Google ha hablado: a principios del próximo año 2018, su navegador Chrome, utilizado actualmente por el 60% de los usuarios de la web, pasará a incorporar un bloqueador de publicidad.
Muchos millones de personas pasarán a tener una experiencia web diferente: no libre de publicidad, pero sí de anuncios molestos, definidos en una serie de formatos acordados por una coalición liderada por la propia Google y en la que se encuentran agencias, medios, redes sociales y anunciantes.
Las ventanas emergentes o pop-ups, los anuncios enormes que tapan toda la pantalla o secuestran tu navegación durante varios segundos, los desplegables, los vídeos o sonidos preactivados y otras abominaciones similares serán parte de la triste historia de la web, un capítulo absurdo que nunca debió existir.
Es lo que algunos han querido denominar el adpocalipsis: anunciantes, agencias y medios que de repente verán cómo sus campañas ya no llegan a los ojos de los usuarios, porque son detenidas por el navegador. Anunciantes, agencias y medios que, no lo olvidemos, se dedicaban a molestar a sus usuarios bajo la estúpida teoría de que “si no molesta, no funciona”, como si cada vez que accedes a una página, una mano surgiese de la pantalla y te metiese el dedo en el ojo.
Quien domina el navegador, domina internet. Google lo sabe, y antes de que el fenómeno del bloqueo de la publicidad ocurra sin su control, prefiere, dado que sus ingresos dependen en un 89% de la publicidad (79.38 miles de millones de dólares sobre un total de 89.46 en 2016), jugar un papel activo en el proceso. Algo que ya hizo hace más de una década cuando lanzó una barra para eliminar los pop-ups, entonces ubicuos, y logró reducirlos a una presencia residual.
¿Tiene sentido que sea el mayor vendedor de publicidad el que lance la herramienta que define qué publicidad se ve y cual no? Aunque inicialmente no suene muy bien, todo indica que sí: si alguien entiende la web hoy, ese es Google. Y si decide abusar del sistema y nos lanza publicidad molesta, ya nos ocuparemos de protestar.
Apple, por su parte, pasará a bloquear activamente el retargeting, esa prestación que hace que cuando has buscado un hotel en París, todas las páginas por las que pasas te ofrezcan hoteles en París. Entre uno y otro movimiento, es posible que la experiencia de utilizar la web mejore un poco y se oriente, al fin, hacia la lógica y la sostenibilidad de la relación con el usuario.
¿Adpocalipsis? Pues bienvenido sea...