El año 2017 que comienza en pocos días nos trae una tendencia aparentemente imparable: la automatización de los hogares en torno a los interfaces de voz de dispositivos como Amazon Echo, Google Home, y posiblemente los que próximamente lancen compañías como Microsoft o Apple.
Por el momento, el rey absoluto de la categoría es Amazon, que aprovechando el tirón de la base de suscriptores a Prime (en España se llama Premium), que alcanza ya a nada menos que la mitad de los hogares norteamericanos, se las ha arreglado para introducir su Echo, o su versión reducida, Echo Dot, en unos cinco millones de domicilios.
Hablamos de un dispositivo equipado con siete micrófonos, permanentemente conectado para captar cualquier orden emitida por el usuario, desde poner música hasta hacer una compra, pasando por encender o apagar luces, manejar el termostato, o casi cualquier otra cosa que se nos ocurra y podamos conectar. Amazon almacena esas grabaciones de comandos emitidos por el usuario y le permite escucharlos a través de la aplicación que lo gestiona. En el fondo, no es nada diferente de lo que ocurre cuando navegamos por una página web, que registra todas nuestras acciones... solo que ahora, esto se extiende hasta el salón de nuestra casa. Como siempre, a cambio de ventajas y de un plus de conveniencia que muchos usuarios pueden encontrar interesante. Los micrófonos pueden desconectarse voluntariamente en cualquier momento y las grabaciones pueden eliminarse sin dejar rastro, pero son pocos los usuarios que lo hacen.
Y como no podía ser de otra manera, ya ha surgido el primer caso que pone a prueba las capacidades de estos dispositivos: la policía de Arkansas emite una orden solicitando a Amazon las grabaciones del Echo de un domicilio conectado en el que se había cometido un asesinato. En principio, la compañía se ha negado a facilitar esas grabaciones, con el evidente miedo de que las ventas del dispositivo se vean reducidas ante el temor de los usuarios a ser escuchados en sus propios domicilios, pero es evidente que este tipo de casos van a seguir produciéndose, y que es fundamental esclarecer cuáles van a ser los procedimientos a seguir.
¿Qué pasa cuando, en nuestras casas, las paredes oyen? Hace años, la idea de que una página web nos reconociese o recordase nuestras preferencias nos parecía una indiscreción, aunque nos resultaba cómodo para muchas cosas. Hoy, forma parte de lo habitual. ¿Nos acostumbraremos a que, dentro de pocos años, los dispositivos en nuestras casas almacenen todo lo que les pedimos? Todo indica que sí.