Una riña de gatos, y en eso vamos quedando. Sesión de control, miércoles 15. Gatos "machirulos" venidos arriba -según feliz expresión de Irene Montero, psicóloga consorte en el diván morado-. Un "baja y me lo dices en la cara" de Iglesias, o un "cumplir la Ley no es nada exótico" de Rajoy a Rufián, entre otras bravuconadas y vozarrones, con su muy poquito de patriotismo y su más muchito de culo y témporas confundidas, mezcladas y peor agitadas. Lo de "cumplir la Ley no es nada exótico" sí que es una frase así, rimbombante, de un historicismo flojo y resultón, pero es que frente a un chicarrón de ERC hasta una maceta se vuelve Castelar: por contraste.
Rajoy es un bucle triunfante en la peor España a tortas. Un ente a medio camino entre la Sociología ramplona y el puro vacío de la Física. Y que sin embargo, de tan puñeteramente gris, convierte a cualquiera en héroe; y ya sean Rufián y su matonismo en zapatillas poligoneras, o Montoro calentando pasiones y aflojando bolsillos.
El miércoles, el mismo día de la penúltima pajarraca de Maradona en España, al Ejecutivo le salió en el Congreso una Brunete barriobajera: los propios Rufián, Iglesias, Montero, y hasta un hijo de los nietos de Sabino Arana, pongamos que Aitor Esteban, que se ha vuelto antinuclearista en esta adaptación del peneuvismo a la época de la rueda. O a la del Twitter.
A Rajoy se le vio tranquilo con tales antagonistas en plena rabieta, hijos de la ira. Y puede ser que sí, que al final el Parlamento se parezca a España y sólo nos falte aquello del cura saliendo del Pasapoga, ponerle tacón de aguja a los leones de Cortes y liarnos a botellazos en Casa Manolo. Y entre la diarrea y la verborrea, Rufián y cía. largaron cuatro medias verdades, todo hay que decirlo, pero mal condimentadas y con el tonillo del chuleta revenido.
Con el puchero de la oposición y un Iglesias ungido en bilis, España no se levanta, y esto dice mucho de este oscuro túnel de la nueva política y del Rajoy de siempre, aguantando esos crochés mal lanzados, lánguidos, que lo convierten en un fondista a pesar de todo y del propio Rajoy.
Sesión de control, o algo así. Sesión tabernera y dulzona. Pareció que pasaba algo y sólo pasó la vida, la nada, el tedio bronco con luz y taquígrafos. Y Pastor a verlas venir. Pobriña.