Los rompe-reyes de esta España confederal y tardorajoyniana tienen sus propias normas, un código de conducta. Son una tribu consentida por el mismo Rajoy. Se reconocen en sus camisetas pardas y sudadas, y en el acento circunflejo de David Fernàndez, que es un moderado. Forman como un abertzalismo entre burgués y charnego con sus asambleas, con sus niños comunales amamantados por Anna Gabriel, y todo es un partido que se lleva por delante a Rufián por el lado más bestia. Ocurre que ya no tienen tanta pegada, o, según parece, Soraya les ha cortado el grifo catódico y se ha levantado brava. La cosa, la CUP, parecía un invento de Antonio Baños por sacarse unas perras en La Sexta los sábados a la noche, pero la movida fue a más, y en la diarrea ideológica se comieron al pactismo tacticista y miedón de Convergència. Ahora rompen fotografías regias, que eso de ciscarse en el Borbón, en el Borbón que toque, es una práctica que han inventado ellos en tanto que los mossos son ahora el colmo de la españolidad. España es así, un salirse de tono cebrianita, podemita o cupero por animar las cenas de empresa y que haya tema de conversación. España se bate el cobre en la eterna dialéctica entre centro y periferia, con cuatro tontos útiles que han inventado la sardana contestataria y que le hacen el matonismo gratis a Joan Tardà. Unamos a todo esto la ola de solidaridad que levantan de Vallecas hasta Jaén, desde Pablo Iglesias al Pancetas, porque otro mundo es posible si se rompe la foto del Rey y a la hora del discurso de Nochebuena ponen a Llach en el Spotify.
Romper la foto, quemar al rey por principio, una república confederal desde Andorra a Vinalopò, de Cadaqués a Calviá, y buena vecindad con la noble gente de Aragón. Incendiar la bandera, quemar el tuiter y pedir la república catalana sin salir de casa de los padres.
Desaparecido el bueno de Julio Anguita, la izquierda se ha convertido en el todo a cien de las ideologías. Aunque ya no sea ni izquierda.
Los rompe-reyes ladran, luego cabalgamos. O nos cabalgan. Entretanto, Pedro Sánchez me colmata el spam del correo con su paseo de niño bien que baja a la mina asturleonesa y se fotografía en modo casual.
Romper al rey es la posmodernidad y hay quorum en lo de cambiar la Constitución. Romper al rey, sin sota y con caballo. Quemando la bandera, pasando por el forro al TC, se van retratando.