A la Susi presidenta se le ve caminando entre pelotas y seguidillos. La Susi va y viene entre asesores que le llevan carpetas, el twitter, el futuro. Siempre hay una nube de alopécicos de Juventudes a punto de la jubilación, de jefes de agrupaciones con ambiciones de alicatar la Casa del Pueblo de ese barrio de Jerez, y de colocar al nieto, que estudia algo de Económicas y es de fiar. A Susana la siguen mancos tahúres con carnet, liberados orondos, senequistas de tasca que viven de la madre, el peluquín propio -natural y biodegradable- de Bono. La sigue con sordina un Zapatero que quiere tunearse de sus errores pasados: que fueron errores y gaseosa al fuego patrio.
A Susana Díaz la siguen en peregrinación los rectores andaluces que contó Gasparet en su pie de foto, y el cuello de García-Page, que fía su pescuezo mínimo al aparato como el Barça a la Fifa. A la Sultana le recogen las babas en Zarzuela y en la Bolsa, que saben los del palco -el palco como concepto metafísico- que la Pacheca es el mal peor del peor de los males. Susana Díaz es lo más parecido a un estadista que da la bioquímica y la filosofía política aquí en España, y de ahí las envidias y las fobias. Con Zapatero aprendimos el solemne valor del postureo, y quizá con estas guerras intestinas del PSOE aprendimos que sólo Andalucía cierra España.
Susana Díaz, por el norte, se ve como un Franco trianero: se acojonan los gaztetxes y Rufián ha encontrado a la horma de su zapato.
De modo que el otro día un senador de Compromís, ese abertzalismo levantino, rompió una foto de Susana Díaz en la Cámara Alta al grito de "¡Qué asco de señora!" . Se llama Carles Mulet, con su momento de gloria y su diarrea de chufas y chanzas. Después de romper la foto, ese héroe siguió la cruzada contra Susana en twitter, y de ahí su machada quedó en gas, en cero. A pesar de que Pdr quiso desfacer el entuerto.
El careto de Susana roto, en mitad del Senado, quizá no fue más allá de un detalle menor. El pedrosanchismo se expande como un virus de mayo. Carles Mulet lo mismo te defiende al Sáhara que te anima una tarde sosa en el Senado. Pero nosotros vamos pagando impuestos para que Mulet nos represente en la cámara territorial; para que nos defienda de Susana o del diluvio, o del mosquito de la naranja en Villavella.
Frente a Mulet, Tardá, ay, como que le ponía más narices cuando le dio por quemar al Borbón. Hoy a Susana le ladran sin fuerza a diestra y siniestra. Hasta la llamaron señora.