De un tiempo a esta parte España se ha llenado de fascistas. En junio había más de once millones, que son la suma de los votantes del PP y de Ciudadanos. Pero el problema se agrava porque los fascistas se multiplican como ratas.
La protesta estudiantil de este miércoles en la Autónoma de Madrid ha abierto los ojos a muchos. A los once millones de fascistas ya reconocidos habría que añadir otros cinco millones y medio, cifra que se corresponde con la de quienes dieron su apoyo a los socialistas en las últimas elecciones. Pero ahí no se incluye a los fascistas que no votan o a los que lo hacen por opciones minoritarias.
Con estos números, fácilmente podríamos estar hablando de entre diecisiete o dieciocho millones de fascistas en una población total de cuarenta y seis millones. Si descontamos a menores de edad y a extranjeros, no sería arriesgado llegar a la aterradora conclusión de que por cada demócrata en el censo hay al menos un fascista.
Estamos ante un hecho insólito en el planeta que aconsejaría una intervención de la comunidad internacional. De ahí, también, que sea tan importante combatir el legado de Franco y el callejero. El callejero es fundamental.
El proceso de desenmascaramiento de fascistas que hoy dirige Pablo Iglesias lo empezó hace dos décadas Felipe González con el vídeo del dóberman. Es verdad que no con tanta dedicación y profesionalidad como el líder de Podemos, pero con indudable eficacia. No de otra forma se entiende la decisión de Iceta de perpetuar a los independentistas en Badalona antes de mancharse las manos con el PP.
Este miércoles han impedido hablar al ex presidente González en la Autónoma de Madrid con gritos de "Fuera fascistas de la Universidad", como tiempo atrás lo hicieron con Aznar en la Universidad de Oviedo, o con María San Gil en la de Santiago de Compostela, o con Dolors Nadal en la Pompeu Fabra, o con Rosa Díez en la Complutense... o sí, también con Alfredo Pérez Rubalcaba en la de Granada.
Afortunadamente la sociedad ha empezado a reaccionar. Medio centenar de gudaris ha hecho frente a dos fascistas y a sus novias que andaban provocando en un bar de Alsasua. Willy Toledo lo ha denunciado en Twitter. Me he quedado más tranquilo. No todo está perdido.