PPeropatriarcado
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Esta imagen es el puro retrato de lo que podríamos bautizar como el PPeropatriarcado.
Piénsenlo, el PPeropatriarcado entero aparece reflejado en esta concentración de testosterona, fraternidad y cañitas que los autores de la ponencia social del partido del Gobierno nos ofrecieron el martes.
Pura polución intelectual, pura boina. El PPeropatriarcado es un cosmovisión -valgan la grandilocuencia y la contradicción- derivada de un sistema sociopolítico en la que el criterio inmovilista de la derecha mariana sofoca cualquier amago de audacia y modernidad, así caigan chuzos de punta o lluvia ácida, así se extienda la ya famosa txapela de Madrid al resto de España con su Aeropocalipsis de restricciones al tráfico, munipas con mascarilla y enfisemas pulmonares.
Arrojamos colillas al pavimento, subimos al máximo la calefacción y conducimos todoterrenos diésel para acabar siendo víctimas de nuestra propia contaminación porque, según nos recuerdan los guionistas de West World, “los placeres violentos poseen finales violentos y tienen en su triunfo su propia muerte” (Romeo y Julieta).
Del mismo modo, montamos un congreso de renovación, pero son tantos los prejuicios ideológicos y tan cómodo el anquilosamiento que terminamos reforzando el ensimismamiento del statu quo: es decir, contaminados por nosotros mismos.
El martes 28 los autores de la ponencia social que el PP debatirá en su guateque de febrero ofrecieron una prueba de egolatría y orejeras que animaría a activar protocolos anticontaminación no ya a Manuela Carmena, sino al mismísimo Donald Trump.
Sólo desde la perspectiva de una persistente boina bien calada pudo ocurrírseles a José Antonio Monago, Javier Maroto, Juan Manuel Moreno, Pedro Antonio Sánchez e Ignacio Echániz celebrar un documento que pone el foco en sus propias faltas y carencias.
En su ponencia social, los populares no tratan el aborto, relegan la violencia machista a “un reto de futuro”, convierten la lucha por la igualdad y contra la pobreza -que en España tiene rostro de mujer- en “objetivos a largo plazo”, omiten la gestación subrogada y no mencionan la custodia compartida. Muy sociales, pero nada de meterse en líossss, que diría Rajoy.
Los ponentes adujeron la necesidad de lograr un amplio consenso y se parapetaron en en la anchura de un partido en el que recalan sensibilidades de todo pelaje -del centro derecha al conservadurismo más carpetovetónico- para justificar ese modo de no mojarse, de arrellanarse, de mirar para otro lado.
La única mujer que participó en la ponencia, la presidenta del PP valenciano, Isabel Bonig, ni siquiera sale en la foto: qué mejor prueba de que aquél brindis fue el de la perpetuación del PPeropatriarcado más allá de este 2017.