Javier Solana fue uno de los ministros más longevos de González y el único español en liderar la OTAN.

Javier Solana fue uno de los ministros más longevos de González y el único español en liderar la OTAN. Óscar Castro

Opinión HABLANDO SOBRE ESPAÑA

Solana: "Israel no quiere resolver el problema y Palestina no tiene fuerza para cambiar su posición"

"Las guerras tienen sus normas y hay mucho en la reacción de Israel que no se ajusta a ellas" / "No es verdad que la mayoría de ministros de mi generación rechace la amnistía" / "Me parece una falta de respeto que un partido se ausente de la jura de Leonor".

29 octubre, 2023 02:58

Javier Solana (Madrid, 1942) es una sorpresa. Un pestañeo y… el joven físico obsesionado con la “interacción rotón-rotón en helio superfluido” se convierte en el español más poderoso del mundo. El único de los nuestros que ha liderado la OTAN.

Hemos leído sus recuerdos antes de venir a verle al edificio del Grupo Planeta –acaba de publicar Testigo de un tiempo incierto, que le ha valido el premio Espasa–. Por eso sabemos que lo de las películas es verdad. Hay tres o cuatro personas que dibujan las fronteras del mundo y hablan sobre las guerras encerrados en una cocina o en mitad del bosque.

Solana, el hombre que ya está sentado y preparado con café y cruasán, en plano secuencia: estudiante antifranquista, físico, doctorando, número 2 del PSOE por Madrid en las primeras elecciones democráticas, ministro de Cultura, ministro de Educación y Ciencia, ministro de Exteriores, secretario general de la OTAN, alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y de Seguridad.

Javier Solana, ex secretario general de la OTAN: ""Hay que reconocer lo antes posible que Palestina es un Estado" Edición: Jose Verdugo

Saca su móvil de la americana para silenciarlo. Tenemos la tentación de robárselo. Solana tiene teléfonos de presidentes de Estados Unidos. Solana se reunió con Putin algunas veces. ¿Y si Solana tiene el número de Putin? Pero empieza la charla y tenemos que ponernos a trabajar. En un momento dado, él dirá: “¡Me has robado muchas palabras!”. Y no está bien robar de más.

Le gustan las vistas de este rascacielos a las afueras de la ciudad. Es una vista panorámica, como la que ha tenido de tantas cosas por razón de sus cargos. Estamos casi en el cielo y los líderes de la OTAN miran a los países desde el cielo.

Javier Solana ha escrito un libro sencillo, que es lo mejor que se puede decir de unas memorias geopolíticas. Doscientas y pico páginas casi barojianas de relato en primera persona. Uno lo termina y se siente menos indefenso para hablar de lo importante, de las fuerzas que mueven en el mundo. Debería ser lectura obligatoria en alguna asignatura del bachillerato y en la universidad.

Vamos a ver si aprobamos.

Se me ha quedado grabada una imagen: usted, el vicesecretario de Estado de EEUU y el viceministro de Exteriores ruso, sentados en una cocina de Washington pensando cómo reconfigurar la arquitectura de la seguridad europea. Eso es el poder.

Fue en los días de Bill Clinton. El presidente de Estados Unidos tenía claro que había que mantener una buena relación con Rusia. Los europeos también teníamos la obsesión de que las ampliaciones de la OTAN se hicieran de acuerdo con Moscú. Era muy difícil.

Strobe Talbott era vicesecretario, pero íntimo amigo de Clinton. Habían compartido piso en la universidad. Talbott hablaba ruso perfectamente. Para que las negociaciones fueran informales, nos reuníamos los tres en su casa. Era un chalé pequeño y con jardín. Le cuento algo muy divertido.

Diga.

El viceministro ruso tardó muchísimo tiempo en referirse a mí como “Javier Solana” o como secretario general de la OTAN. Me llamaba continuamente “profesor Solana” para quitarme esa legitimidad. Ellos querían negociar a solas con Estados Unidos, y no con nosotros. De esos encuentros salió la idea de un acuerdo OTAN-Rusia que trascendiera lo militar y se adentrara en lo político. Al final, salió adelante gracias a esa confianza trabada en la informalidad. Por eso tengo tanta fe en la diplomacia.

¿Y hoy sigue teniendo fe en la diplomacia, “profesor Solana”?

¡Oiga, no me llame “profesor Solana”! ¡Que no estamos en una cocina! [sonríe]. No. La diplomacia ha perdido ese tono personal tan importante. Recuerdo que un secretario de Estado de Bush padre decía: “El diplomático es como el jardinero. Tiene que mirar el jardín todos los días, cuidarlo y estar atento a lo que no funciona”.

Si la diplomacia es como la jardinería, también es como el amor.

Me parece un poco exagerado. Normalmente, el amor no está muy presente entre los negociadores. El amor en sentido estricto es pequeño e improbable en ese contexto [rie].

¿Era consciente del poder que ejercía en ese momento o le ha impresionado al escribir sus recuerdos? Usted era un doctorando en Ciencias Físicas que, de pronto, estaba tomando las decisiones más importantes del mundo.

He pensado muchas veces en estos recuerdos… Es verdad que ahora los he escrito. Fueron escenas claves para mí. Aprendí que las cosas difíciles se pueden manejar con naturalidad y confianza. Sí, al escribirlo he pensado: “Fue fascinante”.

"Sí que existen las guerras necesarias. Acabar con el nazismo fue necesario"

A través de su relato, uno aprende que la seguridad del planeta, casi como los equipos de fútbol, va por rachas. Hay momentos en que una especie de consenso garantiza esa seguridad y, de repente, empieza una racha negativa en que las cosas empiezan a torcerse. Hoy estamos inmersos en una de esas rachas negativas con dos guerras a las puertas de Europa.

Estamos con dos guerras a las puertas de Europa, es verdad. Y las dos son innecesarias.

¿Hay guerras necesarias?

No sé si el término es el correcto, pero sí que ha habido guerras necesarias: por ejemplo, acabar con el nazismo. La Segunda Guerra Mundial seguramente fue necesaria.

Javier Solana reconoce sin ambages que sigue votando al PSOE.

Javier Solana reconoce sin ambages que sigue votando al PSOE. Óscar Castro

Vamos, entonces, con las guerras innecesarias de hoy.

Creo que la guerra de Ucrania es un error del que Putin se está arrepintiendo. La guerra de Israel, en cambio, se reproduce por ciclos cada “x” años. Sube la tensión y, como el problema no está resuelto, acaba explotando.

Israel no quiere resolver el problema y Palestina no tiene fuerza suficiente para cambiar la posición de Israel. Porque Israel, en el fondo, no quiere que haya dos Estados, tal y como marca la resolución de las Naciones Unidas. ¿Ha leído usted las declaraciones de miembros del gobierno de Netanyahu?

¿A cuáles se refiere?

Son brutales. Dicen: “Israel va desde el río hasta el mar”. Eso es decir abiertamente que no hay dos Estados, que todo es mentira. Con esa posición, Israel da la vuelta a los acuerdos de hace muchos años.

¿Los palestinos no tienen también ese convencimiento? Tampoco quieren dos Estados.

Un matiz importante: Hamás no son los palestinos. Los palestinos no están representados en Gaza, sino por los descendientes de Arafat. Las resoluciones de las Naciones Unidas hablan de dos Estados con una capital única: Jerusalén. Eso está escrito en los textos. Y no estamos yendo en esa dirección. Israel es quien tiene la fuerza. Su política de asentamientos ha sido una catástrofe.

Pero el resurgir del enfrentamiento se inicia por un ataque terrorista de Hamás. Israel parecía haber aplacado, por lo menos en la práctica, esos deseos de los que usted habla.

Sin duda. Mi análisis, por supuesto, parte de la base de una condena radical a la acción de Hamás. Pero, a partir de ahí, digo que lo que hace Israel es dramático. Ellos ocuparon Gaza mucho tiempo. El primer ministro Ariel Sharón renunció a ese territorio. Se fueron dejándolo empobrecido, cerrado y encajonado.

La primera vez que se abrió la frontera de Gaza con Egipto fue gracias a los europeos. El control de seguridad de esa frontera lo llevaban guardias civiles españoles, franceses, holandeses… y la mantuvimos abierta para que la gente de Gaza sobreviviera. Porque la frontera con Israel siempre estuvo cerrada.

Javier Solana acaba de ganar el premio de ensayo de la editorial Espasa.

Javier Solana acaba de ganar el premio de ensayo de la editorial Espasa. Óscar Castro

En agosto de 1990, las tropas de Sadam Hussein invadieron Kuwait con el fin de cambiar las fronteras de ese Estado mediante el uso de la fuerza. Hoy ocurre algo parecido en Ucrania e Israel también ha sufrido un ataque fronterizo. La intervención militar contra Irak contó con un amplio consenso en la comunidad internacional. ¿Tendrá Israel apoyo para invadir Gaza, como ya ha prometido?

La acción de Estados Unidos fue legitimada por la bendición de la ONU. Además, esa acción se circunscribió a sacar a las tropas iraquíes de Kuwait. Algunos norteamericanos, por cierto, quisieron ir más allá y capturar a Sadam. Bush se negó. Fíjese lo que es la vida: algunos de aquellos americanos impulsaron años más tarde la guerra de Irak. Hoy es muy difícil lograr una coalición así porque los países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU tienen capacidad de veto. Y uno de ellos es Rusia.

Pero, sin perdernos en lo formal, aunque no sea una coalición internacional como la de 1990, ¿Israel tendría apoyos importantes para invadir Gaza?

Habrá algún apoyo. Israel, después de esa operación, sí podría tener necesidad de una coalición para poner orden en la parte sur de Gaza una vez se vayan ellos. Porque, ¿quién pone orden ahí? Pero estamos muy lejos de eso.

¿Cuál tendría que ser la posición de España si Israel invade Gaza?

Cualquiera que sea la operación de Israel, la respuesta no debe ser española, sino europea. Primero, habría una negociación muy difícil entre europeos. En materia de Oriente Medio, es difícil la unanimidad. Alemania, por ejemplo, tiene mucha dificultad para definirse por razones históricas.

Esa operación militar es la clave: ¿le parece sensato invadir Gaza? ¿Es irracional? ¿Qué piensa?

Israel no va a querer invadir Gaza. Va a hacer una operación militar de limpieza. Va a destruir toda la infraestructura de Hamás y va a intentar liberar a los rehenes. Son dos objetivos difíciles de conjugar. Gaza está llena de túneles. Se habla irónicamente del metro de Gaza. Pero Israel, estoy seguro, no querrá quedarse con Gaza. Porque ya la tuvieron y se fueron.

"Israel no querrá quedarse con Gaza. Ya la tuvieron y se fueron. Estoy seguro"

Se va retrasando esa invasión terrestre. Usted, en su libro, al hilo del atentado de las Torres Gemelas, dice que las naciones en 'shock' no toman buenas decisiones diplomáticas. ¿Israel está dejando pasar el tiempo para decidir sin cólera o ese retraso en la invasión se debe a otros factores?

Lo que más me ha sorprendido es que, en una de las visitas, Biden le dijo a Netanyahu: “No cometas el error que cometimos nosotros tras el 11-S. Nos metimos en dos guerras: Irak y Afganistán. Ten cuidado”. Se lo dijo muy claramente.

¡A ver si le han enviado su libro a Biden, profesor Solana!

No, no [suelta una carcajada]. Pero me gustó la reflexión. En cuanto a su pregunta: me cuesta mucho ponerme en la posición de Netanyahu. Somos como el punto y la “i”; no tenemos nada en común. No me gusta Netanyahu, no me parece un hombre serio, no me parece que tenga principios. En el fondo, no cree en los dos Estados. No lo dice, pero no cree. Sus actos van en esa dirección.

Javier Solana ha conocido en primera línea los grandes acontecimientos geopolíticos de los últimos cuarenta años.

Javier Solana ha conocido en primera línea los grandes acontecimientos geopolíticos de los últimos cuarenta años. Óscar Castro

Israel está bombardeando Gaza tras el ataque terrorista de Hamás. Recuerdo aquel titular de 'El País' en septiembre de 1999: “Javier Solana ordena el bombardeo de Serbia”. ¿Cómo es tomar una decisión así? Me interesa el aspecto psicológico de ese momento.

Hombre, no fue una decisión mía, sino tomada por unanimidad entre los miembros de la OTAN. Me tocó gestionarlo. Es bastante impresionante cuando te ves delante de los micrófonos de cientos de periodistas y tienes que decir: “Seguramente, vamos a tener que actuar”.

La OTAN intentó minimizar al máximo la muerte de civiles, pero siempre las hay.

Mis conversaciones con Milosevic fueron infinitas. Llegué a la extenuación. No sé ni cuántas veces fui a Serbia para pedirle que retirara sus tropas de Kosovo. Fue testarudo hasta más no poder. Empezamos a sobrevolar con aviones con ruido para que se diera cuenta de que íbamos en serio. No cedió. Se tomó la decisión de tirar algunas bombas. Milosevic aguantó mucho. De ahí se fue directamente a la cárcel. No salió. Murió como prisionero de guerra.

Una curiosidad: ¿cómo era Milosevic en la distancia corta? ¿Cómo fue mirar a los ojos del mal?

Las negociaciones sobre Yugoslavia fueron muy largas. Asistí primero como ministro de Exteriores y luego en mis distintos cargos. Fíjese en lo difíciles que son las guerras. Si uno coge hoy el periódico de Kosovo, verá que existe esa tensión con Serbia en la frontera de Kosovo. La utilización de las armas a veces no resuelve los problemas, sino que los oculta. Por eso, luego vuelven.

Pero hábleme de Milosevic como ser humano.

¿Conoce a algún serbio? Son muy duros. Hay muy pocos países en el mundo que celebren su fiesta nacional con una derrota. Eso marca mucho. Tienen una sensación de pueblo muy potente. Habían vivido el comunismo muy autónomamente respecto a Moscú. Fueron capaces de tener esa visión de que aquello no iba a funcionar bien.

"La utilización de las armas a veces no resuelve los problemas, sino que los oculta. Por eso, luego vuelven"

Volviendo al bombardeo: ¿qué le parece la reacción de Israel al ataque de Hamás?

El responsable inmediato es Hamás, pero la situación de falta de medidas para que la gente de Gaza y Cisjordania pueda vivir mejor lleva ocurriendo muchos años. El secretario general de la ONU ha dicho algo que le ha costado que Israel pida su dimisión. Ha dicho que es verdad lo de Hamás, pero que Palestina lleva muchos años sin poder ser un Estado por culpa de Israel.

La resolución de la ONU, insisto, habla de dos Estados con una sola capital, Jerusalén. Estamos muy lejos de eso. Pero debemos tratar de llegar ahí. Palestina debe ser un Estado y hoy no lo es. Estamos todavía como al final de la Segunda Guerra Mundial.

Ha esquivado mi pregunta sobre los bombardeos. ¿Qué opina de esa reacción?

La reacción tiene que ser conforme a las normas de la guerra. Porque las guerras tienen sus normas. No todo el mundo piensa que Israel esté cumpliendo esas normas.

¿Qué piensa usted?

Hay mucho en la reacción de Israel que no es compatible con el derecho internacional.

Solana, durante un momento de la entrevista celebrada en la sede de Planeta en Madrid.

Solana, durante un momento de la entrevista celebrada en la sede de Planeta en Madrid. Óscar Castro

Ocurre algo sorprendente en España. La mayoría de periodistas y políticos, sin ser expertos en el tema, han asumido lo de Israel como si fuera una secuela de 1936. Posiciones de bandos radicalmente enfrentadas. Las formaciones a la izquierda del PSOE, en España y en Europa, actuaron condenando la reacción de Israel casi antes de que se produjera. Ante los ataques de Hamás, corrieron a mostrar su apoyo al pueblo palestino. ¿A qué se debe?

Yo no hago esa lectura. En términos generales, han condenado a Hamás antes que nada. Pero hay gente que no olvida lo que ha pasado en otros momentos. También ha habido bombardeos antes. La actuación de Israel viene siendo muy fuerte militarmente. Hay gente que no lo olvida. Hay terrorismo, hay que condenarlo, pero también es verdad que la reacción debe ser mesurada.

¿La posición sobre Israel de Yolanda Díaz y Podemos, que ostentan la mitad del Gobierno, debilita a España en la esfera internacional?

No. Porque lo importante es lo que hace finalmente el Gobierno. Es un gobierno en funciones. La contestación del presidente ha sido clara y la política internacional la dirigen él y su ministro de Exteriores. Por cierto, hablando de España, está ahora en el Prado una exposición maravillosa sobre lo que fue la convivencia entre los judíos, los cristianos y los conversos. Se puede estudiar la propaganda, que se hacía a través de los cuadros. Se ve cómo aparece la tensión entre unos y otros. Oiga, me gustaría que esa exposición usted la mencionara. Es muy bonita. Vaya a verla.

Ya me cogeré un día de vacaciones para ir a verla.

No lo necesita. Con un par de horas le vale.

Ahora que lo pienso, con la reducción de la jornada laboral del Gobierno, quizá no tenga que cogerme el día libre.

Bueno, bueno [se parte de risa].

"Quiero recomendar la exposición que está en el Prado sobre la convivencia entre judíos, cristianos y conversos. ¡Menciónelo, por favor!"

Existen argumentos territoriales para defender una y otra causa, pero si se mira desde el punto de vista político, en un lado hay una sociedad democrática israelí y al otro una sociedad donde, por ejemplo, no se respetan los derechos de las mujeres o de los homosexuales. ¿Por qué estos partidos de izquierdas se muestran, entonces, más proclives a Palestina que a Israel? La “igualdad” es la teórica bandera de la izquierda.

En Palestina, las mujeres van como quieren. No es Irán.

Pero no tienen los mismos derechos que en Israel. Los homosexuales tampoco.

Tampoco existen esos derechos en la mitad de países del mundo. Estamos hablando dos europeos, pero pasee usted por el mundo. En todos los países musulmanes existen esas limitaciones. Cuando un país está en la pobreza, no parece razonable colocar como prioridad o primera crítica la ausencia de derechos que aquí nos costó conseguir muchos años.

Pero resulta sorprendente que la izquierda defienda ese modelo social y no el otro.

En la situación de conflicto que hay... ahí es donde tomas parte. No se toma partido por la política interior. Hay gente que dice que esta guerra es exagerada y apoya al bando perdedor, al que sufre más. Pero eso no quiere decir que, al hablar sobre la política interior de esos países, no vaya a ser beligerante con otros temas.

Eso pasa con muchas situaciones en el mundo, cuando ayudas a ciertos países a que se desarrollen. Occidente da ayudas económicas a muchos Estados donde no se respetan los derechos fundamentales. Porque para conseguir eso hace falta que haya un Estado, una autoridad… No es tan fácil.

Javier Solana es hoy presidente del patronato del Museo del Prado.

Javier Solana es hoy presidente del patronato del Museo del Prado. Óscar Castro

Hay un párrafo muy interesante que entonaron las antiguas repúblicas soviéticas en la Conferencia de Helsinki, año 1992: “Todos nuestros países asumen ahora la democracia como base de su vida política, social y económica”. Eso alumbró un futuro esperanzador para Occidente. ¿Cree que los países árabes algún día podrían firmar algo así?

La democracia tiene grados. Por ejemplo, la democracia americana adolece de defectos imponentes: no tiene en su manera de gobernar seguridad médica. No existen los mismos derechos para todos. En España e Inglaterra eso no pasa. El grado de democracia de los países europeos seguramente es el máximo que existe en el mundo.

Pero, ¿pueden hacer ese camino los países árabes?

Creo que lo pueden hacer. No sé si mañana o pasado. Muchos de esos países han sido dominados por nosotros, por los europeos. Estuvieron subyugados mucho tiempo. Deben hacer su camino y convertirse a la democracia si es que quieren. A los países sudamericanos les llamamos “democracia”, pero no existen los mismos derechos que en España. Sus preguntas tienen una perspectiva demasiado… veloz.

Miremos ahora a Ucrania y a Rusia. Por imperativo diplomático, tuvo que brindar con vodka en un montón de ocasiones. ¿Le gustaba, por lo menos, el vodka? Entiendo que el vodka allí no se mezcla con nada.

Había que beber con cada brindis. Yo trataba de beber muy poquito, me mojaba los labios. Era un vodka muy duro.

Relata su paseo con el ministro de Exteriores ruso por la nieve de Moscú. Percibió un resentimiento ancestral hacia la OTAN y lo occidental. Pero acabaron llegando a un acuerdo sobre la seguridad del continente. ¿Hoy existe alguna razón para el optimismo?

Rusia es un país que ha dejado de ser moderno. Sigue siendo potencia por las armas nucleares que tiene. Pero la ciencia no está al mismo nivel que en los grandes países y la estructura de gobierno tampoco. Ha tocado techo. Hay elecciones el año que viene. No van a ser libres. Habrá, quizá, algún movimiento. No sabemos qué va a pasar. Putin saldrá bastante quemado de esta operación. Muy quemado. Putin es una persona que ha dicho que la capital de Ucrania fue la madre de Rusia… y la está bombardeando.

Tiene un problema con la compresión de los afectos.

Digamos que es un personaje bastante pintoresco.

"Putin dice que Kiev fue la madre de Rusia... y la está bombardeando"

Leyéndole, he pensado: ¿dónde están hoy todos esos exdirigentes rusos que sí lograron entenderse con Europa y la OTAN? ¿No se podría recurrir ahora a ellos?

El que representa a esa generación es Putin. Tiene una biografía muy de KGB. Pero, fíjese, hubo un momento en que dejó de ser presidente, en 2008. Medvédev fue presidente y Putin pasó a ser primer ministro. Nada más llegar Medvédev, Rusia lanzó una ofensiva contra Georgia. Estaba empujada por Putin. La paz que se hizo con Georgia, que me tocó también a mí, fue a través de un acuerdo muy rápido. La guerra duró poco. Porque negociamos con Medvédev.

Piense en esto: la guerra de Georgia se produjo dos días antes de que empezaran los juegos olímpicos de China. Rusia se atrevió a hacerlo justo cuando iban a empezar las Olimpiadas. Piense en hoy: cuando Putin quiso invadir Ucrania, se fue a ver al presidente chino, que le dijo: “Si quieres hacer eso, no lo hagas hasta que no terminen mis olimpiadas de invierno”. Y Putin esperó.

Un ejemplo gráfico de cómo la hegemonía mundial ha cambiado.

Exacto.

Me surge el siguiente dilema: ¿fue un error la gran ampliación de la OTAN? Aquello soliviantó a Rusia y quizá se podría haber protegido a esos países de otra manera. Pero luego me repregunto: ¿por qué no van a poder ser esos países ser tan soberanos como nosotros y adherirse a la OTAN si lo desean?

La primera ampliación de la OTAN me pareció razonable. Creo que a los rusos también. Eran países que habían estado en la órbita, pero no por ser rusos, sino por haber sido Rusia ganadora de la Segunda Guerra Mundial.

Objetivamente, la OTAN no tenía ni una página de papel donde se pudiera estudiar cómo se iba a defender a esos países si entraban en la OTAN. Tienes que defender a ese país, pero ese país tiene que aportar también para su defensa. Se les dijo que entrarían, pero no han entrado todavía.

Javier Solana fue uno de los ministros más longevos de Felipe González.

Javier Solana fue uno de los ministros más longevos de Felipe González. Óscar Castro

Usted fue una persona clave en la política nacional durante la Transición y hasta finales de los ochenta. Siendo usted número dos del PSOE por Madrid, se aprobó la Ley de Amnistía. Hoy, el Gobierno trabaja para conceder una amnistía a Puigdemont a cambio de la investidura. ¿Qué piensa?

Estoy fuera de la política nacional, pero soy un ciudadano español. Me parece que hay que hacer un esfuerzo para tratar de conseguir la convivencia. Eso consiste en dar cosas que piden los catalanes. Algunas son razonables y otras no. Los indultos fueron muy criticados y han resultado un éxito. El PSC multiplica por tres el voto de los independentistas. Las medidas han ido en la buena dirección.

¿La amnistía está en el capítulo de lo razonable o de lo no razonable?

Depende de cómo se haga. La palabra amnistía tiene muchos significados desde el punto de vista jurídico. Todo lo que se haga debe ser dentro de la Constitución.

¡Sólo faltaba!

Bueno, bueno. Lo que quiero decir es que no hay que cambiar la Constitución.

No le parece una locura la amnistía.

Leo las opiniones de los juristas. Hay versiones para todos los gustos desde ese punto de vista. Si se llega a la amnistía, tendrá que pasar por el Tribunal Constitucional.

Pero lo interesante del debate no es tanto si es constitucional, sino si conviene políticamente.

Me guío por mi experiencia. A muchos, los indultos les parecían una monstruosidad. Yo voy a Barcelona todos los meses. La Barcelona de hoy no tiene nada que ver con la de 2017, donde había una violencia que ahora no existe. Existe una tranquilidad muy superior. ¿Se va a conseguir más? No lo sé. No tengo toda la información.

Está habiendo una quiebra generacional. Felipe González, Alfonso Guerra… La mayoría de dirigentes sociales de ese tiempo está en contra.

No, la mayoría no. Le digo nombres que no la han rechazado: Joaquín Almunia, José Borrell, José María Maravall… Es que estamos jugando con algo muy difícil que no sabemos cómo se va a hacer desde un punto de vista práctico. Pero si es posible tranquilizar el país y arreglar este problema con decisiones límite… Que se haga todo lo que se pueda.

Felipe González lo tiene claro.

Sí. Dice que lo tiene clarísimo.

Deme una opinión sobre el acuerdo de coalición entre PSOE y Sumar.

No, porque no lo he leído, pero imagino que es un acuerdo razonable.

En el libro habla de la relación tan especial que mantuvo con el profesor Nicolás Cabrera, exiliado en Estados Unidos. ¿Cree que el PSOE de hoy interpreta el pasado de manera distinta a la que lo hacían Cabrera y los socialistas exiliados?

Nicolás Cabrera, mi maestro, tiene una historia muy bonita. Me fui becado a Estados Unidos para trabajar con él, donde estaba exiliado. Al final, me volví yo… y él también. Lo bonito es cómo la ciencia y la universidad hicieron que una persona, exiliada y con Franco vivo, decidió volver para trabajar por la ciencia española y morir en España. No sacamos toda la belleza a esas historias. Es enormemente bello. Cuando saludé a don Nicolás, me pareció como si me estuviera esperando desde hace muchos años. Le encantó tener un discípulo español.

Este martes va a tener lugar la jura de la Constitución de la princesa Leonor. Los partidos que sostienen al Gobierno ya han dicho que no van a asistir. Ustedes pertenecen a esa generación de socialistas republicanos que acabaron monárquicos por una cuestión de pragmatismo.

Cuando una cosa funciona, por mucho que hayas dicho en el pasado que tiene que ser “b”, si en la práctica funciona la “a”, ¿por qué no? Me interesaba que hubiera democracia. Si funcionaba con la monarquía, tampoco hay que matarse por eso. Otorgo el valor a las cosas por su eficacia.

Sobre la ausencia de algunos partidos: me parece una tontería y una falta de respeto que no vayan. Allá ellos. Yo no podré estar porque no estoy invitado, pero moralmente estaré ahí.

No nos engañemos, profesor Solana. Usted está aquí, con esa trayectoria a sus espaldas, porque acertó con la limpieza de Las Meninas cuando era ministro de Cultura. Lo demás no importa.

¡Es verdad! [suelta una carcajada]. Nadie se ponía de acuerdo en quién era la persona más adecuada para la restauración. Alguien con mucho sentido común me asesoró bien. Cuando terminó el trabajo, quise que opinara alguien que conociera Las Meninas desde antes de la guerra, cuando se produjeron algunos desperfectos.

Pensé en Alberti y Buero Vallejo. Los llamé. Vinieron y los dejé solos en una sala con el cuadro. De repente, aparecieron con lágrimas en los ojos. Había resultado un éxito.

Menos mal que acertó. Si no, todavía seguiría dedicado a la interacción rotón-rotón.

¡No me habría importado! Pero un fracaso con Las Meninas habría pesado mucho sobre mi conciencia.