Cosas de familia: una Pantoja, dos Camilas, Penélope y Javier

Cosas de familia: una Pantoja, dos Camilas, Penélope y Javier Guillermo Serrano Amat

EL BESTIARIO

Cosas de familia: una Pantoja, dos Camilas, Penélope y Javier

Isabel Pantoja, Camila Parker Bowles, Gloria Camila y Penélope Cruz; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas. 

13 febrero, 2022 01:53

Isa Pi

Guillermo Serrano Amat

Alucino. Acabo de leer una entrevista de Carmen Lomana y todavía no doy crédito. La “influencer” habla de Chabelita (en el siglo, Isa Pi) con opiniones favorables a su persona. “Es una santa, se ha pasado la vida aguantando el tipo y no tiene reparos en decir que su hermano no la quiere”.

La tonadillera puso toda el alma en la adopción de Chabelita, pero la estrategia no dio resultado. De la niñita que era un dechado de cursilería, a la preadolescente que apuntaba maneras de rebelde sin causa había un abismo.

Ignoro quien de las dos amigas puso más empeño en la adopción, si Pantoja o María del Monte, aunque es posible que fuera María del Monte, que ya había recibido el ofrecimiento de ser madrina de la niña.

La adopción tuvo lugar en Perú y fue el presidente Fujimori quien acompañó a la tonadillera al orfanato para que eligiera. En el registro inscribieron a la criatura como Celeste. Menos mal que luego creció y se puso nombre artístico.

A la salida los ciudadanos se amontonaban, deseosos de tocar a la niña y besarle la cabecita. Algunos estuvieron a punto de besar también la cabeza del presidente. Sus delirios de autopropaganda eran tan fuertes que casi se dejaba.

Isabel y su séquito permanecieron en un hotel hasta que se cumplió el tiempo reglamentario (un mes) y pudieron viajar a España. En esos días la mamá de Celeste conoció a muchas autoridades, como Wladimir IIich Lenin Montesinos, el mayor espía de Perú, que grababa videos a todo el que se descuidaba. Pantoja estaba radiante y Fujimori la acompañó al aeropuerto. Una vez en España, los familiares y el séquito celebraron festejos por un tubo.

Resumiendo: creció la familia y, sobre todo, creció Chabelita, que alcanzó importantes cotas de protagonismo cantando con su madre en el escenario.

Así pasaron años e incluso lustros. Isa Pi, en un acto de irresponsabilidad sin límites, dejó el colegio, se casó, se descasó, abandonó Cantora y ganó sus primeros dineritos en la tele. Pasaba el tiempo y cada día era menos Celeste y más Isa Pi. Un día, su compañera de pupitre le soltó que era adoptada y fue así como conoció los primeros secretos de la vida. Los segundos los descubrió ella sola mientras andaba en compañía de Alberto, un chico del que estaba un poco enamorada. El fruto de su vientre se llamó Albertito.

Definitivamente convertida en Isa Pi, la hija de Pantoja tiene hoy un novio musulmán (Asraf ) que fue mister universo y le da buenos consejos. Aunque sigue yendo de plató en plató, saca tiempo para estudiar y obtiene muy buenas notas. Habla como un libro abierto y ya no se viste de brillos como las vedettes. También ha corregido algunas imperfecciones de su rostro y sus gestos se han vuelto más suaves. Borda el idioma español y nadie le gana en análisis sintácticos.

Camila Parker Bowles 

Guillermo Serrano Amat

La llamaremos Camila I para diferenciarla de Camila II, la hija adoptiva de Rocío Jurado y Ortega Cano, llamada Gloria Camila según su partida de bautismo. El primer nombre se lo pusieron por Gloria Mohedano, hermana de la más grande, y el segundo (Camila II), porque lo traía puesto desde Colombia.

Para retomar a Camila Parker Bowles (Camila I) hay que ir hacía atrás, en busca del primer recuerdo que tenemos de ella, cuando entregaba una copa al príncipe Carlos al terminar un partido de polo. En aquella época era una chica interesante y de risa contagiosa. También se decía que tenía boca caballuna y andares rurales, pero eso, siendo verdad, resulta ofensivo en un momento como éste, cuando Isabel II ha dicho que en el futuro Camila I será reina consorte (y con suerte).

Camila I tiene algo en común con el príncipe Carlos, y es que se lo pasan muy bien juntos. Ella suelta una carcajada campanuda y el príncipe se pone colorado como si viniera de tomar el sol en Torremolinos. Los ingleses tienen tendencia a sonrojarse, aunque no tomen el sol ni se pongan cremas con factor de protección. Cuestión de piel.

Por lo que les hemos oído contar a los biógrafos de la corte, los ingleses le tenían mucha tirria a la hoy duquesa de Cornualles, tirria que compartían con la soberana, atragantada por los malos ratos que le causaba lady Di.

Los ingleses no soportaban a Camila, y a Camila solo la soportaba Carlos. Un día, en un desenfrenado arrebato de pasión le dijo que quería ser su tampax y el mundo entero se conmocionó. Todavía no nos hemos recuperado.

Isabel II ha sufrido lo que no está escrito por culpa de sus volubles y antojadizos hijos. Carlos, a cuenta del dichoso tampax, fue el antecedente del príncipe Andrés, hoy expulsado definitivamente de Buckingham Palace.

Las jaquecas de la Reina no solo han sido responsabilidad de Carlos y Andrés. Sara Ferguson tambien tiene su parte, y no digamos el descarado Harry o mismamente el que fue su marido hasta el año pasado: Felipe Mountbatten, duque de Edimburgo, el hombre más aficionado a las mujeres de cuantos han pasado por la corte.

Convertidos en un matrimonio de batín y mantita, Carlos y Camila I e dedican actualmente a hacer mermeladas, envasar yogures, cultivar el huerto y montar a caballo. Aman el campo y son todo lo verdes que la vida les permite. No pueden disimularlo. Desde que hace unos días, a la Soberana se le escapó decir que cuando ella faltara, Carlos sería el Rey y su esposa, la Reina consorte, Camila levitó un palmo por encima del suelo. La felicidad es un hormigueo, suspira Camila, alborozada. Los annus horribilis han desaparecido para siempre.

Gloria Camila

Guillermo Serrano Amat

Gloria Camila es –simplificando- Camila II, una digna sucesora de Camila I, aunque más joven y más hermosa. Por sus rasgos profundos y meridionales se diría que es actriz de culebrón, venezolana para más señas, pues las venezolanas son esas chicas de las telenovelas nacidas en la franja de México, Colombia, Brasil y Venezuela, los países que dan mejores frutos.

Gloria Camila, o Camila II, para acabar antes, llegó a España de la mano de sus padres adoptivos (Rocío Jurado y Ortega Cano) y de su hermano José Fernando. Los niños tenían cara de angelitos, aunque uno lo era más que el otro. Fernando salió un poco torcido y Gloria Camila manifestó con los años una madurez pasmosa. Si se meten con ella es irascible y mal hablada, aunque no tanto como Alba Carrillo, a la que hemos visto soltar por su boquita toda clase de exabruptos.

Camila II es una chica hacendosa. A ratos ejerce de madre de su hermano y a ratos tambien de su padre, al que llama cariñosamente “el maestro”. Ha interpretado papeles de ficción en alguna serie española, y se despacha a gusto en los debates donde trabaja de tertuliana. En su rostro inspiró Julio Romero de Torres la mujer de los veinte duros, que tenía los ojos profundos como un pozo.

No es muy querida por su hermanastra Carrasco, que la marginó desde que hizo su aparición en la Moraleja con el pasaporte de Colombia entre los dientes. A José Fernando y a Gloria Camila alguien con no muy buenas intenciones les puso el sobrenombre de “los inmigrantes”, pudiendo cambiarlo por “los huerfanitos”, pero Gloria Camila II no se arredró, y después de echar una lágrima dio por buenos los apodos.

A la niña de los ojos castaños le gusta coser y cantar, es presumida y se identifica con las costumbres del Sur, donde echó raíces el flamenco y está enterrada “la más grande”, donde emergieron los tesoros de Tartesos, Avicena fue declarado el Príncipe de los médicos y Abderramán III mando construir a las afueras de Córdoba una ciudad que habría de llamarse Medina Azahara y con el correr de los años sería declarada Patrimonio de la Humanidad.

Penélope Cruz

Guillermo Serrano Amat

Ella y su marido (o su marido y ella, que tanto monta) optan a los Goya y a los Oscars por sendas películas: “El buen patrón” y “Being the Ricardos” en el caso de Bardem, y “Madres Paralelas”, en el de Penélope. Los he visto atendiendo a los medios con amabilidad y a punto he estado de no creérmelo. Han cambiado mucho desde que son padres. Penélope recibió la noticia de su nominación y lloró durante más de una hora, tal vez porque no se lo creía.

Penélope y Javier pasaron sus malas épocas (malas en tanto que nerviosas), pero con el tiempo se han relajado y ahora parece que vivan a base de diazepanes. Es el amor, que tiene sus buenos efectos secundarios. Ahora ya no van de creídos y muestran la versión más amable de sus vidas.

Penélope y Javier se han acostumbrado a los premios y los reciben sin darse importancia, como si hubieran nacido con ellos. Ayer sábado, en la gala de los Goya, donde volvieron a brillar, pudieron comprobarlo. La pareja de Javier piensa que los méritos son de Penélope y al revés, Penélope piensa que son de Javier. El actor es como el caballero que cede el paso a la dama (“las señoras primero”), y en el caso de Penélope es ella quien se muestra obsequiosa y le parece de justicia que los premios le correspondan siempre a él.

Penélope y Javier forman una familia estable y plácida. Viven en las afueras de Madrid y cultivan poco el cuchipandeo. Han cambiado el gran mundo de Los Angeles por el pequeño mundo de la carretera de Burgos y están encantados. Que les cunda.

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