Con la llegada del 15-M se abre un espacio discursivo que propicia un nuevo lenguaje. Hasta entonces, el lenguaje venía propiciado por el franquismo. Con la llegada de la democracia, sus herederos se refugiaron en los partidos políticos igual que hacen las cucarachas bajo los muebles cuando se enciende la luz. De ahí que el discurso de la democracia fuera tan repulsivo como el discurso ilegítimo que lo engendró.
Gregorio Morán lo contaría en su obra dedicada a las estructuras psíquicas que envolvieron la época de Ortega. En El maestro en el erial, Morán nos presenta las dos opciones hegemónicas. Una pareja de determinaciones opuestas dentro de la misma sustancia. La lucha intestinal para un régimen tripero se daría entre las dos corrientes: Falange y Opus.
La una, con su expresión sonora de golpe en la mesa se venía a combinar con la otra, el Opus, de expresión más silenciosa, de bisbiseo de confesionario. Ambas opciones se convertirían en unidades muertas a las que no seguiría superación alguna. Cuando el pensamiento discursivo es origen de un golpe de estado, suceden estas cosas. Así hemos vivido, con esta podredumbre de cultura de raíz política hasta que aparecieron los primeros fuegos en el 15-M. Entonces, el lenguaje se puso en marcha.
El estilo, que viene determinado por su fondo, se ha venido a bautizar como estilo Tuerka; una forma elegante para defender con contundencia el discurso legítimo, el que viene de abajo y que denuncia a los dueños de las hambres. Es un modo que abre el apetito, que engendra un hambre oscura a lo primitivo; a la libertad compartida. El estilo Tuerka es un ruido dentro del Canal único de Información. Con esta pieza, vengo a celebrarlo y también a contestar al tuit de mi querido Federico Jiménez Losantos.
Antes de seguir, viene a bien recordar que Federico es de los pocos que han leído a Valle-Inclán y a todos los que compartieron aquella época de plata que fue la última que hubo antes de que Franco convirtiese España en erial. En sus tiempos de profesor, Federico estuvo más cerca del ocaso necesario que del ocaso innecesario. En vez de seguir por el camino que lleva a la humanidad, Federico regresó y tomó el camino que dirige a la esclavitud.
Por lo dicho, hoy le quiero contestar en lenguaje valleinclanesco para decirle, Federico, por favor, para ya, no sigas por ese caminito que al final vas a conseguir que me ponga estupendo.