Donald Trump parece dispuesto a batir un récord de velocidad en la producción de despropósitos. Además de vulnerar las normas más evidentes de conflictos de interés, de transparencia, de diplomacia, de humanidad y de puro sentido común hasta límites que sería profundamente cansino enumerar, ahora juega con cuestiones que no afectan únicamente a los Estados Unidos, sino a todos.
En su visita a Detroit, el presidente ha anunciado la eliminación de las medidas de control de emisiones instauradas por Barack Obama para combatir el cambio climático, porque eso “convertirá América en la capital del mundo del automóvil”. En la primaria, ignorante, irresponsable y estúpida mentalidad de Trump, el cambio climático no existe, es una supuesta “invención de los chinos” para debilitar a su industria.
En su impecable razonamiento no está el hecho de que la manera de hacer a la industria competitiva es empujándola hacia delante, no hacia atrás. La eliminación de las medidas de reducción de emisiones permitirá precisamente que la industria deje de tener incentivos para competir con nuevos entrantes como Tesla o con compañías alemanas o japonesas con ambiciosos planes con respecto al vehículo eléctrico, con el supuesto fin de recuperar unos puestos de trabajo que no van a volver jamás, porque simplemente ya no existen.
El simplista razonamiento del presidente le lleva a creer que menos robots significan más empleo, lo que sin duda llevará a que los Estados Unidos se pierdan la próxima revolución industrial y cedan el liderazgo mundial ante países como China. Pero además de esa consecuencia directa, hay otra si cabe más preocupante: los recortes planteados en su presupuesto ya no es que pongan en peligro el presente, sino que destrozarán toda posibilidad de liderazgo científico durante los próximos años. Todo por culpa de un presidente que toma decisiones a golpe de barrunto y corazonada, y que se asesora con auténticos ignorantes y periodistas de ínfima reputación.
Donald Trump no habla de tecnología porque no sabe ni lo que es. No, tecnología no es ser incontinente escribiendo estupideces en Twitter como si no hubiera un mañana. Tecnología es entender el profundísimo cambio que el mundo está experimentando a medida que superamos barreras y conseguimos plantear retos antes imposibles. Pero no, ahora los Estados Unidos tienen un presidente anti-tecnología, que quiere eliminar la neutralidad de la red y volver a traer el carbón, aunque todas las evidencias indiquen que algo así no tiene ningún sentido y que los mineros, hoy, representan únicamente un 0.019% de los trabajadores del país.
Creímos que era un imbécil. No, era mucho peor.