No es extraordinario que en un partido como Ciudadanos, que en diez años ha pasado de entrar en el Parlament de Cataluña a convertirse en garantía de la gobernabilidad en España, se produzcan legítimas rivalidades internas. Tampoco es extraño que en el resto de políticos surjan voces dispuestas a convertir en auténticas hogueras las disputas intestinas del rival. Lo que no es tan frecuente, y no tiene un pase, es que competidores propios y ajenos hagan causa común para quemar a una compañera de partido con todo tipo de falsedades, a riesgo incluso de incendiar la propia casa.
La reflexión es oportuna porque de un tiempo a esta parte la portavoz de Ciudadanos en el Parlament, Inés Arrimadas, ha sido acusada de connivencia con el nacionalismo, de querer parecerse a CiU e incluso de renegar de las propias esencias. La insistencia ha sido tal que ni su trayectoria, sus habitualmente brillantes intervenciones en la Cámara catalana, ni sus declaraciones al respecto han servido para desactivar esta 'máquina del fango'.
Pues bien, Arrimadas, que ha asistido junto a una delegación de Ciudadanos a la asamblea que los liberales y demócratas europeos han celebrado este fin de semana en Varsovia, ha concedido una entrevista a EL ESPAÑOL en la que, entre otras cosas, desmonta la sarta de manipulaciones y falacias que se han difundido contra ella.
Partirse la cara
La política catalana recuerda que su partido nació como cortafuegos frente al nacionalismo y el separatismo, por más que el ámbito político que ahora ocupa Ciudadanos le obligue lógicamente a pronunciarse sobre otras cuestiones de interés general. Recuerda que ella se ha partido y se parte "todos los días " la cara contra los separatistas. Y subraya que nadie honestamente puede creer que está a favor de un referéndum de independencia.
Que quien ha sido candidata a presidir la Generalitat y aspira a gobernar Cataluña quiera hablar de financiación y aspire a obtener más inversiones para su tierra desde la lealtad al conjunto de España es normal. Que haya quien aproveche la defensa de los intereses de Ciudadanos en Cataluña para intentar hacer pasar a Inés Arrimadas por la emuladora de Anna Gabriel (portavoz de la CUP) es ridículo.