"Nos estamos acercando al infierno climático, cuando aún tenemos el pie en el acelerador". Con estas palabras, António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, comenzó la COP27 el año pasado en Egipto. Desde entonces, los compromisos adquiridos por la mayoría de los Estados se han convertido en papel mojado, dejando atrás estos últimos ocho años como los más calurosos de la historia.
Desde el día 30 de noviembre hasta el 12 de diciembre, se celebrará en Dubai la COP28, la cumbre internacional del clima organizada por Naciones Unidas. Allí se reunirán los 198 Estados de nuevo, con grandes ausencias como en la pasada edición y con muy buenos propósitos. Se desea que se salga con un acuerdo que avale el compromiso adquirido en París de no superar los 1,5 °C en este siglo.
La COP28 viene cargada de polémicas. Esta cumbre se celebra en uno de los países más contaminantes per cápita del mundo y está presidida por el Sultán Al-Jaber, que es a su vez director ejecutivo de la empresa de petróleo y gas de Emiratos Árabes Unidos (ADNOC). Amnistía Internacional denuncia que se trata de un flagrante conflicto de intereses que amenaza el éxito de la COP28" y recalca que "el sultán no puede ser un intermediario honesto en las conversaciones sobre el clima". Además, dice la oenegé, el sultán se "opone a la rápida eliminación gradual de los combustibles fósiles".
¿En qué situación nos encontramos ahora mismo?
Si observamos con perspectiva estos últimos años, todos los compromisos adquiridos de alcanzar un nivel neto cero de emisiones no han servido para nada. En el año 2022 se han batido todos los récords de emisiones de CO₂, alcanzando los 40.600 millones de toneladas, según informes de Global Carbon Project.
Los gobiernos, en su conjunto, conservan sus planes de producir más del doble de la cantidad de combustibles fósiles en 2030. Un 110% de lo que limitaría el calentamiento a ese 1,5 °C y un 69% más de lo que sería limitarlo a 2 °C.
Mantener en el tiempo la producción de carbón, gas y petróleo es incompatible con un futuro seguro y habitable. Para llegar a la meta de 2050 de emisiones cero, los gobiernos deben comprometerse de manera unánime.
"Nos estamos acercando al infierno climático, cuando aún tenemos el pie en el acelerador"
Pero, ¿con eso bastaría para parar el calentamiento global?
La idea de que los combustibles fósiles son los únicos responsables de este calentamiento empieza a mitigarse y pone el foco también a otras causas posibles. Amnistía Internacional denuncia que la deforestación por la agricultura extensiva, que va ligada sin duda a la ganadería extensiva, genera un modelo de vida que está acabando con el planeta.
Si a esto le juntamos el expolio de los océanos y el uso insistente de los combustibles fósiles, estamos convirtiendo al planeta en una olla a presión, ya que los océanos y la propia tierra son los grandes pulmones del planeta y los responsables de asimilar casi el 50% del CO₂ que emitimos.
¿Qué más efectos tiene este calentamiento?
Los eventos climáticos extremos, como inundaciones, tornados, erupciones volcánicas, incendios…, están ligados al calentamiento global y ponen a España en el puesto 29 del índice de riesgo climático, según Germanwatch. Tomando como referencia los límites propuestos por la OMS, tres de cada cuatro españoles respiramos aire contaminado. Esto supone un 73% de la población o, lo que es lo mismo, 34,6 millones de personas en este país.
Entre los años 2015 y 2016 se relacionaron 1529 muertes prematuras a las emisiones de las centrales térmicas de carbón y se registraron los mayores impactos en Asturias, Galicia y Cantabria.
Esta desigualdad climática nos lleva al concepto de justicia climática, que muestra cómo en general los países más contaminantes del planeta son los que menos sufrirán sus consecuencias a corto plazo. Los países que más han sufrido los efectos de los fenómenos meteorológicos extremos en los últimos 20 años son Puerto Rico, Myanmar y Haití. Y los que más han sufrido las migraciones climáticas por los efectos adversos de estos son Cuba, Dominica, Tuvalu y Filipinas.
Toda persona tiene derecho a vivir en un ambiente limpio, saludable y sostenible. Estacrisis climática se intensifica, sobre todo en las comunidades más vulnerables son las más afectadas como los agricultores de subsistencia, los pueblos indígenas y los que viven en estados insulares.
La asesora política principal de Greenpeace en la COP28, Kaisa Kosonen, vaticina que es posible que "asistamos al ecopostureo definitivo" y que "la COP28 será un hito clave en la organización climática global, un momento de la verdad, tanto colectivamente como individualmente" para tomar "decisiones climáticas que tengan peso legal real". La esperanza que queda es que la cordura entre en razón y que lo que antes era la excusa ahora se convierta en el principal motivo.