Javier Fernández, líder normal
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En cuanto apareció Javier Fernández como presidente de la gestora del PSOE, el comentario fue unánime entre nuestros pocos ilustrados: “¡Un adulto!”. De los escombros sangrientos de Ferraz se alzó su figura sobria, con la expresión que le convenía al momento: pesadumbre. En estas semanas, tal expresión me ha venido recordando a la del teniente Colombo cuando resolvía un caso. No se alegraba, sino que agachaba la cabeza: menos feliz por haber cazado al asesino que triste por la lamentable condición humana. La pesadumbre de Javier Fernández (en la que se lee un diáfano: “¡Menuda tropa!”) está aún más justificada porque ni siquiera es seguro que este caso se vaya a resolver...
Frente al dicharachero Iceta, cuyo baile ha pasado de lúdico a patético tras su alocado llamamiento a podemitas e independentistas (¡con la que está cayendo en Cataluña!), Fernández puede ser ya definido como “el que no baila”. Inesperadamente, es un eco democrático de aquel canto de Carlos Puebla al dictador Fidel: “Se acabó la diversión”. Llegó Fernández y mandó parar (el cachondeo, y el infantilismo).
Es un líder normal: es decir, alguien sin el magnetismo de un líder, pero que de pronto destaca por comparación con el resto. Tiene algo de la serenidad de una brújula, que sabe dónde está el norte. Lo que no se sabe muy bien es si eso garantizará el rumbo; hacia la gobernabilidad, por supuesto. En el comité federal de este domingo parece que un trozo suficiente del barco se dirigirá a la abstención; pero no es seguro que la maniobra la culmine el barco entero.
Los socialistas hace tiempo que están como vacas sin cencerro, según decía Pedro Almodóvar (no de los socialistas). Javier Fernández –cuya seriedad, por cierto, recuerda a la de Agustín Almodóvar– llega como pastor asturiano, con la misión de mantener unida la vacada y a la vez buscar los cencerros. Para esto último quizá le sea más útil su verdadera especialidad, que son las minas: el PSOE ha caído tanto en barrena desde el zapaterismo que los cencerros están enterrados y bien enterrados.
El guionista de nuestra actualidad se lo está currando: el día antes del comité federal en Madrid, Javier Fernández, en calidad de presidente de Asturias, ha estado con los Reyes en la visita al Pueblo Ejemplar del Principado. Un acto entrañable y rural: menor en sí mismo pero de una simbología abrumadora. En esta España desquiciada de 2016 nada hay tan excéntrico como lo normal.