Oculta a la vista de todos. Así suele estar la verdad. No se enteran, no nos enteramos, de casi nada de lo evidente. Antes, porque no nos lo contaban. Ahora, porque la avalancha de información inútil actúa de eficaz cortina de humo, de tormenta de arena en los ojos. Nos quedamos sin saber, creyendo que sabemos.
Hace nada estuvo la nueva premier británica, Mistress Brexit en persona, Theresa May, reunida con Mariano Rajoy. Al parecer durante la reunión se les comió la lengua el gato. A los dos. No es nada habitual que Moncloa no dé rueda de prensa o algo similar tras la visita de un mandatario de semejante altura. Todos lo atribuimos al furor anticomunicativo de Míster Plasma, claro. Pero, ¿y si la señora May tuviese tanto o más interés que el señor Rajoy en irse como llegó, muda, mudita?
¿Hablaron de Gibraltar? A juzgar por el aspecto compungido del ministro Margallo, no, o no como a nosotros nos gustaría. Rajoy se comprometió a “no alentar” el secesionismo escocés. ¿Alentar eso él? Ni que fuera Braveheart... ¿A lo mejor lo que quiso decir fue que no presionaría con Gibraltar ahora mismo, precisamente para no dar ideas? Que no tiene nada que ver, que Gibraltar es colonia y lo otro no…ya, ya…pero, ¿no ha quedado todavía claro a estas alturas que eso a los británicos les da igual?
Me comenta un colega que mejor nos vamos olvidando de Gibraltar, que a este paso jamás recuperaremos ni en pintura, para concentrarnos en evitar que el Brexit se cargue los importantísimos lazos económicos y empresariales y de inversión y de todo tipo que nos vinculan al Reino Unido. Parece ser que nuestras empresas tienen mucho que perder con el Brexit, y aquí no nos habíamos ni percatado. Concentrados en el Peñón de las narices y otras, no diré chuminadas, pero sí… ¿prioridades menos urgentes?
Algo similar ocurre en mi tierra, en la singular y sin par Cataluña. Venga a discutir de esto y de lo otro, de Mas y de menos, y no nos damos cuenta de que la clave está en lo económico. En las empresas que van o no van. Que echan raíces o las cortan. Que pitan o que no pitan.
Me llamó mucho la atención la reciente ascensión de Isidre Fainé de la Fundación Bancaria La Caixa a la presidencia de Gas Natural Fenosa. Y sospecho que no me la llamó a mí sola. Hablamos de compañías sistémicas, de piedras angulares de nuestra economía, de las columnas que sostienen el templo. La Caixa es accionista de Telefónica, de Repsol, de Aguas de Barcelona, de no sé cuántas empresas estratégicas. Fainé está en la cima de un discreto, callado imperio que sube cada día la persiana y permite que siga andando lo que muchos otros, empezando por los políticos y los periodistas, nos empeñamos día a día en querernos cargar.
¿Cuándo nos sacudiremos las legañas de la desinformación y de la ignorancia para darnos cuenta de dónde se cuece lo que de verdad importa, y con quién? ¿Hasta cuándo los verdaderos líderes, responsables y en la sombra, tendrán que soportar sobre sus hombros el peso de la dejación de funciones de tanto dirigente estruendosamente de relumbrón e incapaz de desempeñar sus tareas públicas más elementales? Quien dice que manda no lo hace. Pues menos mal que hay quien, sin presumir de ello y sin decirlo, está al mando y al pie del cañón. Menos mal…pero qué triste y qué vergüenza para todos los demás, ¿no?