Los alcaldes sanchistas de Valladolid y Jun, Óscar Puente y José Antonio Rodríguez, lo tendrán difícil para quitarse el sambenito de “feos del PSOE”. La susanista Laura Searas los despachó de esta guisa en Twitter el lunes, cuando ambos celebraban con un selfie un debate en El Objetivo, y el epíteto prendió el polvorín de las redes a base de RT con corazoncitos y emotis iracundos o felicísimos: “Mira que sois feos con ganas”, les soltó.
Searas, a quien se le exime de tener prejuicios machistas porque fue secretaria de Estado de Igualdad, borró el tuit y pidió perdón. Sin embargo, no pudo evitar que su aguda crítica ascendiera a cotas de trending topic porque los aludidos se aplicaron a difundirla. Va de suyo que los dos feos del PSOE no pretendían reivindicar la armonía de sus facciones, sino para dejar en evidencia la torpeza de su compañera, número tres de la gestora que arbitra el proceso.
El PSOE está perdido porque la anécdota se categoriza, porque el cómputo de rencores admite las postas de Twitter, porque el juego sucio y la ausencia de razones convincentes han convertido la red social en la cumbre de la socialdemocracia española y porque las invectivas menos elaboradas sustituyen a las ideas y proyectos que se presupone a unas primarias.
Lo dramático es que la fealdad discutible de Puente y Rodríguez parecen magnitudes políticas tan falibles como la mayoría de argumentos esgrimidos en los debates que sustentan el proceso. Después de oír a Zapatero apoyar en Onda Cero la candidatura de Susana Díaz porque ella “ha defendido mi gestión”; porque Sánchez perdió las elecciones -cuando el desplome del PSOE fue generalizado-; y porque la andaluza “sí sabe ganar elecciones” -pese a que gobierna un cortijo heredado gracias a una componenda similar a la que a punto estuvo de convertir en presidente del Gobierno al último secretario general socialista- se comprende que las primarias del PSOE se hayan convertido en un concurso de feos y guapos.
Mientras Podemos y el PP parasitan al PSOE, sirviéndose a discreción de sus votantes desencantados y del miedo del aparato a perder los palos del sombrajo, sus coroneles suplantan las consideraciones éticas por los arbitrios estéticos. El exabrupto tuitero de Laura Searas -que parece que en bien se tiene- habría mejorado su valor político mediante un gif o un meme con el estribillo pachanguero de aquel exitazo de Los Sirex: "¡Que se mueran los feos!".