Los padres de una de las mujeres agredidas junto a dos guardias civiles en Alsasua, vecinos de la localidad navarra, han presentado una denuncia por "continuo asedio". Los denunciantes son propietarios de un bar que ha sido marcado con pintadas como "Dejad en paz a Alsasua".
Desde que se produjo la agresión a los agentes y a sus parejas el bar se ha vaciado: los vecinos del pueblo han dejado de ir y ni siquiera sus amigos se atreven a entrar. El miedo es la evidencia de que sigue existiendo extorsión y falta de libertad en amplias zonas del País Vasco y de Navarra.
Lo que es incomprensible, ante esta situación, es la perversión de valores auspiciada por las propias autoridades. No puede presentarse a las víctimas como verdugos y a los agresores como damnificados. Sin embargo, representantes del Gobierno de Navarra que preside Uxue Barkos participaron en el acto de apoyo a los acusados por la paliza.
La realidad, hoy, es que quienes fueron agredidos apenas han recibido muestras de solidaridad en Alsasua y que la incomprensión se extiende a sus familiares, que temen incluso por su integridad física.