No van a hacerle falta los Cien mil Hijos de San Luis, sino una emotiva apelación de Junqueras a quė será de ellos, de los hijos de Oriol, cuando la España imperial y constitucional aplique la legalidad por el amanecer del 1 de octubre y se vean brumas costeras en Blanes. 17 grados en Barcelona y un japonés que no sabe muy bien de qué va la vaina. El día después del Día D (1 de Octubre) igual habrá algunos bolis caídos en los Mossos y flores en las escopetas de bolas que tanto zumbaron en otro tiempo reciente (cuando Felip Puig y el Parlament en helicóptero). Quizá Oriol Junqueras, no sė, se imagina que sus hijos, como metáfora de todos los hijos de Cataluña, se esconderán en las cloacas (Luis Eduardo Aute) mientras Cospedal rojigualdea el Paralelo vestidita de mantilla.
El conflicto catalán tardaba ya en usar al noi como argumento de estos juegos florales con urna, de este resacón de la ofrenda a Casanova con el que el independentismo crea mártires infantiles desde el ámbito meramente mental. La frase en cuestión de Junqueras fue: "¿Qué nos están diciendo, que dejarán a nuestros hijos en la calle?". La cita de marras no se sabe si es resultona, histórica, si atenta contra la infancia o si es otra sobrada más de un Junqueras que se ha pasado de rosca o de leer mal a Dickens.
A todo esto unamos el episodio de la posible coacción al Mosso constitucionalista por parte del compañero indepe, que siempre le puede desempolvar un listado de irregularidades pretėritas y mentarle al padre murciano, que en los Mossos hay familias y vendettas como en todo cuerpo pistolo. Para eso mismo han colocado a Pere Soler, para acojonar al agente que se deje llevar por la Constitución y el acato a tal ley.
En los embalses de la plana de Lleida falta agua, pero nadie dude de que la urna que sea riegue los campos, y duche y empape las camisetas pardas de la legión cupaire. En todo lo que nos resta hasta octubre asistiremos al fin de la solemnidad y al cuchilleo de la infantería catalanista más golfa. El desafío soberanista no entiende de clases, leyes ni tribunos. Todo es bueno para el convento, dirá el neopujolismo con el circo al hombro y el cupaire sudado a la vera. Mientras, vamos llegando al necesario esperpento de tener que permanecer como españoles y patriotas junto a Rajoy.
Y los niños junqueros, tan desvalidos... con el padre Oriol, ya, plenipotenciario según el último decretillo de la Generalitat, vinculante entre los suyos y con los medios silenciados. Por ordenanza y por San Jorge.