Desde que los corredores son runners y las blogueras, influencers, mi vida no tiene sentido. Ya dejó de tenerlo cuando los pinchadiscos pasaron a ser diyeis. Y la cosa se puso brava cuando a los ¡atiza!, empezaron a ser zasca. Pero lo que me tiene loco en verano son los runners, esos que pasan alegremente a mi lado mientras voy zascandileando con mi perra para que haga sus necesidades.
El sol aprieta en el paseo de mi playa, empieza a picar la camiseta en los hombros y mi compañera tira de la correa buscando las irrisorias sombras de las palmeras. Pero ellos, ¡ay, ellos!, corren con sus saltitos y sus zapatillas rumbo al infinito. Llevan la mirada perdida y los auriculares puestos. Los observo pasar a mi lado como ráfagas deportivas de la vieja Grecia y me fijo en sus culos, sus tetas y sus pantorrillas. Ellas y ellos. Admiro su fortaleza y sus sonrisas, sus bufidos y sus zancadas. Son héroes de la mañana que corren, to run en inglés, con muchas ganas y alguna meta. Yo sigo paseando lento, con mi perra, oliendo pipís y farolas. Mi rumbo matutino es otro.
-Leo, por favor, haz caca ya que no puedo más-, le digo dulcemente. Bueno, a veces no tan dulcemente, pero se lo digo para acelerar, sin acritud.
Mientras recojo su deposición –no quiero ser explícito- los runners, antes llamado futin y/o yoguin, siguen pasando como gacelas rumbo a no sé dónde. Los veo porque llevan ropa fosforito, zapatillas de anuncio y cintas en la cabeza.
-Un día deberías ser tú el que corre-, me dice mi perra.
-Uy, no. Yo tengo asma-, le contesto incorporándome.
Pero como a mi perra solo la escucho yo, llega el momento incómodo en el que algún runner te reconoce y te dice: “eh, ¿no te animas?” Y mientras se marcha con sus saltitos de alegre gacela yo contesto con una sonrisa impostada: “si estoy muy animadoooo…”
A mi me gustaba cuando os dio por el pádel y por el aerobic -¿sigue existiendo?- porque no me sentía incómodo ni señalado. Os metíais en vuestras salas a sudar y salíais con vuestros cuerpos esculpidos a la calle como si fuerais concursantes de Tu cara me suena. Ahora, en cambio, sois la provocación para el que no corre. Una exhibición deportiva que te arruina moralmente si te pilla desayunando magdalenas proustianas o sentadito en tu banco tan tranquilo mirando el horizonte.
Pura provocación. Volved al karate. O al judo. Por favor.
De lo que estoy seguro de que el día que me de por hacerme runner, habrá pasado de moda. Y ese día os habéis puesto a hacer boxeo. O vuelto al aerobic, quién sabe. No llego nunca a tiempo.