goya de honor 2022. Efe

Cuando le comunicaron el Goya de Honor, ¿eso cómo se digiere? Porque está bien que a uno lo reconozcan, pero de honor... suena a broche.

No, no, joder. Es que es una carrera. ¡El trabajo es lo importante! Y tu relación con él. Luego, se dan por añadidura unos premios y unas cosas. Pero darle más significado del que merecen los premios es de idiotas. Esto es un acontecimiento que yo celebro y agradezco ¡y nada más! Ni marca, ni abre, ni cierra, ni pollas en vinagre [risas].

Como agradezco el Premio Nacional, o como si me dan el del Guapo de Madrid con Gafas. Me es igual. Yo lo agardezco, no soy de los que dicen que no, que esas cosas... Pero lo importante es el trabajo, la suerte que tiene uno de poder elegir. ¡Joder! Pues tira millas.

Pepe Sacristán nunca ha sido 'chica Almodóvar'. ¿Hay alguna razón por la que no se hayan juntado dos de los más grandes nunca?

Yo no hablo con Pedro como no hablo con los demás directores que no me contratan. ¡Qué coño voy a hablar yo con Pedro Almodóvar! ¿Por qué? Hay otros que tampoco han llamado y no me quita el sueño. Admiro profundamente su trabajo, pero ni le llamo a él ni a Elia Kazan.

Y mira, yo no creo que sea el más grande yo, ni que Pedro sea el más grande. Fíjate lo que te digo, no. Creo que te manejas en base a mucho tópico. En tus apreciaciones y en tus valoraciones hay un tópico tóxico.

¿Sí?

Creo que deberías tirar por algo más de profundidad, hostias.

¿A qué se refiere con 'más profundidad'?

Pues que vas un poco señalando cosas externas... hay cuestiones que quizá deberías tratar de otra manera. Porque, ¿qué coño es esto de que no te ha llamado Pedro Almodóvar? Pues no pasa nada, hay muchos otros que no lo han hecho. Fernando León de Aranoa tampoco me ha llamado, o Alex de la Iglesia. ¡No me ha llamado un montón de gente que lo hace muy bien! No pasa nada.

Muy bien, a mí me parecía interesante preguntarle eso.

Ok, sigue. Pero vamos, que vas un poco de tópico en tópico y tiro porque me toca. Venga, sigue.

José Sacristán repasa el monólogo sobre el escenario. Efe

Hombre, habría sido mejor hacer la entrevista cara a cara, con unas cervezas y en un bar. El virus nos ha obligado a hacerla por teléfono, y eso le quita todo el 'feeling'. Mirándole a los ojos, por ejemplo, habría sabido cuál era el momento -que no parece éste, claro- para preguntar cuál es su proceso para abordar un personaje.

Depende de cada personaje...

...evidentemente, no lo era.

No, tranquilo. Sigo. Hay personajes que te pones el traje, dices lo que está escrito, y listo. Si el personaje tiene otra complejidad, se aborda desde otras situaciones y con otros procedimientos. Pero todo depende del personaje, claro, porque no son iguales.

Hombre, yo últimamente puedo elegir y todos tienen su cosa, ¿no?

¿Cualés prefiere? ¿Siempre los complejos, o alguna vez uno más facilito?

La comodidad es enemiga mortal de la creatividad. Si tú aspiras en este oficio a vivir cómodamente, mejor que lo dejes, que te olvides. Esto implica una incomodidad, una búsqueda, un riesgo permanente. Si lo que buscas es lo otro, dedícate a la cría de canarios flauta.

¿Usted pierde peso en las representaciones? Algún actor amigo me ha llegado a contar que, del esfuerzo, adelgazaba dos kilos por función.

No, yo no me puedo permitir ese lujo, estoy en 57 kilos y no puedo perder más. Ni un puto gramo. En absoluto.

Quiero hablar de aquellas 'españoladas', pero no quiero preguntar por un cine de ayer mirado con ojos de hoy. Así que permítame que le ponga un ejemplo. Hace unos años, me propuse escuchar el 'Sgt. Pepper' de los Beatles como si fuese la primera vez. Aluciné... No sé si alguna de todas esas películas que usted defiende como parte de su vida, las ha mirado alguna vez de esa manera.

No, no es mi caso. No las quiero ver, no tengo interés en volver a verlas. Ya las he visto y sé lo que son. Por curiosidad sólo, repaso alguna cosa en algunas. Pero sí, forman parte de mi vida, y algunas me gustan más y otras menos. Alguna no me gusta nada. Pero son mis películas, es mi vida, y las quiero y las respeto y agradezco cuando me ofrecieron ese trabajo a todos por igual.

Pero luego, yo sé de cine. Y entiendo de cine. Y hay otras películas que me interesa más volver a ver. Por supuesto, no jodamos.

"Villanos ha habido por un tubo, aunque ni siquiera tienen la grandeza trágica del villano la mayor parte de los políticos... Pero no hablemos de política"

¿Se repasa usted habitualmente? Para aprender de sí mismo...

No, no. Qué va.

¿Y mira películas de otros para aprender, no sólo como espectador?

Para aprender, no. Lo poco o mucho que haya que aprender, ya lo he aprendido. No me planteo asistir a esto como una disciplina, aunque este oficio implica un aprendizaje permanente. Pero afortunadamente, eso yo ya lo puedo hacer sobre el terreno. Mirando a los demás, siempre coges algo. Pero yo ya no me siento a ver una película para aprender, no. Me siento para disfrutarla, hace ya mucho tiempo.

Siendo un hombre tan experiementado, ¿cuesta que un director mucho más joven y quizá inexperto le dé indicaciones?

Depende de la orientación... Normalmente, en cine yo no pongo ningún reparo. Porque entiendo que el director es el que manda. Yo puedo tener un párrafo de seis páginas pero él está componiendo un jarrón chino. En teatro, sí. En teatro, si no hay acuerdo con el director y mi punto de vista no coincide con el suyo, me voy y que llame a otro. No impongo mi criterio, me voy.

¿Por qué las galas de los Goya sólo son políticamente ácidas y reivindicativas cuando gobierna un presidente del PP?

Mira, depende de la circunstancia. Yo sigo apoyando el 'no a la guerra' y lo que ocurrió entonces. Cuando se da un atropello y una barbarie de esa naturaleza, cualquier plataforma es válida para denunciar un desmán como aquél. Yo lo sigo subrayando y aplaudiendo. Un acontecimiento como aquél, realmente había que manifestar que se estaba en contra. Como con los asesinatos de ETA y cosas de ese estilo.

Luego, yo soy partidario de que todo tenga un equilibrio, porque si politizas todo acabas devaluando lo político, y acaba todo siendo una rutina que se va a hacer puñetas. Cualquier entrega de premios no debe ser siempre un panfleto.

¿Ha habido diferencias en la gestión de la Cultura por parte de los distintos gobiernos de la democracia?

Seguramente, me faltan los datos de última instancia. Pero allá se van... allá se van. No creo que haya habido una gran diferencia de sensibilidad por parte de la clase política hacia el mundo de la Cultura. Hubo una época, eso sí, la primera vez que los socialistas llegaron al poder, en que se recuperaron teatros municipales y una serie de cosas. Pero en fin, hay poca diferencia entre unos y otros.

Hay poca diferencia, pero por lo que le entiendo, no en lo bueno...

No, no, en general. Y no solamente en la clase política. No somos una sociedad muy dada a la cultura, a la escritura, a la lectura. ¡No lo somos! Si mañana se cierran los teatros, no pasa nada. O los cines. No jodamos, si somos unos analfabetos y unos incultos, no vamos a echar la culpa a la Administración. Ya somos mayores... si se lee poco es porque la gente se lo gasta en gambas.

Pero eso se podría arreglar trabajando más desde la educación.

La base es la educación, no te quepa duda. Ésa es la base, todo es un problema de educación.

Recuerdo que una vez habló usted de Ángel Gabilondo como el único político del que se fiaría como ministro de Cultura. Él fue el único que intentó una ley de Educación pactada. ¿Ésa podría ser la solución?

No, no. No me atrevo. Me faltan datos. Pero sigo admirando y respetando al señor Gabilondo, por supuesto.

La Transición se hizo con Pepe Sacristán de protagonista cinematográfico. Hoy, hay una parte del Gobierno que pone en duda aquella etapa. ¿Aquello fue un éxito o sólo se hizo lo que se pudo y hay que revisarlo?

No me parece justo que se haga eso. Por supuesto que todo es mejorable, naturalemente que sí, nadie es perfecto. Ahora, dada la relación de fuerzas y dadas las  circunstancias, creo que lo que se hizo no estuvo del todo mal. Opino que, en ocasiones, la nueva izquierda peca de esto que yo llamo 'la impaciencia de los malos aprendices'. Habría que ser un poco más justos con la gente que manejó aquel cotarro.

Nadie puede hablar de perfección, insisto, todo es revisable y todo es mejorable. Pero no desde el desprecio y, sobre todo, había que tener los cojones de estar allí, en aquel momento. Los que ahora hablan de cobardía... ¡había que tener los huevos que algunos tuvieron para enfrentarse al que tenía el tanque, el que tenía la pela y el que tenía el crucifijo!

José Sacristán girará hasta el mes de junio con el monólogo 'Señora de rojo...', en el que encarna a su amigo Miguel Delibes. Efe

Esa nueva izquierda, como la llama usted, parece estar más moralista que la actual derecha. Las tornas parecen cambiadas, ¿no? Hoy las redes sociales censuran los pezones. ¿Cree que vivimos un neopuritanismo extraño?

Es posible. Esto de la corrección política roza la estupidez, aunque no creo que sea un retroceso, ¿no? Indudablemente, no supone un avance. También es cierto que hay que revisar, desde posiciones feministas, la prepotencia del patriarcado a todos los niveles... pero no revisar Caperucita Roja, o que Lo que el viento se llevó no se emita porque salen negros esclavos. Eso son necedades totales y absolutas. No es por ahí.

¿Se opina mucho con brocha gorda en esos aspectos? El #MeToo destrozó a Woody Allen, y aquí lo copiamos con Plácido Domingo...

A Woody Allen, que lo juzgue quien lo tenga que juzgar. Pero a mí su obra me sigue pareciendo la hostia. Y voy a seguir viendo sus películas. Mezclar una cosa con otra a mí me parece que es una gilipollez.

Una de las figuras de aquella época, Juan Carlos I, ha tenido que irse fuera de España para no perjudicar más la imagen de la Corona. ¿Le ha hecho un daño irreparable? Y si es así, ¿eso es bueno o malo?

El personaje de Juan Carlos me da mucha pena y una ira terrible, porque nos ha jodido la película a unos cuantos que nos la creímos. Yo me la creí. Con todas las dificultades, dije 'vamos a tirar para delante', como decíamos antes hablando de la Transición. Pero toda esta mediocridad de las faldas y las pesetas es una chapuza que... ¡el personaje, para mí, ha desaparecido!

"El personaje de Juan Carlos me da una ira terrible, porque nos ha jodido la película a unos cuantos que nos la creímos. Toda esta mediocridad de las faldas y las pesetas es una chapuza"

Desde su condición de republicano ¿cree que la Monarquía tiene futuro en España? ¿Cómo valora la labor de Felipe VI?

Yo soy republicano, y la Monarquía me importa un carajo. Si mañana desaparece, que desaparezca...

Lo que sí te puedo decir es que siento un gran respeto por la figura de Felipe VI y de Letizia, porque los conozco. He hablado con ellos de teatro, de cultura, y al margen de que sean reyes o no, son unas personas por las que siento más respeto que por mucha gente de la izquierda.

Más allá de como persona, como Jefe del Estado, ¿el Rey está siendo útil?

Hombre, de acuerdo a las reglas del juego en las que nos vamos manejando, lo que se ha acordado y todo eso, a mí me parece que sí. Que está bien.

Pues si Pepe Sacristán dice eso, de la República nos olvidamos...

Mira, a mí lo único que podría prepocuparme de la proclamación de la República es que, dado el panorama del personal que podría optar a presidirla... ¡joder! Si ya cuesta trabajo hacer un reparto ahí, ¿a quién le das el protagonista?

Justo iba a preguntarle si veía a alguien que pudiera aspirar.

Pues con este panorama... pero ojo, que no son peores que nosotros. Que quede claro, que no somos mejores.

Los políticos son un reflejo nuestro.

Yo me remito a la novela de mi amigo David Trueba, Queridos niños. Es un ejemplo maravilloso de cómo el personal de a pie se comporta.

Pues si son un reflejo de nosotros, el grado de mala leche e insatisfacción en la calle que polariza a los ciudadanos, ¿lo atribuye a la crisis económica, a una crisis de valores, al encabronamiento de la política?

¡A la educación! A la educación. A la falta de.

...

El político echa mano de lo más innoble de su electorado. Mira, te digo por deformación profesional: si yo elijo una función es porque va a venir a verme una serie de gente. Si un político elige un lenguaje es porque sabe que eso es lo que vende. Y más claro no puede ser en el caso de la Ayuso. Con esa "libertad", con esa falacia de la libertad, ha arrasado hasta en Vallecas, ¡en todas partes! Está claro que al personal, eso es lo que nos va.

La respuesta es la educación. La educación. Tenemos que proponer ser mejores, hostias. Si somos mejores, serán mejores nuestros políticos. Si no, harán con nosotros lo que les salga de los cojones... y hacen bien, claro.

¿Por cree qué la izquierda no ha vuelto a ilusionar a los madrileños como, por ejemplo, en la etapa de Tierno Galván?

Yo creo que la izquierda ha metido la pata en montones de elecciones. Mira, cada vez que Pablo Iglesias abría la boca eran votos para Vox. ¡Eso es así!

Pero a usted le ilusionó al principio Iglesias, ¿no?

¡Hombre, yo estuve allí! Les puse la voz en una campaña y les voté. Hasta que me hartaron... bueno, me hartó Pablito. Porque hay una gente ahí cojonuda. Como Yolanda, Íñigo, Mónica... y otra gente.

¿Hubo una cosa concreta que le hartara de Pablo Iglesias o fue un cúmulo?

Un cúmulo de cosas.

Los actores de cine y de teatro, ¿son ustedes unos subvencionados?

¡Qué coño subvencionados! Joder... ¿qué quieres que te conteste? ¿En comparación a qué? Mira, ¡de ninguna de las maneras! A esa afirmación, mi rechazo frontal.

Lo que pasa es que hay un cierto nivel de protección para un tipo de productos que, si no, esas obras no verían la luz. Pero en realidad esto revierte en beneficio para el Gobierno.

¿Sería imposible un modelo como el estadounidense, basado en lo que triunfa? Mire que hay 500 millones de hispanohablantes...

No, no sería posible porque no tenemos ese mercado, hombre. Sería suicida. Deberíamos aproximarnos más al modelo francés, ¿no te parece? Si tuviésemos el mercado americano... y el mercado no se consigue sólo con calidad. Se consigue con mercancía.

"Agradezco el Goya de honor, como agradezco el Premio Nacional, o como si me dan el del Guapo de Madrid con Gafas. Darle más significado del que merecen los premios es de idiotas"

¿Estas cosas las habla José Sacristán con algún ministro que se le ponga en la foto para darle una medalla?

No, no, no... Lo que hago es agradecer la medalla. Me comunicó el Premio Nacional un ministro, me lo entregó otro. Y ahora saludaré a otro más en los Goya. Pero no me siento a conversar con los ministros. No porque no quiera, sino porque no se ha dado.

Pues qué lástima, ¿no? Si se reúnen con los transportistas para darle solución a su sector...

¡No! ¿Lástima por qué?... Bueno, mira, igual es una lástima, no lo sé. [carcajada]

Hablando de protección a la cultura... ¿Ha seguido la polémica de las cuotas de lenguas cooficiales en las plataformas de televisión?

No estoy al tanto. Pero me parece cojonudo que la gente defienda su lengua, que es de obligado cumplimiento en el caso de las que están más o menos amenazadas. Pero siempre y cuando no se caiga en el atropello del niño éste de Canet. Los padres han pedido que se le eduque con un 25% en castellano y la reacción ha sido de violencia.

Pero es un tema delicado este... mira no soy independentista, no soy nacionalista y me parece lamentable que la izquierda pique el anzuelo del independentismo como algo progresista o revolucionario. Tiene un tufo todo bastante conservador y reaccionario, como cuando en la plaza de toros la gente silbó a Raimon por cantar en valenciano.

El actor José Sacristán, durante un pase gráfico. Efe

Hay quien echa en falta que en el colegio se ofrezca aprender otras lenguas cooficiales. ¿Eso podría servir de algo, para hacer país, como se dice ahora?

No, a mí me parece mejor aprender inglés. Antes que catalán, prefiero el inglés o el italiano.

Decía 'además'...

¿Sabes qué pasa? Que el catalán lo entiendo. En cuanto te sientas un poco con un catalán, lo entiendes aunque no lo hables. De verdad, yo prefiero aprender inglés. [risas] Y el euskera, ni se me ocurre intentarlo [más risas].

¿Cree usted que el independentismo sigue siendo una amenaza real en España?

No, tanto como amenaza real, no. A mí me parece una chapuza. Todo esto que ocurrió en Cataluña, que si rebelión, que si sedición... yo no los hubiera metido en la cárcel, ni muchísimo menos. ¿Qué dice el Código Penal de los chapuceros? Pues eso, porque es una chapuza.

La prueba evidente es que ahora le aprueban los Presupuestos al presidente. ¡Y la CUP se queda fuera! La CUP, que se dicen anticapitalistas. ¡Es que es un esperpento! Pero te digo una cosa, en mi foco de interés, ahí están el movimiento independentista catalán con la figura del Rey emérito: ¡Me importan un carajo!

Ahora que ha pasado la Navidad, ¿usted la celebra? Dice el CIS que hay un 10% de españoles que ponen un Belén laico.

No. Yo sigo la rutina de las reuniones familiares. Aunque ahora con la Covid, tampoco. Nosotros viajábamos normalmente al pueblo de mi mujer, pero este año nos hemos quedado en casa. Con el bicho éste de los cojones, nada. Lo único, he pillado un trocito de turrón del blando, otro del duro y un pedazo de mazapán.

¡Y la sidra El Gaitero! Eso que no falte.

¿Nada más que sidra?

No. Ya no da para más el presupuesto [risas].

Hablando del coronavirus, ¿cuánto le ha afectado a Sacristán y su equipo en estos casi dos años?

Todo lo que se ha aplazado de Señora de rojo se ha recuperado... hasta ahora, ¿eh? Porque ahora las cifras son cada vez más acojonantes. De hecho, mi amigo Antonio Resines ha ingresado en la UCI, con las vacunas puestas. Ni una broma con esto del bicho.

¿Hay nuevos proyectos o seguimos con 'Señora de rojo'?

Nada nuevo, de momento, hasta junio seguimos de gira. No faltan bolos, vamos.

¿De cine no hay nada a la vista?

No, es que a mí la mecanicidad del cine y de la televisión ya me da un poco por saco. Los tiempos muertos, el madrugón, el frío del invierno, el calor del verano... cada vez que llega un guion a casa y pone 'exterior noche', ya lo devuelvo. Paso, no quiero saber nada. Yo a la hora de cenar, estoy en mi casa o en un restaurante, no me voy a subir a un cerro con un bocata. [risas] Eso ya se ha hecho, ya no más.

Hace poco, sí hizo usted 'Cuidado con lo que deseas', una familiar...

Sí, con Fernando Colomo, y lo hemos pasado muy bien. Con unos niños y unos perritos... pero ya el madrugón del cine y la televisión, quita, quita.

O sea, ¿que ya no le vamos a ver mucho en la pantalla?

No, no preguntes eso, porque no lo sé con seguridad. Pero en principio, te digo que no soy partidario [risas].

Pues ya estaríamos... lamento haber tenido que hacer la entrevista por teléfono, porque eso quita las miradas entre uno y otro, que son clave.

El teléfono es un coñazo. Y disculpa la observación del principio, es que me joden las preguntas de 'el mejor tal', 'el peor cual', 'por qué no te ha llamado nosequién...'

Lo que ocurre es que había mucho de qué hablar, y de algún modo tenía que introducir los temas, con una generalidad, para ver si de ahí salía algo o era puerta cerrada. Que tiene usted fama de ser difícil.

¡Nada! Aclarado este punto, yo tengo un rato más... ¿seguimos?

El actor José Sacristán, Premio Nacional de Cinematografía 2021. Efe

A ver, claro. Déjeme que pruebe de otra manera, entonces. Porque, ¿qué voy a preguntar yo a Pepe Sacristán de su amigo Fernando Fernán Gómez? ¡Haría el ridículo!... pero sí, mire: digame qué imagen se ha aparecido ahora que he pronunciado su nombre.

Uff... pues imprescindible [se le quiebra un poquito la voz]. Alguien imprescindible en mi vida. Una suerte. Un privilegio el haber conocido a Fernando. ¡Como a Miguel [Delibes]! Haber disfrutado con ellos de su amistad. Había algo con esta gente que, a su lado aunque no quisieras tenías que ser mejor. Delante de ellos no cabía la impostura. A su lado se era mejor.

Lo acaba de homenajear, ¿no?

Sí. Lo he pasado muy bien. Dos días en el teatro Fernán Gómez, haciendo El hijo de la cómica, una lectura dramatizada de un texto escrito por mí, que ojalá pueda tener más recorrido, pero ha sido formidable.

¿Va a tenerlo? Más recorrido, digo.

Es posible. Pero eso ya no depende de mí. Tiene que haber alguien que le quiera poner la producción.

A un musical como 'My fair lady', por ejemplo, ¿sí volería?

No, la disciplina de un musical no creo que la soportara. Es como estar en un convento. Yo, cantar todos los días... no tengo esa disciplina vocal. Y los musicales, sobre todo, son una empresa económica de tal envergadura, que ya no anuncian a nadie. Un día lo hace uno, otro día lo hace otro... ¡y lo hacen maravillosamente! Los chicos y chicas que hacen ahora musicales cantan, bailan, interpretan en inglés, en francés... son una gente cojonuda.

"Me parece lamentable que la izquierda pique el anzuelo del independentismo como algo progresista o revolucionario. Tiene un tufo todo bastante conservador y reaccionario"

Ahora está usted con el monólogo de 'Señora de rojo'... ¿es más gustoso eso o una obra coral?

Es igual, da igual. Lo importante es el texto. Hombre, cuando hay más gente, estás más entretenido. Pero yo tengo un equipo de gente con la que me llevo de puta madre y no echo de menos a nadie.

Antes se molestó con lo del 'más grande'... déjeme que lo pregunte de otro modo ahora. Y vuelvo a los Beatles. Yo siempre he pensado que Paul McCartney, alguna vez, se habrá dado cuenta que no es sólo el tipo que le mira en su espejo por las mañanas. Que habrá caído en que 'joder, yo soy Paul McCartney para toda esta gente'. ¿Usted ha pensado alguna vez 'coño, soy Pepe Sacristán'?

Mira, ese ejemplo no puede ser más lúcido. Si Paul McCartney va a Chinchón, se arma. Sin embargo, si yo voy a Liverpool, nadie tiene la más puta idea.

Antes me preguntabas por Fernán Gómez, qué aprendí yo de él... Lo primero: ¿qué supone ejercer esta profesión en un país como éste? Tener sentido de la medida, no ser gilipollas. ¡Tú no eres Paul McCartney y nunca lo vas a ser, Sacristán! Eso es lo primero que tengo que decirme. Que si yo voy mañana a Cincinatty, todo el mundo sabe quién es Paul McCartney, pero nadie sabe quién soy yo.

Y a partir de ahí, pobre de ti si no tienes esta noticia. Eres idiota.

[risas compartidas]

Mira, esto da de sí lo que está dando de sí. Pago el recibo de la luz, me compro discos... punto.

¿Qué discos? A ver si van a ser de Paul McCartney...

Me gusta, sobre todo, la clásica y el flamenco... pero ahora ya sí estamos agotando el tiempo.

Estupendo, entonces. Muchas gracias y, cuando se acabe el virus, nos miramos a la cara con unas cervezas, si le parece.

¡Qué pesado con las cervezas! Yo prefiero un café... o un vino. ¡Un vino y un abrazo!

José Sacristán, actor de cine, teatro y televisión. Efe

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